martes, 21 de agosto de 2012




 

El relato que voy a contarles sucedió en la ciudad francesa de Limoges en los años de la 2 Guerra Mundial:

En un convento de monjas dos de ellas se habían peleado y la madre superiora las castigó a estar, una en el piso de arriba del convento y a la otra en el piso de abajo de manera que no pudieran verse, para poder comunicarse estas dos monjas tenían que silbarse pero no podían hablar , la zona donde estaban recluidas estaba situada en una parte del convento que no se utilizaba para nada,y del cual se contaba que solía aparecerse un duende por las noches. de tal forma que las dos monjas estaban solas. La distancia que separaba los dos pisos era de unos veinte o treinta escalones.
Al cabo de llevar más o menos 2 horas cada una en su respectivo cuarto sucedió que la monja del piso de arriba quiso comunicarse con la otra para ya hacer las paces así que le envió un silbido. Paso un minuto y la monja no recibió respuesta de la otra asi que le mandó otro silbido pensando que quizás no la oyera o que aún siguiera resentida con ella, unos segundos después la monja escuchó unos ruidos extraños como si alguién subiera las escaleras muy muy lentamente y a estos sonidos acompañaba otro sonido como de alguién que tratara de decir algo pero no se le entendiera bien "ahhg ahhg" la monja aterrorizada notaba que ese "alguién" se aproximaba a su piso por las escaleras muy lentamente casi como con gran esfuerzo y el sonido ininteligible que presumia ser de ayuda o de aviso se hacía cada vez más cercano e insoportable, la monja no se atrevía a asomarse a la escalera debido al enorme terror que sentía y fue justo cuando ese alguién o algo que ya se asomaba a la puerta, la monja se desmayó.
Una intensa luz de focos hizo que volviera en si, se encontraba tumbada en la cama en la misma posición que un paciente de hospital, nada más abrir los ojos vió la cara de un hombre que parecía ser inspector de polícia:
-Escucheme atentamente le dijo, levantese de la cama mirando al techo y coja mi mano, acto seguido camine conmigo hasta el final de la habitación para salir por la puerta y por favor se lo pido no mire al suelo en ningún momento.
La monja se dió cuenta al instante de que algo terrible había pasado allí y seguía en esa habitación, aterrorizada casi sudando del miedo y la angustia caminó lentamente cogida a la mano del policía hacia la puerta y mirando al techo, ya estaba a punto de llegar pero no pudo resistir la curiosidad porfiante que le angustiaba a saber que había allí y miró al suelo...

En el suelo de la habitación en medio de un gran charco de sangre estaba la otra monja sin piernas sólo con el tronco y las manos cortadas y tras de ella un reguero de sangre bajaba las escaleras hasta el piso de abajo, demostrando que lo que se oía al subir las escaleras con tanto esfuerzo era la monja con sus codos y el gemido era en realidad una llamada de socorro que no se entendía debido a que le habían cortado la lengua.

Basado en un hecho real.


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