viernes, 28 de junio de 2013




miércoles, 26 de junio de 2013



Cuando era un niño tenía pavor de la oscuridad. Todavía lo hago, pero cuando tenía más o menos seis años no podía pasar una noche entera sin llorar para que alguno de mis padres buscara debajo de mi cama o en mi armario a cual fuera el monstruo que pudiera estar esperando para comerme. Incluso con una luz de noche todavía veía figuras oscuras moviéndose en las esquinas de mi habitación, o caras extrañas mirándome desde la ventana. Mis padres hacían lo que podían para consolarme, diciéndome que era sólo una pesadilla o una ilusión óptica provocada por la luz, pero en mi joven mente estaba seguro de que al momento que cayera dormido, las cosas malas me iban a atrapar. La mayoría del tiempo me escondía debajo de las frazadas hasta estar lo suficientemente cansado como para dejar de preocuparme, pero de vez en cuando sentía tanto pánico que corría al cuarto de mis padres, despertando a mi hermano y hermana en el proceso. Después de un calvario como ése, no habría manera de que alguien tuviera una buena noche de sueño.
Eventualmente, tras una noche particularmente traumatizante, mis padres se hartaron. Por desgracia para ellos, entendían bien la inutilidad de discutir con un niño de seis años, y sabían que no podrían convencerme de dejar a un lado mis miedos a través de la lógica y la razón. Tenían que ser ingeniosos.
Fue idea de mi madre confeccionar a mi pequeño amigo para la hora de dormir.
Juntó muchos pedazos de tela surtidos con su máquina de coser y creó a quien yo más tarde llamaría «Sr. Ickbarr Bigelsteine», o «Ick» para abreviar. Ick era lo que mi madre llamaba «un monstruo de medias». Estaba diseñado para protegerme mientras dormía por la noche, asustando a todos los demás monstruos. Ickbarr tenía un aire a un Frankestein en versión gremlin, con ojos grandes y blancos hechos de botón y orejas de gato caídas. Sus pequeños brazos y piernas estaban hechos con un par de medias rayadas en blanco y negro que pertenecían a mi hermana, y la mitad verde de su cara estaba hecha de una de las medias altas de fútbol de mi hermano. Su cabeza podría ser descrita como bulbosa, y por boca mi mamá le había cosido un pedazo de tela blanca, y bordado en forma de zig-zag una amplia sonrisa de dientes afilados. Lo amé desde el primer momento.
De ahí en adelante, Ick nunca se separaba de mi lado. Así que cada noche a la hora de dormir, me diría dónde se escondían los monstruos y yo lo colocaba en el área de mi cuarto más cercana a lo macabro. Si había algo en el armario, Ick bloqueaba la puerta. Si había una extraña criatura rasguñando la ventana, apoyaba a Ick contra el vidrio. Si había una gran bestia peluda bajo mi cama, bajo la cama lo ponía. Algunas veces, los monstruos se escondían en mis sueños, e Ickbarr tenía que venir conmigo a mis pesadillas. Era divertido traerlo a mi mundo de ensueño, ya que juntos pasábamos horas combatiendo demonios y fantasmas. La mejor parte era, que en mis sueños, Ick podía realmente hablarme. —¿Cuánto me amas? —me preguntaba.
—Más que a nada en el mundo —siempre le decía.
Una noche, en un sueño, después de perder mi primer diente, Ick me pidió un favor.
—¿Me puedes dar tu diente?
Le pregunté por qué.
—Para ayudarme a matar a las cosas malas —me dijo.
A la mañana siguiente mi madre me preguntó dónde estaba mi diente cuando bajé a desayunar. Por lo que me dijo, el «hada de los dientes» no lo había encontrado bajo mi almohada. Cuando le dije que se lo di a Ickbarr ella solamente se encogió de hombros y se regresó a alimentar a mi hermana pequeña. Desde ese momento, cada vez que perdía un diente se lo daba a Ick. Siempre me agradecía y, por supuesto, me decía que me amaba. Con el pasar del tiempo, sin embargo, me quedé sin dientes de leche, y ya me estaba poniendo un poco viejo para seguir jugando con muñecos. Así que Ick sólo se sentaba ahí, en mi estantería, acumulando polvo y ausentándose lentamente de mi atención.
Pero las pesadillas se volvieron peores. Tanto que empezaron a seguirme mientras estaba despierto, atemorizándome en cada rincón oscuro o arbusto que se movía. Luego de una noche particularmente mala volviendo de la casa de un amigo en bicicleta, y en la que podría haber jurado que una jauría de perros rabiosos me estaba persiguiendo, llegué a casa para encontrar que alguien me esperaba en mi habitación. En mi cama, de pie y completamente erguido ante la luz de la luna, estaba Ickbarr. Al principio pensé que mis ojos estaban jugándome bromas de nuevo, como lo habían estado haciendo toda la tarde, así que traté de prender y apagar las luces. Lo hice de nuevo, con ningún cambio. Me estaba empezando a poner nervioso.
Comencé a retroceder hacia la puerta, sin quitar mis ojos de la silueta de Ick; mi mano estirada incómodamente, buscando el picaporte. Estaba a punto de irme a la mierda de ahí cuando escuché que la puerta era azotada contra su marco, dejándome encerrado en la oscuridad. En nada más que sombras y silencio.
Hasta que escuché una voz familiar y estridente. —Dejaste de alimentarme; ¿por qué debería protegerte?
—¿Protegerme de qué?
—Déjame mostrarte.
Pestañeé una vez y todo cambió. Ya no estaba en mi habitación, estaba en… otro lugar. Una especie de bosque, un lugar horrible, de pesadillas, donde partes de fetos abortados colgaban del follaje, y el suelo estaba infestado con insectos carnívoros. Una niebla espesa inundaba el aire con un olor a carne podrida, mientras luces de un verde amarillento parpadeaban en el cielo oscuro. Mi cabeza empezó a palpitar como si estuviera a punto de explotar, porque en mi mente, escuchaba la voz de nuevo.
—Esto es lo que tu realidad será sin mí.
Sentí unas pisadas que hacían temblar la tierra, aproximándose rápidamente.
—Soy el único que puede pararlo.
Estaba detrás de mí ahora, enorme y enojado.
—Dame lo que necesito, y lo haré.
Me desperté antes de poder darme vuelta.
Al día siguiente revisé el armario de mis padres buscando los dientes de leche de mi hermano, y se los di todos a Ickbarr. Casi inmediatamente después de ello las pesadillas terminaron, y estaba relativamente en condiciones de seguir con mi vida normal.
De vez en cuando, me metía en la habitación de mi hermana y robaba lo que estaba destinado al hada de los dientes, o estrangulaba a uno de los gatos de la vecina para quitarle sus pequeños incisivos. Cualquier cosa para alejar las visiones. También comencé a notar que Ick se movía en mi cuarto cada vez que yo me iba, reordenando mis cosas y adicionando más cortinas. Se veía más vivo, de alguna forma. En la luz correcta sus dientes podían verse brillando y se sentía tibio al tacto. Por más que esto me asustara, no podía juntar el valor necesario para destruirlo, sabiendo perfectamente a dónde eso me llevaría. Así que continué recolectando dientes para Ick a lo largo de la secundaria y la universidad. Mientras más crecía, a más cosas aprendía a tenerle miedo y más dientes necesitaba Ick para mantenerme a salvo.
Ahora tengo 22 años, un trabajo decente, mi propio apartamento, y una colección de dentaduras. Ha pasado casi un mes desde la última vez que Ick comió y las pesadillas están empezando a acorralarme de nuevo. Tomé un desvío a través de un estacionamiento después del trabajo esta noche. Encontré a un hombre forzando la cerradura de su auto. Sus dientes estaban manchados de amarillo gracias a una vida de tabaco y café, y aun así, tuve que usar el martillo para extraer los molares. Cuando regresé a mi departamento él me estaba esperando. En el techo, en un extremo. Dos ojos blancos y una boca de navajas.
—¿Cuánto me amas? —me pregunta.
—Más que a nada —le contesto, sacándome mi abrigo—. Más que a nada en el mundo.




Sé que es difícil creer en algo cuando no se tienen pruebas, sobre todo si se trata de un asunto en el que los hechos parecen fragmentos de una historia de terror. Sin embargo, debo compartir esto con el mundo; todos deben conocer los peligros que acechan a los cibernautas curiosos y ávidos de nuevas experiencias, todos deben saber las consecuencias de tomar una decisión sin reflexionarla. Hago esto con la finalidad de prevenirlos.
Soy una personas cuya vida ha estado plagada de vicios. Siendo relativamente joven, puedo jactarme de haber probado casi todo, desde alcohol y drogas hasta extrañas prácticas sexuales y experiencias «extracorporales». Pero llega un momento en el que termina el encanto, la novedad de lo desconocido, y por tanto pierde su efecto. Arribar a la cumbre del vicio y darte cuenta de que, aun mezclando sustancias, no existe más que una efímera sensación cuya experimentación se vuelve una aburrida rutina, es lo más decepcionante del mundo. Ahora creo que es mejor quedarse en los límites de lo conocido y no ahondar en cosas que podrían destruir la mente.
Hace dos o tres años, no recuerdo, comencé con los sonidos binaurales. Primero probé lo básico como el I-Doser, después busqué otros que me brindaran experiencias más «fuertes». Fue así como encontré diversos tipos de frecuencias en la web normal y la profunda, todos con una extensa gama de sensaciones las cuales no tardé en agotar. En sólo unos meses había experimentado en su totalidad las sensaciones que esos audios ofrecían.
Hace unas semanas que revisaba mi correo electrónico, encontré en la bandeja de entrada un mensaje de un tal «James Webber» con el asunto «Nueva dosis que debes escuchar». Creyendo que se trataba de spam, eliminé el mensaje sin verificar su contenido. Repentinamente, ese sujeto «James» me envió un mensaje instantáneo (lo cual me sorprendió, pues no lo tenía como contacto) preguntándome si no tenía curiosidad de probar aquella dosis. En otra ocasión hubiera bloqueado a aquel individuo e ignorado su oferta, pero encontré divertido su intento por venderme algo que no era novedad para mí. Le respondí cuestionándolo acerca de «lo nuevo» del audio, y mencioné que ya había escuchado todo tipo de frecuencias. «No como esto», repuso. Al momento, envió un link que dirigía a un servidor ruso de almacenamientos de archivos: «Te ofrezco una dosis gratis para que lo compruebes».
Pensé en terminar con el asunto. Lo más probable era que el archivo fuera un virus y aquel sujeto alguien que buscaba perjudicarme. Pero, como si hubiera leído mis pensamientos, envió otro mensaje, «Puedes confiar en que todo estará bien. Pertenezco a un colectivo que apenas está comenzando y necesitamos apoyo para seguir. Si no te gusta, no volveremos a molestarte». Dudando y con cautela, hice clic. El archivo para descargar estaba comprimido en formato RAR y su nombre era muy extraño, tenía más de veinte letras y números que parecían haber sido elegidos al azar. O quizás no. Terminó de descargarse en menos de un minuto y lo abrí para comprobar que no corriera peligro. En el archivo comprimido había una carpeta de nombre semejante al anterior, y dentro, un audio titulado «CeaseToExist.mp3» con un .txt que decía «Instrucciones». Descomprimí ambos archivos y leí las instrucciones. Al escucharlo, tenía que estar acostado bocabajo con los ojos vendados, el audio a tope, usar audífonos. Aunque la última indicación me llamó especialmente la atención: «Concentrarse en el audio hasta llegar al borde del sueño. Cuando esté a punto de dormir, cambiar su posición a boca arriba». La nota terminaba ahí. Sin más, decidí hacerlo… No tenía realmente nada que perder. Coloqué la pista en el reproductor e hice todo lo que indicaba la nota. Sin ver su duración, presioné play.
En un inicio la pieza no presentaba nada fuera de lo común; abría con un ruido parecido a la estática de un televisor, típico en la mayoría de los audios de este tipo. Luego de unos momentos, el ruido comenzó a disminuir mientras un débil tañido de campanas se apreciaba al fondo. Aquel sonido aumentó gradualmente, y fue alentándose hasta que se convirtió en una sencilla melodía. Distinguí algunos repiques más graves que otros, y prestando más atención me di cuenta de que eran tres notas musicales, do, re, fa, do, re, fa… Ese simple arreglo parecía un trozo de una melodía de cuna, tan agradable que me abstraje en aquellas y dejé de escuchar el molesto ruido del fondo. Los armoniosos acordes provocaron que comenzara a dormitar y estaba por abandonar mi estado de conciencia cuando el recuerdo de las indicaciones me cruzó la mente como un rayo: tenía que cambiar mi posición. Con pesadez, giré lentamente mi cuerpo, desde el torso hasta los pies, de modo que mi cara quedó frente al cielo. Los sonidos continuaban deleitando mi oído, mi respiración era cada vez más pesada y mi corazón latía con igual lentitud; me encontraba relajado como nunca en mi vida. Después de unos segundos comencé a sentir cómo se iba elevando mi cuerpo. Sentí que flotaba en el espacio… un efecto similar produce la dosis Zero Gravity, pero no en la magnitud en que yo percibí aquella levitación. Dejé que las ondas sonoras continuaran haciendo su trabajo sobre mi cerebro mientras los tañidos comenzaban a perder intensidad. Mi respiración apenas era perceptible, mis terminaciones nerviosas disfrutaban de una suavidad incomparable, parecía que mi cuerpo reposaba en una nube tan tersa como ninguna otra. Mis labios se movieron para formar una sonrisa en señal de alegría por tan apacible ambiente. No quería que todo terminara abruptamente, volver a enfrentarme a una vida tan insulsa y carente de sentido… no quería cambiar el Edén por la abyecta Tierra que no tenía nada más para ofrecerme que decepciones y tristeza. Intenté abrir mis ojos, pero fui incapaz de hacerlo —me encontraba tan extremadamente sosegado que, de no haber sido por aquel débil y mecánico golpeteo que se escuchaba en mi pecho, hubiera asegurado que estaba muerto—. Al igual que mis párpados, el resto de mis miembros continuaban sumergidos en el trance, inertes por voluntad propia, inconexos con mi mente y pensamientos. Aspiré profundamente y, mientras exhalaba el poco aire que hizo su camino a mis pulmones, mis piernas comenzaron a tener pequeños episodios de espasmos musculares. De igual manera los músculos de mis brazos se contrajeron involuntariamente a la vez que la temperatura de mi cuerpo empezó a elevarse; al parecer no todo se trataba de armonía y felicidad. Mi frecuencia cardíaca se aceleraba gradualmente, el zumbido se acrecentaba a cada centímetro que descendía. Al cabo de unos momentos se volvió insoportable para mis tímpanos, tan intenso que aún no entiendo por qué éstos no reventaron al percibirlo. Intenté mover mis miembros: no podía siquiera abrir los párpados. Mi cuerpo se encontraba tenso, inerte, totalmente rígido y con un dolor agudo, sobre todo en las muñecas y tobillos, un malestar parecido al que experimenta una persona que padece artritis.
Quería gritar, pero mis labios no respondían a la orden de mi cerebro ni mi garganta producía sonido alguno, como si mis cuerdas bucales hubieran sido arrancadas de su lugar. Me estaba ahogando por la opresión incesante sobre mis pulmones, me estaba literalmente evaporado debido al infernal calor que abrasaba mi piel, mi corazón latía con tal ímpetu que las palpitaciones parecían auténticos puñetazos, como si mi órgano hubiera intentado quebrar el esternón y las costillas para huir del pandemónium en que se había transformado mi cuerpo. Una lágrima se escapó de uno de mis ojos y resbaló lentamente por mi rostro —mi piel ardía intensamente por donde había pasado, como si hubieran vertido una gota de ácido sobre mi cara—. La presión se extendió por todo mi cuerpo, ahincando en mi cabeza, pues mis párpados comenzaban a abrirse debido a que mis globos oculares estaban a punto de salirse de su órbita.
No podía soportar más, había traspasado los límites de la resistencia humana, había cruzado los extremos del sufrimiento, llegado a un punto en el que no sabía si continuaba vivo o me encontraba agonizando en los confines del Infierno. Lo último que escuché, fue el intento de mis pulmones por introducir aire fresco, esforzándose desesperadamente por conseguir un poco de sustento.
Exploté. O al menos, eso creí cuando recobré conciencia de mi ser. Afortunadamente, todo había cesado. La presión, el ardor, el dolor… todo lo que me había atormentado, se había ido. Sí, todo había desaparecido, inclusive mi cuerpo; no sentía mis piernas ni mis brazos, tampoco mis oídos y ojos. No escuchaba mi respiración ni los latidos de mi corazón, en realidad, no sabía si estaba escuchando, viendo, tocando, oliendo, saboreando o haciendo todo eso al mismo tiempo. Es casi imposible describir lo que pasé… lo que pasé ahí, es muy difícil comprender, incluso para mí, cómo yo era absolutamente nada en el infinito vacío… Como si hubieran encerrado a mi mente en una región sin límites ni extensión. Al principio, lo único que, podría decirse, “percibía” eran unas figuras amorfas las cuales seguían a mis pensamientos. Me concentré en una de ellas, era una especie de círculo deformado. Era gris, un gris tan opaco que no soportaba, así que lo imaginé verde. Y verde fue. Las otras figuras aparecían y desaparecían, dependiendo de la atención que les brindaba. Todo lo que existía y estaba era directamente proporcional a la medida en que yo lo creía; podía creer en un círculo rectangular y ante mí surgía la figura impensable e ilógica, en una gama de colores inconcebibles para la imaginación humana. Tuve más de cinco sentidos, inventé sentidos para percibir mis propias creaciones. Hice todo en un momento, el último momento que recuerdo, pues lo que siguió a ese lapso fue tan extraño que mi mente colapsó en medio de la confusión. En ese fragmento, creí haber conocido la esencia de Dios… Lo que prosiguió a este episodio quedará encerrado en mi memoria hasta el día de mi muerte. Me tomó algo de tiempo y mucho esfuerzo rememorar cómo había vuelto del caos. Recuerdo vagamente el sonido de un golpe, como si algo pesado hubiera caído al suelo, lo cual atrajo mi atención en ese instante. Estaba recobrando consciencia de mis sentidos, recuperando la lucidez que había extraviado. Escuché entonces otro sonido similar al anterior y de la misma manera sobrevinieron más, como si alguien hubiera golpeado un tambor repetidas veces para ayudarme a salir de la locura. El golpeteo fue acelerando de manera paulatina hasta formar una especie de ritmo. Mientras aquella salvación auxiliaba a mis sentidos para encontrar algo de coherencia, un intenso resplandor surgido de la nada irrumpió en el escenario, lacerando mi vista y aclarando mi mente. La luminiscencia aumentó al grado que, instintivamente, los bordes de mis labios se separaron para proferir un grito desde el fondo de mi garganta, debido al ardor que me provoca. Mis ojos comenzaron a distinguir una forma borrosa de color negro, que poco a poco fue transformándose en un objeto concreto: una lámpara de techo. Al momento de reconocer aquella figura mi garganta cesó de gritar y aspiré una bocanada de aire, con tanta desesperación, que parecía haber sido la primera vez que respiraba. Me incorporé violentamente; mi corazón, que me había salvado de la locura, latía con frecuencia excesiva, mi cuerpo estaba empapado en sudor y temblaba incontrolablemente. Cerré mis párpados e intenté regular mi frecuencia cardiaca y respiratoria. Después de unos momentos logré apaciguar un poco a mi corazón y pulmones, abrí los ojos y pude discernir mucho mejor los objetos y colores. Con lentitud, bajé mis pies e intenté pararme pero mis lánguidas piernas fueron incapaces de sostener el resto del cuerpo. Caí de bruces y con mucho dolor me arrastré hasta el baño, y apoyándome en el lavamanos, logré ponerme de pie y me recargué en él para evitar otra caída. Aún estaba temblando y jadeando, tuvieron que pasar varios minutos antes de que pudiera ejercer control sobre mis movimientos y horas para recuperar la calma en totalidad. Cuando recobré fuerza, elevé mi vista al espejo y observé detenidamente mi rostro: en mis facciones aún estaba dibujado un gesto de estupor y desconcierto, mi piel estaba pálida, gruesas gotas de sudor corrían por mis pómulos y frente, las pupilas de mis ojos se encontraban dilatadas. En ese momento supe que nunca volvería a ser el mismo de antes, jamás podría vivir en tranquilidad ni tener un momento de paz por lo que me restara de vida. Estuve contemplando mi cara por un tiempo, hasta que mi cuerpo dejó de tambalearse. Me enjuagué el rostro, salí del baño un poco aturdido y fui directamente a la habitación. Mi laptop, la única testigo de la horrible vivencia que acababa de pasar, se encontraba hibernando.
Dormí poco esa noche, no podía conservar la calma, ni siquiera en mis sueños. Lo primero que hice la mañana siguiente fue abrir la laptop. Verifiqué la duración de la pista en el reproductor de multimedia y gran sorpresa me llevé cuando noté que, lo que me había parecido una eternidad, no duraba más de cinco minutos. Cerré la aplicación y eliminé el archivo de audio. El navegador también se encontraba abierto, maximicé la aplicación y estuve a punto de cerrarla cuando vi una notificación de un mensaje instantáneo de la persona que me había proporcionado el audio, preguntando si había disfrutado la experiencia y si estaba dispuesto a probar la versión completa. Me sorprendí al ver tal invitación; respondí que no estaba interesado, que tenía suficiente para toda una vida con lo que había experimentado. Sin embargo, él continuo insistiendo, por lo que yo, enojado, le escribí: “¡No compraré su maldita mierda!”, a lo que repuso: “No queremos venderte nada. Lo que nos interesa es analizar los efectos, estudiarlos. Si aceptas nuestra invitación, te haremos algunas pruebas inocuas como, por ejemplo, resonancias magnéticas, y a cambio tú podrás experimentar toda una galería de sensaciones y estados que ni siquiera imaginas…”. Tal respuesta me hizo enfadar más, pensé que todo eso era o una muy bien elaborada estrategia de mercadotecnia o un simple troll que estaba jugando conmigo. Decidí continuar la conversación, pues era demasiado orgulloso para permitir que “alguien” me humillara de esa manera. Como respuesta a su oferta, respondí: “¿Me creen estúpido, o qué? Ya dejé en claro que no me interesa en absoluto nada que tenga que ver con esa porquería. Si lo que quieren es vender la maldita cosa, busquen a otro que crea en sus pendejadas”. De lo único que me arrepiento en la vida, es no haber cerrado la ventana en ese momento; sabía que tenía que hacerlo, era en vano discutir con un imbécil que sólo escribía estupideces. No obstante, la curiosidad me incitó a ver su respuesta, mi maldita curiosidad momentánea provocó lo que hasta el día de hoy me causa recurrentes pesadillas. La contestación que recibí por parte del sujeto, me dejó tan atónito, que fui incapaz de responder al momento:
“Te conocemos Joel. Sabemos en donde vives, en donde trabajas, tus hábitos, tu historial médico y antecedentes penales. Sabemos de tus adicciones pasadas, los problemas legales que has tenido por el consumo de drogas, la asombrosa capacidad de tu cuerpo para asimilar las sustancias y no mermarse con el tiempo. Te hemos estado observando; conocemos tu inquietud por intentar algo nuevo, la urgencia que tienes por experimentar sensaciones desconocidas, intensas. Tú eres el individuo que necesitamos, tú puedes ayudarnos a dar un paso significativo en la ciencia. Acepta el trato Joel, no te arrepentirás”… Quedé pasmado por unos instantes y cuando reaccioné, no sabía qué escribir. De alguna manera, quien estaba detrás de la pantalla conocía detalles de mi vida que no había revelado ni a mis amigos más cercanos. Estaba metido en un problema serio, muy serio. Lo único que se me ocurrió fue preguntar quiénes eran. “Nosotros no importamos. Lo trascendental es tu respuesta. En treinta minutos tocarán a tu puerta unas personas y te preguntarán si aceptas o no. Si respondes afirmativamente, te llevarán en una camioneta hasta un apartamento y te darán instrucciones”. Al instante, inquirí con un poco de temor: “¿…y si declino la invitación?”. “No volveremos a contactarte, a menos que sea necesario. Pero deberás tener mucho cuidado con lo que hagas de ahora en adelante, cualquier acción estúpida acarreará una consecuencia. No te arriesgues de esa manera, te conviene aceptar la oferta”.
Envié otro mensaje instantáneo, pero la cuenta aparecía como “desconectada”. Nunca recibí otro mensaje. Me senté en un sillón, con mi cabeza reclinada sobre mis manos. Analicé la situación sin encontrar solución; pensé en llamar a la policía y denunciar el acto, pero lo descarté. Era posible que aquellos sujetos tomaran medidas contra mi intento. Tenía miedo de llamar a alguien para contarle los sucesos, no quería que nadie más estuviera involucrado en el asunto ni mucho menos que, por mi culpa, sufriera algún daño. Todo esto rondaba mis pensamientos hasta que un golpeteo en la puerta principal me interrumpió. Fui a la ventana e intenté ver quiénes llamaban a la puerta: había una camioneta negra con vidrios polarizados estacionada frente al jardín, pero ningún pasajero a bordo. Volteé a la derecha y vi a dos hombres vestidos de negro aguardando a que abriera. Con temor, fui hasta la puerta y la abrí lentamente. Efectivamente, había dos sujetos altos y corpulentos, pero además una mujer de mediana estatura entre ellos. Todos llevaban gafas oscuras y vestidura negra. Pregunté con voz entrecortada qué era lo que deseaban, a lo cual la mujer repuso, simplemente: “Sí o no”. Quedé por un instante en shock, no entendía por qué no me llevaban a la fuerza en lugar de preguntarme si deseaba formar parte de aquello. Entonces supe que, para que el asunto funcionara, debía ser por voluntad propia; sin embargo, lo último que deseaba era volver a pasar por todo ese infierno, mucho menos uno con mayor duración, por lo que respondí con firmeza: “No”. Al momento, la mujer y el hombre a su derecha dieron media vuelta y, sin decir palabra, regresaron a la camioneta. El otro individuo me sostuvo con firmeza del cuello, casi asfixiándome y me susurró al oído: “Jamás tuviste una conversación en la que te ofrecieron la prueba, ni tampoco la conoces. Tú no sabes nada de nosotros, ni siquiera existimos. Cualquier acción que pretendas en contra de nosotros es inútil, cualquier intención por informar o probar tu historia será frustrada y traerá una consecuencia. Sabemos todo de ti y podemos hacer lo que nos plazca. Además, existen algunas sustancias que, para funcionar en el sistema de una persona, no se requiere de su voluntad… Quedas advertido”. Me soltó y siguió el mismo camino que sus compañeros. Estaba de rodillas en la puerta, recuperándome de aquel casi estrangulamiento, mientras veía desaparecer a la camioneta en los límites de la calle.
Desde entonces, he pasado días y noches sin una pizca de tranquilidad; casi no duermo debido a las pesadillas que atacan a mi subconsciente a cada momento. He perdido el apetito, me he aislado completamente del mundo por temor a que esos bastardos lastimen a quienes conozco. Los medicamentos son infructuosos; el daño ocasionado a mi mente es incurable e irreversible. Algo se quebró ahí adentro, algo que ninguna terapia, ningún remedio ni médico podrá arreglar. Ir a la policía sería igual de vano que ir con un psiquiatra. He perdido mi salud, mi trabajo, mis amigos, mi vida… he perdido todo por un maldito lapso de cinco minutos, por una decisión mal tomada. Cuando revisé la papelera de reciclaje, encontré el archivo MP3 intacto —la nota, por el otro lado, había desaparecido, como si alguien hubiera hackeado mi laptop—. Supongo que lo dejaron para que recordara mi desgracia, para que supiera que ya no había lugar en el mundo para mí si no era con ellos.
Me observan a cada momento, saben a dónde voy y lo que hago. Incluso siento que, en cierta manera, controlan mis acciones. Aun escondido aquí, saben que estoy escribiendo esto, pero, ¿por qué lo permiten, si es un hecho que voy a hacer todo lo posible para que esto salga a la luz?… Quizá, al estar internet lleno de historias extraordinarias y sobrenaturales, piensan que ésta pasará a ser otra narración falsa, una leyenda sin bases para comprobar su veracidad, una historia más. O tal vez ellos buscan que la historia se difunda, que recorra cada sitio en internet y se popularice, así podrán conseguir personas que estén dispuestas a entregar su cerebro para quien sabe qué fines. Oh Dios, ¿qué he hecho? Cuando lean mi experiencia, la gente creerá que lo que experimenté fue algo divertido, cuando en realidad fue todo lo contrario. ¡Ellos lo saben! Saben que, sobre todo los jóvenes, se sentirán atraídos por las sensaciones que describí, saben que no podrán resistirse a probar algo que les causará efectos mucho más intensos que las drogas convencionales. ¡Ellos tenían planeado que yo escribiera esto! Ya no me queda suficiente tiempo para corregir el daño, lo único que puedo hacer es advertirles: NUNCA descarguen de internet CeasetoExist.mp3, ni en ningún otro formato, aunque creo que será algo difícil encontrarlo. NUNCA prueben dosis de dudosa procedencia, pero más que nada, JAMAS acept
(El texto de bloc de notas termina aquí).
NOTA: el anterior texto me fue facilitado por una persona allegada a mí, cuya identidad no puedo revelar por cuestiones de seguridad. Este individuo asevera ser pariente del protagonista de la historia, quien vive en Estados Unidos y le mandó por correo electrónico su experiencia (originalmente escrita en inglés) junto con un archivo de audio que aparentemente, es la pieza que se menciona en la historia. Yo no traduje la historia, ya que quien me la envió se había encargado de hacerlo, sino que corregí algunas cuestiones ortográficas, gramaticales, de sintaxis y modifiqué algunas palabras para hacer más apacible la lectura.
No poseo el texto original ni la pieza de audio, no sé si es un Hoax (aunque lo dudo, puesto a que conozco personalmente a este sujeto) y desconozco si el audio original se encuentra en algún sitio. Tampoco he podido contactar a quien me pasó el texto, así que no sé si la historia (en inglés) fue compartida en otros sitios ni tampoco si el archivo de audio esté disponible para descargar en algún servidor.


sábado, 22 de junio de 2013




Lo peor que hice en mi vida ocurrió hace doce años, cuando tenía dieciséis y vivía en Cleveland, Ohio. Fue al comienzo de otoño, cuando las hojas estaban empezando a tornarse naranjas y la temperatura comenzaba a decaer, haciendo alusión al torrente frío que estaba a pocos meses de distancia. La escuela acababa de empezar, pero toda la emoción de regresar y reunirse con los viejos amigos había sido sustituida por la idea de que estábamos cautivos en un lugar que sólo quería cargarnos de trabajo.
Naturalmente, mis amigos y yo estábamos dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de recordar cómo era cuando no teníamos obligaciones, aquellos días de verano libres de responsabilidades.
A principios de ese año, uno de mis amigos del trabajo —en McDonalds, que algunas personas creen que es algo poco convincente, pero la pasé bien allí— me había enseñado una técnica para «morir» con la ayuda de un asistente y regresar a la vida a los pocos segundos.
Funcionaba así: la persona haría diez respiraciones largas y profundas, y en la décima cerraría sus ojos, apretando los parpados y conteniendo la respiración tan firmemente como le fuera posible, mientras cruzaba sus muñecas sobre el corazón. Entonces el asistente le daría un abrazo fuerte desde atrás, apretando las muñecas de la persona contra el esternón. En cuestión de segundos ésta perdería la conciencia. El efecto dura sólo un segundo o dos, pero pareciera que hubieses estado fuera de tu cuerpo por horas, y cuando retomas la conciencia, la sensación de desorientación, de no saber en dónde demonios estás o qué estás haciendo allí, es impresionante.
Sé que algunas personas dirán, «¿Qué carajo? ¿Sos retrasado o algo así?», y sí, ahora sé que probablemente matábamos millones de neuronas cada vez que «moríamos»; pero yo era un joven de dieciséis años, aburrido a más no poder y creía que era genial. Os alentaría a probarlo para que lo experimentaseis por vuestra cuenta, pero luego de lo sucedido, nunca se lo recomendaría a nadie.
Otro efecto secundario interesante de esto, que fue en realidad la razón por la cual lo hacíamos, es que mientras permaneces «fuera» de tu cuerpo, siempre estás lúcido y tienes sueños vívidos que puedes recordar fácilmente al despertar (después de todo sólo te has dormido por unos segundos). Éramos buenos chicos y nunca probaríamos drogas, así que para nosotros esto era lo que el LSD era para un hombre pobre.
Las visiones o sueños están relacionados de alguna forma con lo que veías justo antes de morir. Por ejemplo, una vez soñé que estaba escalando una montaña, estaba en la cima del Himalaya o algo así, pero había un pasamanos. ¿Quién diablos pone un pasamanos de escalera a 6,000 metros de altura? Cuando volví a mi cuerpo y recordé en dónde estaba, me di cuenta de que había estado mirando la escalera que se encontraba en una esquina de la sala de estar de mi novia. En otra ocasión, tuve una visión de Pedro Picapiedra sonriendo y levantando sus manos delante de un mural con el logotipo de la ERAD (Educación de Resistencia al Abuso de Drogas, un programa en el cual policías enseñan a los niños de escuelas públicas sobre estos asuntos), y cuando volví a mi cuerpo pude ver que mi amigo Brett tenía el mismo logotipo en su camiseta. Ahora, de dónde salió Pedro Picapiedra, no tengo idea.
Nuestras visiones siempre eran sobre cosas mundanas, nunca nada raro. Hasta ese día. Como dije, hacía un mes que estábamos en época de clases y hartos de ella. Habíamos salido a pasar el rato afuera, estábamos sentados en las vigas de las torres de alta tensión, en la parte de abajo. Mi amigo Mike subió hasta el segundo nivel de las vigas para estar más alto.
Era un cálido día de octubre y el cielo estaba gris. Lentamente, el cielo fue oscureciendo cada vez más; y en Cleveland eso probablemente significaba que en cualquier momento la temperatura podría descender y, si éramos realmente desafortunados, una lluvia helada podría empezar a caer. El aire estaba pesado y se podía oír el leve zumbido de los cables de alta tensión sobre nosotros. Definitivamente no quería pasar los últimos momentos de una linda tarde de sábado subiéndome a una torre de alta tensión, saltar al suelo y quejarme luego del dolor en mis pies, sólo para hacerlo una y otra vez como estúpidos.
—Hey, ¡vamos a morir por un rato! —dije. Para ese tiempo, dejar nuestro cuerpo no era tan divertido como cuando lo descubrimos, pero era mucho mejor que lo que estábamos haciendo. Vince estuvo de acuerdo, al igual que Richard, pero Mike, el que saltaba desde más alto de la torre, preguntó de qué carajo estábamos hablando.
—Joder, ¿nunca te indujiste el desmayo antes? —preguntó Vince. Mike respondió que no, él había pasado todo el verano en casa de su madre y no estaba al tanto de lo que nosotros habíamos hecho—. Amigo, ¡tienes que probar esto! Mira, te mostraremos.
Vince y yo nos bajamos de la torre, cayendo de pie en el césped. Yo hice las diez respiraciones, apreté los ojos y contuve la respiración. Entonces sentí a mi amigo presionar sus brazos contra mi pecho y, de repente, como si fuese lo más natural del mundo, una langosta gigante estaba trepándose a una de las torres, bajo el mar. Algas marinas crecían del fondo de arena bajo mis pies. Lo siguiente que recuerdo es que cuando desperté Vince y Richard me estaban preguntando, «¡Amigo, ¿qué has visto?! ¿Qué has soñado?». La parte de atrás de mi cabeza me dolía mucho, me estaba matando.
—Mierda, ¿me dejaste caer? —pregunté. Yo no era muy pesado, pero Vince era bastante débil. Él solo se quedó mirándome, y Richard me dijo que sí me había dejado caer. Me preguntaron nuevamente qué vi. Me froté la cabeza y les dije que una langosta, que estaba pellizcándole la cabeza a Vince con sus tenazas. Me volví hacia Mike, y le dije:
—¿Ves? ¡Es increíble! ¡Tienes que probarlo!
—Y una mierda —respondió—, no me fío lo suficiente de ninguno de ustedes como para hacer eso.
—¡Vamos hombre! Tienes que probarlo; no es más peligroso que estar trepado allí. Te prometo que no te dejaré caer como este idiota lo hizo conmigo —le persuadí.
Lo consideró por un momento. Luego saltó de donde estaba, se incorporó y dijo:
—Bien, una vez.
Repitió las diez respiraciones profundas conmigo de asistente para asegurarse de que no lo dejaríamos caer. Contuvo la respiración y yo lo ayudé a caer en ese otro lugar. Sentí el cambio de peso en su cuerpo, y él era un tipo robusto, así que me aseguré de bajarlo lentamente para que no se lastimara. Justo cuando tocó el suelo, volvió en sí.
Despertó gritando.
—¡Mierda! ¡MIERDA! ¡Déjame, aléjate de mí! —gritaba, al tiempo que se levantó de un salto agitando sus brazos alrededor de su cabeza.
Todos retrocedimos, con miedo de ser golpeados por su frenesí; pero más miedo tenía de lo que estaba viendo. Después de unos siete segundos, el doble de lo que generalmente tardábamos en darnos cuenta de dónde estábamos, se tranquilizó.
—Mierda, mierda, mierda…
Jadeaba, respiraba con dificultad, tomando grandes boconadas de aire. Se quedó de pie, encorvado, hasta que cayó de rodillas. Comenzó a mecerse, retorciendo las manos y murmurando.
—Santa madre de Dios, ¿qué demonios has visto? —dijo Vince, pero Mike no respondía. Me le acerqué lentamente y a medida que lo hacía, lo escuchaba sollozar en silencio. Eso en nuestro mundo de «machos» era castigado con la muerte, pero por supuesto, nadie dijo nada. Apoyé una mano en su hombro, pero en cuanto lo toqué dio un grito y saltó para atrás golpeándose la espalda contra la torre. Se abrazó a la columna de la torre, mirándonos con los ojos desorbitados, una mirada de terror absoluto. Pensaría quizá que éramos demonios del averno.
Si en algún momento pensé que estaba bromeando, esa mirada me quitó toda duda. Eso, y lo que sucedió después.
Ninguno dijo nada. A los diez minutos Mike se había tranquilizado lo suficiente como para que Richard lo acompañara a su casa. La temperatura había decaído y comenzó a llover. Le dije a Vince que me iba a mi casa, y le dije que nos veríamos mañana. Siempre pasábamos los días lluviosos jugando Mortal Combat en nuestro SNES, pero no dijo nada. Probablemente querría pasar un tiempo a solas para reflexionar sobre lo que había pasado. Como yo.
Al día siguiente fui a ver cómo estaba Mike, pero él y su familia salieron todo el día. Le pregunté más tarde a dónde habían ido, pero no me respondió. Creo que fueron con un psicólogo puesto que cuando lo vi de nuevo, el martes, parecía estar mejor. Los siguientes días nos juntábamos normalmente, como antes, pero Mike aún no decía lo que había visto. Hablábamos de cosas sin importancia. No fue hasta el sábado de esa semana cuando me contó lo que pasaba.
Estábamos caminando por una calle tranquila del barrio hacia el puente peatonal que cruza el arroyo. Yo hablaba de una chica mayor que conocía, cuando me interrumpió de repente.
—No voy a estar aquí mucho más tiempo.
—¿Cómo? —le pregunté.
—Vendrán de nuevo esta noche, esta vez ya no creo que sea capaz de aguantar.
—¿De qué estás hablando? ¿Quién vendrá esta noche, Mike?
—Las manos… las voces.
Para ese punto ya me estaba asustado. Balbuceé estúpidamente un par de veces, y luego dije, estúpidamente:
—¿Qué manos?
—Por la noche miro el árbol por la ventana y luego todo se pone negro. Entonces veo decenas, cientos, miles de ellas empujando contra el vidrio.
—¿Y… qué haces?
—Retrocedo, durante toda la noche, pero estoy cansado. No puedo mantenerlas afuera más tiempo. Y las voces… las voces dicen que tengo que dejarlas entrar, voces de niños pequeños. Voces y manos de niños pequeños.
Bajó la voz hasta ser un susurro. Me di cuenta, por lo que dijo luego, que estaba luchando para contener el pánico.
—Y a veces, veo sus caras —dijo, con voz temblorosa.
Lo acompañé a su casa. Se detuvo en la puerta y finalmente, levantando el rostro, me dijo:
—Dile a Vince que puede quedarse con mi Nintendo. Él no tiene uno y su madre no le comprará uno. Richard puede quedarse con mis discos. Sé que a ustedes no les gustan, pero a él sí.
—Empecé a decirle algo, pero se dio vuelta y entró en su casa. Me gustaría haber llamado a la puerta y ofrecerle quedarme con él, pero teníamos dieciséis y los chicos de esa edad ya no hacían eso. Me fui a mi casa. Dormí mal, asustado, escuchando cada crujido y quejido que hacía la casa.
Generalmente dormía con las persianas abiertas, pero esa noche, cerré todo.
Al día siguiente nos enteramos de que alguien había irrumpido en la casa de Mike. Vi una patrulla de policía en la entrada de su casa. Mis peores temores se confirmaron cuando noté que la ventana de Mike era la que había sido violentada. Mike había desaparecido, y fue todo lo que nos dijeron. Nos hicieron muchas preguntas, buscaban algún pervertido que lo hubiera secuestrado, pero no obtuvieron información de nosotros puesto que no teníamos nada que ver… lo que no era del todo cierto. Su foto apareció en todos lados, y todavía lo están buscando.
Cuando todo terminó, me fui a la biblioteca para investigar qué mierda había pasado, pues el internet no era tan eficiente en aquella época. No encontré mucho. Lo más relacionado que encontré fue algo que aprendí tiempo después, en mi clase de historia universal. Al parecer, los sacerdotes egipcios usualmente se encerraban a sí mismos en ataúdes el tiempo suficiente para morir, mientras que luego eran resucitados y así podían contar lo que vieron en el inframundo, el tiempo que estuvieron muertos. Sólo puedo pensar que por el clima, o por la electricidad en el aire, Mike pudo tener una experiencia más intensa que la nuestra. Tal vez golpearme la cabeza me salvó de lo que él sufrió, no lo sé. Es algo que no termino de entender. A veces acordarme de todo esto, me hace temblar

viernes, 21 de junio de 2013






Cerca del monte Glastonbury, en Vermont, se encuentra el Triángulo de Bennington, una enigmática zona boscosa donde se pierde el rastro de las personas que un día desaparecieron y de las que nunca más se supo. La mayoria de estas desapariciones se produjeron sin que los cuerpos de seguridad pudieran encontrar una sola pista para averiguar que les había ocurrido. Las víctimas eran personas de diferntes edades y de ambos sexos y todas ellas se esfumaron en un plazo de cinco años que lleva del 1.945 a 1.950. Todas las desapariciones ocurrieron en el último trimestre del año, entre los meses de octubre, noviembre y diciembre, pero aparte de esto poco más se pudo saber para conocer la naturaleza de estos hechos.

La primera desaparación ocurrida en el Triángulo de Bennington se remonta a 1.945, un hombre llamado Henry MacDovell, evadido de un manicomio en el que estaba recluido por ser el autor de la muerte de otro hombre desapareció sin dejar rastro en ese lugar. Aunque no resulta extraño que un prófugo de la justicia “desaparezca” sin dejar rastro, este suceso es ha menudo citado como las primera de las extrañas desapariciones del Triángulo de Bennin

El 12 de Noviembre de ese año un hombre llamado Middie Rivers que trabajaba como guía de montaña desapareció misteriosamente ante los ojos del grupo de turistas a los que acompañaba de regreso al campamento. Él caminaba delante del grupo de personas por una zona que conocía sobradamente cerca de la carretera de Long Trail y simplemente desapareció, nunca más fue visto ni se encontraron restos o pistas que dieran respuesta a este inquietante suceso a pesar de las batidas que la policía y voluntarios realizaron durante días.

Un año màs tarde, concretamente el día 01 de diciembre de 1.946 una estudiante de dieciocho años de edad de nombre Paula Welden se adentró en los bosques de la zona con la intención de hacer senderismo de montaña. Esto es lo último que se supe de ella. Jamás salió de esos bosques y las pesquisas iniciadas por la policía no dieron tampoco esta vez ningún resultado.

También se reportan rumores de que en el año 1.949 tres cazadores desaparecieron en el Triángulo de Bennington durante una jornada de caza, aunque no se ha podido investigar si esto es verdadero o simplemente una habladuría.

Sin embargo si se sabe que el día 1 de diciembre de ese año un hombre llamado James E. Tetford protagonizó lo que parece ser la desaparición más enigmática ocurrida en el Triángulo de Bennington. El señor Tetdford desapareció mientras se encontraba en el interior de un autobús en movimiento. Los demás pasajeros testificaron que lo vieron en el autobús, pero para cuando éste llegó a su última parada en Bennington James Tetford había desaparecido.

El doce de octubre del año siguiente Paul Jepson, un niño de ocho años, desapareció de la vista de su madre mientras ésta se encontraba realizando algunas tareas domésticas. La posterior búsqueda de los cuerpos de seguridad fue muy exhaustiva, empleándose incluso perros para intentar seguir el rastro del niño. Los perros avanzaron a través del bosque hasta una autopista cercana donde perdieron el rastro. Esto hizo pensar a la policía que la desaparición de Paul Jepson fue un secuestro y que el pequeño fue introducido en algún vehículo que circulaba por aquella autopista.

La última extraña desaparición de la que se tiene constancia en el Triángulo de Bennington es la de una mujer llamada Frieda Langer. El 28 de Octubre de 1.950 Frieda fue de excursión con su primo. En un momento de la caminata, Frieda tropezó y cayó en un lugar que estaba anegado de agúa. Frieda decidió volver al campamento para cambiarse de ropa y su primo se quedó en aquel lugar esperando que regresara. Frieda nunca llegó de vuelta al campamento. Se inició entonces un masivo operativo de búsqueda por tierra y aire. Policía, bomberos, militares y voluntarios participaron durante días rastreando toda la zona sin conseguir tampoco resultados aparentes. Pero siete meses más tarde el cuerpo de Frieda fue encontrado en un descampado que, curiosamente, ya había sido rastreado en los meses anteriores por la policía. Debido a las condiciones en que se encontraba el cuerpo y al tiempo transcurrido los forenses no pudieron determinar la causa de la muerte.

Existen varias teorías sobre la naturaleza de las desapariciones del Triángulo de Bennington pero todas ellas siguen siendo bastante endebles y no logran explicar por sí mismas todas las desapariciones. La primera teoría menciona la posibilidad que durante aquel periodo hubiera un asesino en serie por aquella zona. Si bien esto es totalmente posible, la diferencia de sexo y edad entre las víctimas y la ausencia total de pistas o evidencias en todos los casos, parecen echar por tierra esta tesis. No es muy habitual encontrar un asesino que actua tan indiscriminadamente al escoger a sus víctimas.

Otra teoría sostiene que las desapariciones se debían a desgraciados accidentes de montaña. Las fechas en que ocurrieron todas las desapariciones entre las estaciones de otoño e invierno son las propicias para que el suelo del bosque aparezca cubierto de una gruesa capa de hojarasca que oculte pozos o agujeros donde habrían caído inadvertidamente las víctimas. Sin embargo esto no explica los casos de Frieda Langer y James Tetdford. Además, en las búsquedas que se organizaron tampoco se encontraron pozos o simas que pudieran explicar esta teoría.

Lo cierto es que pasado ese periodo las desapariciones dejaron de tener lugar y actualmente no se conoce ningún otro caso que haya tenido lugar en esa zona. Probablemente no existe un único motivo para explicar las extrañas desapariciones del Triángulo de Bennington y sea más sensato pensar que obedezcan a varias razones: accidentes, extravíos o secuestros…, pero de lo que no cabe duda, es que el misterio que las rodea sigue estando vigente y que la población local sigue considerando la zona que rodea el monte Glastonbury como maldita.




Sonia coleccionaba querubines, los tenia de muchos tipos, madera, metal yeso. Exhibiéndolos en su habitación con orgullo. Y muchas personas le expresaban admiración.

En cierta ocasión para un trabajo escolar, el equipo completo se reunión en su habitación, las bromas surgieron de inmediato, pues Cesar el payaso de la clase se unió a Mariana la mejor amiga de Sonia para molestar a Diana, una chica dark, que por mala suerte había caído en ese grupo. Las bromas fueron de tal magnitud, que la chica salió corriendo, mientras los demás disfrutaban sus carcajadas.

Esa misma noche mientras Sonia sacudía sus sabanas, en el momento en que estas caían, pudo ver una silueta blanca parada al pie de su cama, los querubines voltearon con expresión de asombro y alzaron el vuelo cubriendo todo el cuerpo de la joven mientras le decían –corre Sonia, corre- ella salió de la habitación, pero al cruzar la puerta todos los querubines cayeron de su cuerpo, volviendo a su estado inmóvil y rompiéndose el mil pedazos al estrellarse contra el suelo. La chica no volvió a su cama, durmió en la habitación de su hermana menor.

Al día siguiente le contó todo a su Mariana, quien no dudo en decirle que la “bruja” de Diana le había lanzado un hechizo a causa de las bromas que le hicieron, con esta idea en mente molestaron a la chica, la cual las ignoró y al retirarse le dijo a Sonia en secreto –Cuídate más de las personas que tienes cerca y que no entran en tu habitación sin que las invites- .

Sonia volvió a casa un poco desconcertada, su madre había limpiado la habitación y la esperaba con los restos de querubines para pegarlos juntas, cuando terminaron, la chica fue a poner en su lugar todos aquellos que habían logrado salvar, permanecía con la puerta abierta por la impresión de la noche anterior, Mariana llegó de visita, recargada en el marco de la puerta platicaban las dos, entonces Sonia la invitó a pasar y cerró la puerta porque se sentía más segura, los querubines gritaron –Nooo, sal de aquí- y las dos corrieron hasta afuera. Mariana le dijo que aquello la había asustado mucho y mejor regresaría otro día.

Asomándose desde afuera Sonia podía ver sentada en su cama, aquella silueta blanca, que se levantaba a caminar por la habitación, con las manos encogidas, las piernas dobladas hacia atrás, temblando a caminar y sacudiendo la cabeza con fuerza, intentaba ahorca a los querubines que revoloteaban por todo el lugar. La chica no pudo soportar la escena y fue a salvar a sus preciados ángeles, venció el temor y se abalanzó sobre la figura. Luchó con ella hasta que simplemente desapareció entre sus manos.

Esa tarde recibió la visita de Diana, quien le propuso ayudarle a deshacerse de aquel ser extraño que habitaba su cuarto, tras mucho discutir, lograron llegar a un acuerdo, en al cual Diana le mostró que la aparición de aquella criatura estaba ligada a las visitas de Mariana, cuando ella entraba en la habitación, la mujer de blanco aparecía.

Fue tan simple como no dejarla pasar de la puerta, no había que hacer esfuerzos extras, solo necesitaba invitación directa de Sonia, y esta se la negó, entonces la chica se puso inquieta, caminaba como guardián de un lado a otro de la puerta, le imploraba que la dejara pasar, pero Sonia se negaba, pasados unos instantes Mariana expulsaba espuma por la boca, sus ojos saltaban de las cuencas, y jadeaba como perro, cayó tirada en el piso.

Por medio de un libro descubrieron que eso era un espíritu maligno de la envidia, que Mariana había materializado, y metido en la habitación de Sonia para destruir los querubines que tanto amaba.



Aprovechando que todos en mi familia se fueron de viaje me quede en casa para descansar, metí a mis dos perros en la habitación para no estar solo. De la nada empezaron a gruñir, mirando fijamente hasta la puerta de mi cuarto, fui a ver qué pasaba, pero antes de llegar vi que la chapa se movía como si alguien intentara abrir desde afuera, mis animalitos se pusieron inquietos, ladraban nerviosos, y encogían las orejas, un poco asustado también, regrese a mi cama, y alcancé a ver como una pequeña cabeza se escondía en una esquina cerca de mi ventana.

Con mis perros en brazos fui hasta la puerta, pero de nuevo no alcance a llegar porque un golpe como el de una patada, sonó en la puerta, me dejé caer recargado en la pared y vi un par de piernas a través de la cama. En ese momento se fue la luz, esperé hasta que volviera, entonces pudimos salir porque no había más golpes en la puerta. Las sillas estaban regadas y otras sobra el comedor, las acomodé para calmarme y acompañado de mis perros, buscamos por todo el lugar, no pudimos encontrar nada.

Fui al baño a lavarme la cara para que el susto se pasara, mis perros salieron corriendo, cuando fui tras ellos pasé por el comedor y las sillas estaban de nuevo regadas, los animalitos estaban en el cuarto de mis padres, detrás de un niño de pies sucios, que estaba muy pálido, al darse cuenta que lo veía, sonrió, y salió corriendo justo al lado mío, dejándome un fuerte escalofrió, que me quitó las fuerzas y caí desmayado.

Al despertar vi a lo lejos en el comedor un par de personas sentadas que discutían sobre algo, un hombre se levantó de la mesa, y golpeo a la mujer con fuerza, esta gritó mientras corría hasta donde yo me encontraba, quise correr pero en un instante estaban frente a mí, ella me pidió ayuda y el hombre me miró con extrañeza, me golpeó el rostro y me estrellé en el suelo, cuando volteé ya no estaban, solo pude ver ese par de piernas blancas del nuevo, que pertenecían al niño que reía. Corría por todo el lugar como jugando a las escondidas, entraba y salía de entre los muebles.

No tuve más que esconderme con mis perros debajo de la cama hasta que aquello terminara, jamás supe quien era, ni si ha vuelto a casa, porque decidí desde ese momento jamás quedarme solo.

miércoles, 19 de junio de 2013




Boogyeman” es la manifestación de un temor abstracto y amorfo, alimentada por la imaginación de un niño, por lo cual su apariencia puede variar, dependiendo de la región donde se desarrolle la leyenda, no solo la apariencia del “coco” cambia también cambia su sexo y bien podría ser ambos, como por ejemplo en el oeste de los E.U. el “coco” rasguña las ventanas, mientras que en el noroeste del Pacifico, este se manifiesta como una niebla verde. En algunos otros lugares el “boogyeman” o “coco” se esconde debajo de la cama o dentro del armario y no solo castiga a los niños que se portan mal, también a los que se chupan el pulgar.

Pero al “coco” no solo se le conoce así recibe muchos nombres y esto se extiende en muchas regiones, alejadas unas de otras.

En las Bahamas se le conoce como “Pequeño Hombre”, pequeño ser que viaja en una carreta de noche recogiendo a los niños que se portan mal, los cuales tiene que estar en la carreta para siempre.

En Brasil y Portugal se le conoce como “Home do Saco” o el “Hombre del Saco”, que se describe como una criatura de sexo masculino, parecido a un vagabundo con su saco en la espalda, en el cual se lleva a los niños, a diferencia del “Pequeño Hombre”, el “Hombre del Saco” se lleva a los niños de día. Otro “coco” en esta zona se llama “Bicho Papao” que se esconde bajo las camas en las noches.

En Bulgaria a este temible monstruo aterrador se le conoce con el nombre de “Torbalan” muy parecido al “Hombre del Saco”, también se le describe como un ser peludo y obscuro al que denominan como “Talasa” y vive en las sombras de las granjas y los áticos, que solo salen en las noches para asustar a los niños pequeños.

En Cataluña el “Hombre del Saco” no solo se lleva los niños, de ellos saca una grasa, que utiliza en las vías de los ferrocarriles de Barcelona.

En Croacia “Babaroga” es una vieja con cuernos que se lleva los niños a su cueva para comérselos.

República Checa y Polonia, “Bubak” o “Hastrman” representado como un espantapájaros, no solo se lleva a los niños, también a los adultos, “Bubak” merodea en las riberas de los ríos y suele hacer un sonido parecido al de un bebe, con el fin de atraer a los incautos para robarles sus almas.

Noruega y Dinamarca, el coco danés es llamado “bussemanden” quien se esconde bajo la cama y se lleva los niños que no duermen.
Egipto, a si también en Egipto el “Abo Ragl Ma Slokha” o “El Hombre de las Piernas Quemadas”, “Abo Ragl Ma Slokha” es un monstruo que se quemo de niño por no escuchar a sus padres, se lleva a los niños desobedientes para cocinarlos y comerlos. Otro monstruo de esta zona se llama “Bo´Bo´” que es una criatura nocturna vestida de negro y que persigue a los niños que se portan mal.

En Finlandia la Criatura que atormenta los niños se llama “mörkö” y se le representa como una aterradora criatura fantasmal de color azul obscuro.

En Alemania este ente se llama “Derschwarze Man” o “El Negro” y no por el color de la piel, si no por su preferencia a los lugares obscuros, como los bosques, los armarios y debajo de las camas. A este monstruo en Grecia y Chipre se le conoce como “Baboulas”. Pero en Haití el “coco” es gigante y es la contraparte de Santa Claus, en el dialecto criollo haitiano se llama “Tonton Macoute”.

En la India depende de la región, así que recibe varios nombres como “Bori Baba” que también usa un saco, “Chownki Daar” que vigila a los niños cuando se niegan a dormir, al sur es “Rettai Kannan” que amenaza a los niños que no quieren comer, en el estado de Andhra Pradessh, es “Buddaa” o “Shaitaan”.

En Irán la cultura persa habla de “Lulu” quien se come a los niños traviesos, también llamado “Lulu-Khorkhore” es utilizado para asustar a los niños que no comen.

En Italia, “Lúomo nero” o “Babau” atemoriza a los niños en canciones de cuna (que lindo no, para poder dormir).

En Corea “Gyungsang”, “Dokebi”, son representados como un tigre, mientras que “Mangtae Younggam” es una vieja con bolsa de malla, que se lleva los niños.

También conocido como “Boeman” en los Países Bajos, “Pugot” en las Filipinas, “Bonhomme Sept-Heures” en la región de Quebec es “bau-bau” en Rumania, “Buka” en Rusia, Ucrania y Bielorrsia, “Bavbav” en Eslovenia, “Ogro” en España, “Goni Billa” Sri Lanka, “Monstret” en Suecia, “Böögg” en Suiza, “Dunganga” en Turquia, y “Ong b iba” en Vietnam, todos ellos están listos con sus bolsas para llevarse a los niños que se portan mal.

domingo, 16 de junio de 2013



Decenas de niños sufrieron abusos físicos y psicológicos durante décadas en un hogar infantil de Austria con la connivencia de las autoridades que, sabiéndolo, no hicieron nada, según el informe de la comisión encargada de investigar los hechos.

La casa Wilhelminenberg de Viena cerró sus puertas en 1977, pero hasta entonces los niños alojados allí fueron sometidos a todo tipo de abusos, incluidas violaciones, tanto por parte del personal de la institución como por personas de fuera que "lograban entrar a los dormitorios con ayuda de las cuidadoras", recoge el informe.

"La comisión confirma el uso de la violencia física y psicológica generalizada durante décadas", afirmó Barbara Helige, directora de la comisión, durante una rueda de prensa el miércoles.


Según Helige, la violencia fue más allá de las agresivas técnicas de educación de la época y claramente violó los reglamentos de los hogares infantiles, lo cuales prohíben las palizas y, por supuesto, las violaciones.

Las denuncias sobre el maltrato en Wilhelminenberg, convertido en un hotel después de su cierre, comenzaron por primera vez en octubre de 2011, cuando dos mujeres revelaron a un periódico local las palizas, violaciones y otros abusos que allí se cometieron entre 1948 y 1977.

Se conocían los abusos, pero no se hizo nada


La comisión constató que las que entonces eran las autoridades de la ciudad tuvieron conocimiento de los terribles hechos a raíz de una ola de denuncias presentadas por algunos padres, personal de enfermería y servicios para la juventud. Sin embargo, no tomaron ninguna medida.

En el informe se recogen más de 20 nombres de sospechosos, a los que aún no se les ha puesto cara, ya que, de forma totalmente irregular, todos los archivos del hogar infantil fueron destruidos después de su  cierre, por lo que la investigación se basó, en gran medida, en las entrevistas que la comisión mantuvo con unas 220 personas, entre ex empleados del hogar infantil y antiguos niños de la casa Wilhelminenberg.

miércoles, 12 de junio de 2013



pombero


Conocido principalmente en Argentina, Brasil y Paraguay, el Pombero es un duende del bosque que se encarga de proteger la fauna y flora de aquellos que matan más animales de los que van a comer o talando árboles que no van a utilizar…
El Pombero es un ser originario de la mitología guaraní (algunos autores difieren en esto), muy popular en Paraguay, en ciertas partes del sur de Brasil, y en zonas argentinas como Misiones, Corrientes o Entre Ríos.
Este ser gusta de acosar y violar mujeres, asesinar a quienes deterioran innecesariamente la naturaleza, y castigan a quienes osan pronunciar su nombre en voz alta o les faltan el respeto imitando su silbido, que según cuentan es escalofriante y de hasta 30 segundos.
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Su nombre
En guaraní, el nombre que se le da es “Cuarahú-Yara”, lo cual significa “Dueño del Sol”. Sin embargo, esto es sólo aparente, pues aquel es el nombre de un viejo rojizo con un solo ojo en la frente, dientes de perro, brazos largos y enormes manos. Este ser, según indica el especialista Félix Coluccio, no es una modalidad del Pombero sino un ente diferenciado. Así, los verdaderos orígenes de su nombre habría que buscarlos en el sur de Brasil, donde se llama “pombeiro” al que espía, y en los aborígenes de las pampas argentinas, que llaman “bombero” al explorador que marcha en la línea de avanzada cuando se están efectuando tareas de reconocimiento. De allí, se cree que el nombre puede ser una fusión de ambos, o una deformación de uno u otro.
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Versión tradicional del Pombero
Las primeras referencias al Pombero lo muestran como un ser alto, flaco, fornido, feo, y muy peludo. Sin embargo, esta versión carece de importancia en la actualidad, no solo porque prácticamente no existe información sobre la misma, sino porque, de una forma que podríamos llamar “casi oficial”, el Pombero es popularmente conocido como una especie de duende. Esta es la versión tradicional, tanto en el folclore actual como en el de hace décadas atrás.
En la versión (la tradicional) que nos ocupa, el Pombero es una especie de hombrecillo pequeño, feo, fuerte, moreno, muy peludo, de brazos largos y manos enormes, codos y rodillas sin articulaciones (por lo cual hace movimientos toscos y grotescos), piernas cortas con pies invertidos que desorientan a quien lo intenta rastrear, un enorme miembro viril para abusar carnalmente de las mujeres, una barba larga —en ciertas versiones, tan grande que le cubre el miembro—, un sombrero de paja y una bolsa al hombro, aunque lo de la bolsa es dudoso, pues proviene de su confusión con el Kari-Vosá, otro ser mitológico.
Sean cuales sean los detalles de su aspecto, el Pombero ronda por los bosques, suele refugiarse en casas u otras construcciones abandonadas para descansar, y nunca deja de viajar, al menos entre las zonas en que se lo ha visto.
Sus habilidades son diversas: puede hacerse invisible y delatar su presencia a través de algo tan sutil como un escalofrío en quien supuestamente es tocado; puede deslizarse en espacios muy estrechos, correr velozmente en cuatro patas, imitar el canto de muchas aves (sobre todo nocturnas), el silbido de una persona y el sonido de víboras u otros animales.
La misión principal del Pombero es la de cuidar a la Naturaleza, vigilando el monte y velando por las vidas de los animales salvajes. Por ello y si bien permite la cacería, se enfurece cuando ve que un cazador mata más de lo que consumirá, cuando un pescador solo busca entretenerse, cuando un leñador corta madera que no empleará y, en suma, cuando cualquiera produce injustificadamente un daño a la flora o fauna. Su vigilancia es casi imposible de burlar, ya que supuestamente puede metamorfosearse y, por ejemplo, estar observando todo en forma de lechuza…
A la hora de castigar, el Pombero puede ser realmente implacable y cruel. Por ejemplo, en algunas partes de Argentina creen que, si encuentra a un niño cazando pájaros, lo tomará a la fuerza y lo abandonará lejos de casa, muerto o atontado, dependiendo del caso. Concretamente en el Chaco (Argentina), se cree que el Pombero puede chuparles la sangre a los niños, dejándolos secos y colgados de algún árbol…
Tal y como los duendes tradicionales, el Pombero puede ser travieso y fastidioso: libera vacas y otros animales de sus corrales, dispersa gallinas u otros grupos de animales domésticos o salvajes, roba tabaco, desparrama maíz, consume miel si la encuentra a su alcance, se coge los huevos de las gallinas, y tumba a los jinetes de sus caballos, entre otras cosas.
Particularmente conocida es la lascivia del Pombero. Éste, aprovechándose de su invisibilidad, suele despertar a las mujeres con caricias malintencionadas, sobre todo si duermen fuera, como sucede a menudo en verano. Ciertas mujeres han sido violadas por el Pombero, y cuando tienen un hijo de él, suele ser algo parecido al padre, desgraciadamente… En este tipo de afán el Pombero, cuando se ha prendado de la belleza de determinadas jóvenes, ha llegado a raptarlas (dicen algunos que, para esto, puede hipnotizar), las ha violado en el bosque, y ahí las ha dejado abandonadas, generalmente embarazadas, con la ropa rasgada y el cuerpo cubierto de tierra y mal olor (el Pombero apesta). Sin embargo, gusta de violar salvajemente, a manera de castigo, a las esposas infieles y a las jóvenes que han crecido sin bautizarse. Hasta aquí parecería que las elegidas del Pombero están perdidas, pero muchos creen que, si éstas le ofrecen miel o tabaco de buena manera, el Pombero habrá de dejarles intacto “el honor”.
Ahora, y pese a ser violador, el Pombero también tiene su lado sensible con las mujeres. En efecto, en Corrientes (Argentina) creen que éste se suele enamorar de las embarazadas que están gestando niñas, y que las protege cuando duermen o andan solas en la oscuridad, delatando a veces su presencia en algo tan suave como un piar de pollito.
Por otra parte, uno puede ganar la amistad o simpatía del Pombero si le hace regalos. Hay que dejarle tabaco, miel o licor, en algún banco o silla o en un lugar visible atrás de la casa, pronunciando una corta oración o ruego. Cuentan que, si se llega a obtener su amistad, éste cuidará la casa, el rancho, los animales y las pertenencias del favorecido, además de que le guiará donde están las presas más grandes para cazar, los peces más gordos y jugosos, y los frutos más frescos y exquisitos… Sin embargo, ganar la amistad del Pombero no es tarea sencilla, pues las ofrendas deben hacérsele por treinta noches seguidas sin interrupción; aunque también, si se desea un favor concreto —sobre todo en lo que es encontrar cosas perdidas y tener éxito con los cultivos y los animales de granja—, se puede pedir primero el favor, decirle lo que se le habrá de dar por treinta noches seguidas, esperar a que el favor esté cumplido y entonces proceder a cumplirle lo ofrecido. Y es mejor que así sea, porque el Pombero se enfurece cuando hace un favor y no es retribuido…
Como contraparte a lo anterior, hay quienes se han ganado la enemistad del Pombero. Si esto es así, la persona enemistada oirá ruidos extraños en casa, verá objetos que se mueven, puertas que se abren, cosas que se caen sin explicación, o incluso pasos y voces sin fuente aparente… Esa persona  mejor no debería salir de cacería, pues el Pombero intentará confundirle en la espesura del bosque, de la cual quizá no vuelva vivo…
Otra cosa a tener en cuenta, es que alguien puede irritar al Pombero sin llegar a ser su enemigo, pero sí experimentando desagradables consecuencias y, de reincidir, seguramente tendrá la enemistad del Pombero. Cosas que lo irritan, además de dañar innecesariamente la flora y fauna, son el pronunciar su nombre en voz alta, el imitarlo (esto hará que conteste con estremecedores sonidos) y el no hacerle jamás ningún regalo. Según creen, posibles consecuencias de irritarlo son episodios de temblor, mudez o confusión, estados todos que el Pombero puede inducir con solo dar un roce de sus manos peludas.
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Aún creen en el Pombero
Todavía en la actualidad, pero sobre todo en el campo, muchos afirman tener experiencias que delatan la presencia del Pombero: ramas que se mueven sin motivo, ruidos de animales que no se ven, asnos sin cabeza o cosas de ese tipo, sonidos de ciertas especies de ave al atardecer, animales de granja que se dispersan sin motivo aparente, etc…
Jorge Alberto Martínez, argentino que investigó sobre la vigencia de la creencia en el Pombero, cuenta al respecto lo siguiente: “Lo cierto es que además, dicho mito, sigue en este año 2000, existiendo y no sólo entre la gente sin estudios, sino incluso entre estudiantes universitarios a los que he analizado. Hace menos de un mes, a uno de ellos le referí la historia del Pombero como un mito, y se ofendió, diciéndome que él mismo lo había visto y que así como embaraza a las mujeres, con los hombres puede ser un juerguista insoportable o un aliado valioso, tanto en las cosechas como en sus propias relaciones con las mujeres. La sensación que me transmitió del Pombero fue tan vívida, que por poco me lo creí. Creo que un error que a veces podemos cometer es pensar en los mitos como en algo que pasó, no como algo viviente, que hoy en día sigue sustentándose a partir de experiencias como las que acabo de relatar (…). Si bien mi conocimiento del Pombero comenzó hace casi 20 años a través de una empleada doméstica paraguaya, cuando me fui internando en la cultura de ese país por otros fines, descubrí que tiene una presencia casi tan importante como el Espíritu Santo dentro de la mitología católica.”


sábado, 1 de junio de 2013



Ahrimán, el demonio del Mazdeísmo

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Ahrimán es la personificación del mal en el mazdeísmo. Al igual que Ahura Mazda (personificación del bien), él nació de Zurván, el Ser Absoluto; sin embargo, desde el principio se mostró envidioso, hostil, mentiroso y perverso, atacando la obra de su hermano Ahura Mazda, y corrompiendo al ser humano…
El rostro del Mal
ahriman4Ahrimán es el Principio del Mal en la religión persa, y se opone a Ormuz o Ahura-Mazda, quien es el Principio del Bien y guarda con él una conflictiva cósmica que, si bien en principio adquiere el carácter de un dualismo maniqueo, posteriormente se resuelve en una suerte de monoteísmo escatológico dado que el conflicto se resuelve a favor de Ormuz, quien adquiere un poder absoluto después del juicio final.
Según Zoroastro —profeta fundador del mazdeísmo o zoroastranismo, perteneciente más al mito y la leyenda que a la historia —, Ahrimán nació de las tinieblas y, en su propósito por convertirse en creador y dueño del poder cósmico, formó seis archidemonios opuestos a los seis arcángeles. Estos archidemonios personificaban a la Anarquía, la Apostasía, la Presunción, la Destrucción, el Aniquilamiento y la Furia, en tanto que los seis arcángeles de Ormuz representaban la Sabiduría Divina, la Rectitud, la Dominación, la Devoción, la Totalidad y la Salvación. Pero en las filas de Ahrimán también existían otros seres maléficos de menor poder: los devas, que trataban de alejar al ser humano de la verdadera adoración, y que eran Paromaiti (Arrogancia), Mitrox (Falsa Palabra), Zaurvan (Decrepitud), Akatasa (Entremetimiento), y Vereno (la Lujuria); y además los Drujs, Yatus y Nasus, que eran las brujas, los hechiceros y los monstruos, respectivamente.
Ahora bien, naturalmente Ahrimán asume el papel de tentador y embaucador en relación a la Humanidad, intentando hacer que el hombre siga su senda para que su alma se pierda y, al igual que él, se suma en la oscuridad. Así, la tradición mazdeísta dice que al morir pasan tres días antes de que el alma se separe del cuerpo, tras lo cual ésta debe cruzar el Chinvat (puente del más allá). Al final de ese recorrido el alma será juzgada: si los méritos pesan más, la Daena (un ángel femenino) le acompañará al paraíso, siendo esta Daena una personificación de sus buenos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones; si los deméritos pesan más, el alma será acompañada al infierno por una prostituta vieja y horrible (que simboliza su vida pecadora), cuyos rasgos predominantes son el frío, el mal olor y la oscuridad; entretanto, si méritos y deméritos pesan igual, el alma irá al Hamestagán, que es un lugar equivalente al Purgatorio.
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Revelaciones siniestras
ahriman9En los antiguos manuscritos persas, Ahrimán es conocido como “Angra Mainyu”, nombre que significa “Espíritu Destructivo”.
Es el profeta Zoroastro quien, por primera vez, refiere su origen en los términos antes expuestos. Pero la existencia de Zoroastro es históricamente discutible, y la opinión predominante es que éste es meramente una figura mitológica y legendaria. Sea como sea, Zoroastro ocupa, en el discurso religioso, la función de antagonista humano de Ahrimán, ya que a través de sus prédicas religiosas urge al pueblo a rechazar a Ahrimán y a sus pecados, los cuales muchas veces no se presentan como males reales sino como bienes aparentes, engañando así a quien no sepa ver con claridad.
Como puede verse, la doctrina de Zoroastro está libre de determinismos a la manera de Calvino (fundador del calvanismo, una corriente cristiana protestante), para quien unos hombres nacían predestinados a la condenación y otros a la salvación, dado que en su visión había una orientación innata al bien o al mal en cada cual. Es pues gracias a esta libertad humana mal empleada que Ahrimán habrá de incrementar sus poderes a lo largo del tiempo
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La confrontación cósmica entre el bien y el mal
El mito tradicional ampliamente conocido sobre Ahrimán y Ormuz, afirma en esencia lo siguiente:
Al principio, en el vacío originario, yacía Zurván, personificación del tiempo eterno, Ser Trascendente y Supremo, más allá del bien, del mal, y de todos los flujos dialécticos de la realidad que posteriormente devino a partir de su acto creador.
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Zurván estaba sólo en medio del vacío, así que deseó con todas sus fuerzas un hijo, y ese deseo hizo que se quede preñado (esto es simbólico, sabemos que el Ser Absoluto no puede preñarse realmente…), pero luego se arrepintió, aunque entonces era demasiado tarde, y ese arrepentimiento únicamente causó que la criatura se dividiera en dos seres…
Previamente al alumbramiento, Zurván le prometió al primogénito que gobernaría la Creación. Él pensaba en Ahura Mazda (el hermano bueno) cuando expresaba tal promesa, pero Ahura Mazda se lo dijo a Ahrimán (el hermano malo) y éste, para salir primero como si fuera el primogénito, mintió diciendo: “Soy Ahura Mazda, tu hijo”. Sin embargo Zurván no le creyó: “Mi hijo es luz y aroma, pero tú eres oscuridad y hedor”, dijo y después empezó a llorar.
ahriman3Posteriormente a ese drama, el sabio Ahura Mazda (Ormuz) creó el sol, la luna y las estrellas, y otorgó el ser a la Buena Mente, que opera dentro del hombre y de la Creación en general. Pero Ahrimán, lleno de envidia, creó a sus huestes demoníacas y lanzó un ataque para destruir las obras de su hermano, mas éste le venció y, rechazando su oscuridad le dijo:
“Ni nuestros pensamientos, ni nuestras enseñanzas, ni nuestros planes, ni nuestras creencias, ni nuestras palabras, ni nuestras almas, están de acuerdo.”
Tras su victoria, Ahura Mazda creó al Hombre Primordial, Gaymorat, quien también fue el primer sacerdote del fuego (símbolo de la divinidad). Luego, bajo la autoridad de los Amshapands, puso a los Izeds, que eran príncipes y capitanes que ayudaban al hombre a triunfar y a morir bien.
Todo estuvo en armonía por un tiempo, hasta que Ahrimán volvió a atacar, atravesando el cielo bajo el aspecto de fuego abrasador, y desatando el hambre, la enfermedad, el dolor, el deseo y la muerte. En ese contexto, Zurván fijó un límite al tiempo, dejando atrapado a Ahrimán dentro de la Creación. Ahrimán intentó escapar pero no pudo, y entonces decidió que permanecería haciendo el mal hasta el fin de los tiempos: “Mi victoria será perfecta. He ensuciado el mundo con inmundicia y oscuridad, y lo he hecho mi fortaleza. He secado la tierra, para que mueran las plantas, y he envenenado a Gaymorat, para que muera”, le dijo a Ahura Mazda con saña.
En cuanto al límite del tiempo fijado por Zurván, éste es inmanente a la división en cuatro edades del Cosmos y su historia espiritual: En la primera edad, Ahura Mazda gobierna pacíficamente; en la segunda edad, Ahrimán ataca y la lucha por el control comienza; en la tercera edad, una vez creado el hombre, Ahrimán invade la Creación junto con sus huestes demoníacas; en la cuarta edad, después de que Ahrimán ha sido arrojado a los abismos por la espada reluciente de Mitra, éste se dedica a intentar encaminar al hombre hacia el mal; finalmente, todo culmina con una gran catástrofe cósmica en la que se borrarán los cimientos del mal, resucitarán Meskia y Meskianes, repoblarán la tierra, y habrá una época de paz hasta el día del juicio final, en el que todos los poderes se fundirán en Ormuz, el reino de Ahrimán desaparecerá en absoluto, y la luz resplandecerá eternamente.
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Ahrimán en diversas fuentes
Ahrimán es un demonio cuya concepción va variando a través de las distintas fuentes en las cuales aparece. Así, mientras que en Los Gathas figura Ahura Mazda como el creador de la luz y la oscuridad, en Los Siete Capítulos aparece únicamente como el creador de “la luz, la tierra y todas las cosas buenas”, dejando a Ahrimán el papel de creador de la oscuridad y el mal.
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Otros matices interesantes los vemos en el terreno del folclore y sus mitos no oficiales. Por ejemplo, cierta historia algo cómica aparece únicamente en el texto sirio Actos de Adurhormizd y Anahid. Dicha historia cuenta que, cuando el agua (creada por Ormuz) venía hacia Ahrimán, éste le reclamó a Ormuz diciendo: “Tus animales no deberán beber de mi agua”. Y entonces Ormuz, perplejo (en parte porque Ahrimán se creía dueño del agua que iba hacia él), le responde enojado a Ahrimán: “Saca esa agua de mi tierra”. Entonces el sapo, creado por Ahrimán, se bebe toda el agua, y Ormuz se aflige viendo que las criaturas de Ahrimán buscan su ayuda. Pero todo se soluciona cuando la mosca entra en la nariz del sapo, y le hace vomitar toda el agua, quedando nuevamente a salvo las criaturas perjudicadas por la ausencia del agua. Este mito con apariencia de fábula, es tomado por los expertos como una ilustración de la corrección de la estupidez de Ahrimán.
Al igual que los casos anteriores, las fuentes presentan otros matices que, si el lector desea conocer a fondo, puede consultar en la Enciclopedia Iraní.
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Ahrimán desde la Antroposofía de Steiner
ahriman8El austríaco Rudolf  Steiner (1861 – 1925) fue un filósofo, erudito de la Literatura, pedagógo, artista, autor teatral, pensador social y destacada figura en el campo del esoterismo, teniendo además supuestas dotes de clarividente.
Steiner es principalmente conocido por fundar la Antroposofía, entendida vagamente como “la totalidad de su obra”, ya que en sentido estricto es un movimiento filosófico-esotérico. Según la Antroposofía, existe una dimensión espiritual de la realidad, objetivamente cognoscible a través de ciertas facultades de percepción espiritual que todo individuo puede llegar a desarrollar. Estas facultades son la imaginación, la inspiración y la intuición; sin embargo, Steiner señala que las impresiones sobre el mundo espiritual, obtenidas a través de dichas facultades, deben ser presentadas de una manera clara, sistemática, acorde al método de las ciencias naturales. En virtud de eso, llama a su Antroposofía una “ciencia espiritual”, aunque este carácter científico, según se ve en lo que dicen sus críticos y en lo que el propio lector puede inferir si analiza bien el método antroposófico, es más una máscara posibilitada por la erudición y la estructuración del discurso de Steiner, discurso que, para sus más acérrimos objetores, puede ser tachado de “delirante”. En todo caso nadie niega que Steiner fue y sigue siendo una figura intelectual prominente, y es en base a eso que lo que él dijo sobre Ahrimán merece ser puesto aquí.
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Ahrimán y Lucifer: las dos caras del mal
ahriman10Para Steiner, al igual que para Aristóteles, el bien está en un punto medio. Así, en la dinámica del mal intervienen dos fuerzas espirituales: una, personificada en Lucifer; la otra, personificada en Ahrimán. Lucifer representa el orgullo, el fanatismo, el falso misticismo, la impetuosidad, la tendencia a huir de la realidad, la mentira espiritual, el apasionamiento irracional, etc. Ahrimán representa el materialismo, el racionalismo anti-espiritual que niega lo trascendente, el pragmatismo o utilitarismo que vuelve al hombre esclavo del tedio y la rutina, etc. Simbólicamente Lucifer es calor, mientras que Ahrimán es frío. En sí mismas, las tendencias luciferinas y ahrimánicas no son completamente malas, e incluso son necesarias para que el hombre progrese y evolucione a lo largo de la historia. El problema es que el ser humano tiende a irse a uno de los dos extremos, e incluso esto sucede a gran escala, viéndose así épocas o culturas en que predominan los rasgos luciféricos o los rasgos ahrimánicos. Por ejemplo, el Medioevo de Occidente fue una época marcada por la influencia de Lucifer, cosa esta que queda plasmada en el Oscurantismo; mientras, Steiner apunta que nuestra época actual es predominantemente ahrimánica, y eso se ve en el progresivo aumento del carácter mecánico de la vida en sociedad, en el avance del consumismo, en el crecimiento del cientificismo que niega la dimensión espiritual del hombre y la realidad, etc. Sin embargo, en medio de aquel nefasto panorama, el arcángel Miguel, que desde 1879 es el Espíritu del Tiempo gobernante, ejerce una influencia espiritual opuesta que tiende a equilibrar la situación y que está vinculada con un fenómeno espiritual consistente en el hecho de que, desde inicios de su regencia, los cuerpos etéricos de las personas están cada vez más compenetrados con los cuerpos físicos, facilitando con ello la clarividencia.
Finalmente, Steiner cree que cada 666 años Ahrimán se encarna, haciéndose pasar por Cristo o por algún enviado de Dios. En base a eso, se especula que debió haber encarnado en el año 1998, aunque o bien la profecía es falsa, o bien la fecha está errada, o bien aún ese Ahrimán no crece o no se manifiesta suficientemente como para que sospechemos que tal o cual es él…
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La amenaza de Ahriman
Steiner cree que las manos de Ahrimán empezaron a tocar significativamente los hilos de la historia desde el siglo XV, puesto que ese siglo marcó el inicio del Renacimiento y, con él, el florecer tanto del Humanismo como de un pujante racionalismo enraizado en nacientes disciplinas científicas y en renovadas tradiciones filosóficas. Dicho racionalismo habría visto su apogeo teórico en el período de La Ilustración (siglos XVII y XVIII), aunque en aquel entonces no habría constituido una gran amenaza para la espiritualidad sino solo para la religión, ya que Dios aún era respetado en los discursos de filósofos como Descartes o el deísta Volteire, o incluso exaltado en teorías como la que Leibniz planteó con respecto a las monádas, la armonía preestablecida y el Dios que tenía infinitas ideas sobre infinitos universos posibles, pero eligió el mejor universo posible, en el cual el mal es lógicamente necesario y la perfección está en el todo y no en cada parte (como la Tierra, tan imperfecta…).
El gran problema vino después, con la Revolución Industrial y la arrogancia cientificista, plasmada, por ejemplo, en la corriente filosófica del positivismo. Esto es así ya que de allí se habría llegado hasta el actual capitalismo postmoderno, acompañado por una vida social mecanizada y una cultura marcada por el consumismo, el secularismo y un estilo de vida en el cual, si bien los individuos en su mayoría no niegan a Dios y al alma, prácticamente viven como si ambas cosas no existiesen.
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Pero la influencia de Ahrimán puede no solo enunciarse en términos generales, puesto que los rasgos de su manifestación son estos:
1-El nacionalismo étnico. Nota: esto valía sobre todo para la época de Steiner, en la cual el movimiento nazi y otras tendencias racistas-nacionalistas tenían mucha fuerza. Actualmente el carácter étnico de los nacionalismos ha decaído, pero el tinte xenofóbico de los nacionalismos perdura en situaciones como el rechazo a los migrantes en España o el temor y rechazo general de los estadounidenses hacia los árabes.
2- Dogmatismo político: Esto se ha visto claramente en todo el siglo XX, después de la Segunda Guerra Mundial se notó en la polarización entre el mundo capitalista representado por USA, y el mundo socialista-comunista representado por la URSS. Actualmente se ve más a niveles intra-nacionales, en países como USA (republicanos y demócratas), México (el poderoso PRI), o la dividida Venezuela que dejó Chávez tras su muerte.
3-Sometimiento de la vida cultural al poder político-económico: Este es uno de los rasgos ahrimánicos más fuertes, y sus principales manifestaciones son el consumismo y la tendencia a la homogenización cultural propia de la globalización.
4-Mecanización del Estado: Actualmente existen leyes e instituciones para prácticamente todo, y esto ha reducido el espacio de la libertad individual en cierta manera.
5-Tedio cotidiano: Los efectos de los patrones socio-culturales y económico-políticos generados por la influencia ahrimánica, han hecho que cada vez sean más frecuentes las personas que en su diario vivir experimentan apatía, tedio, aburrimiento, desmotivación y vacío existencial.
5-Medicina deshumanizada y mecanicista: La tendencia ahrimánica nos habría llevado hasta una Medicina donde la vida ha quedado mecanizada; como diría el escritor Leopoldo María Panero, “reducida a una combinación de carbono, de hidrógeno, de oxígeno…”. Situación aún peor, también nos habría conducido a una Medicina donde el valor del dinero rige las prácticas profesionales más que la vida humana, viéndose así costos exorbitantes, pacientes que mueren por falta de dinero, y compañías farmacéuticas transnacionales que, según los rumores, han impedido con sus mafias que se publique la cura al sida…
6-Economía humanamente peligrosa: Según los planteamientos de Steiner, la ciencia económica actual (y esto se aplica aún más ahora que cuando Steiner vivía) tiende a concebir todo de una manera demasiado abstracta en la cual surgen recetas que, en la recomendada búsqueda de fines abstractos (no por ello carentes de manifestaciones concretas), ponen en riesgo o sacrifican bienes humanos. Tal es el caso de la gente que pierde dinero en los bancos a causa de que el Estado protege a dichas instituciones creyendo que son imprescindibles para la estabilidad económica, contrariamente a lo que debería hacerse y se hizo en Islandia, donde el presidente decidió preferir que los bancos quiebren antes que el dinero de los ahorristas no sea devuelto pues, como bien dijo, es más importante “el estado de derecho” y el “bienestar social”.
7-Religiosidad simple y reducida en sus miras: Steiner hablaba de que los Evangelios eran interpretados dogmática y simplistamente, y que nunca se recurría al conocimiento esotérico-ocultista para comprenderlos. Sin embargo eso no es un rasgo exclusivo de lo que para Steiner es el período ahrimánico, ya que desde sus inicios el Cristianismo ha sido dogmático y hostil hacia el esoterismo.
8-Filosofía Nihilista: Steiner apuntó este rasgo pensando sobre todo en Nietzche, ya que éste filósofo fue el padre del nihilismo, y el inaugurador de la etapa postmoderna del pensamiento filosófico. Por algo a Nietzche se lo conoce como “el asesino de Dios”, ya que él creó el aforismo de “Dios ha muerto”, refiriéndose con ello a que la religión y sus valores estaban perdiendo mucho poder en la cultura, y estaban surgiendo otros valores y una visión de vida en la que el individuo se enfocaba en el “más acá” antes que en el más allá. Pero lo fundamental del nihilismo, preconizado después por otros filósofos además de Nietzche, fue que la vida carecía de significado, fin o sentido objetivo. En concordancia, tampoco la historia del hombre apuntaba a un fin. Ya no había una dialéctica histórica que, a partir de tesis, antítesis y síntesis, condujera a la Humanidad hacia un progreso o evolución (esta idea de la dialéctica es de Hegel). Solo estaba la vida, sin un por qué, sin una dirección, sin una justificación…
9-Tecnología que separa de lo espiritual: Para Steiner, el desarrollo de la tecnología habría contribuido a mecanizar la vida y a fomentar en el hombre la búsqueda de metas materiales, alejando así su conciencia de lo trascendente.
10-El hombre como animal, el animal como máquina: Steiner decía que el discurso científico concebía al hombre como un animal, en el sentido de que le negaba la existencia de todo aquello que no perteneciera al mundo de las partículas, de lo empíricamente constatable. Por eso el hombre terminaba siendo un simple animal racional, un ser en el que toda sublimidad se extinguía con la muerte, ya que sus aspectos profundos subsistían solo en presencia del cerebro. Por su parte, el animal no tenía estructuras cerebrales que le permitiesen tener emociones o razonar, y era por ende una simple máquina constituida por células. Ahora bien, sabemos que actualmente se han hecho descubrimientos y que la ciencia ya ve como dotados de sensibilidad emocional y psicológica a ciertos animales, como los monos, los delfines y los perros. Sin embargo, todavía los científicos se niegan a ver algo espiritual en el hombre, y una manifestación de eso es el descrédito de la Parapsicología y de las medicinas alternativas, así como el desinterés de la ciencia convencional por investigar cuestiones vinculadas a nuestras creencias espirituales.
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El paradigma científico actual y los planes de Ahrimán
ahriman12Ya hemos visto las críticas más conocidas de Steiner hacia la ciencia convencional, pero hay algo mucho más interesante y menos conocido, y tiene que ver con una supuesta analogía espiritual-estructural entre determinadas prácticas científicas y los sacrificios satánicos…
Todo parte del paradigma experimental científico que Francis Bacon enunció muy bien cuando dijo que “es preciso atajar los devaneos de la Naturaleza, obligarla a servir y esclavizarla”, y sobre todo que hay que “torturar a la Naturaleza para extraer de ella sus secretos”… Así, tal paradigma estaría plasmado en todos los casos en que los científicos experimentan cruelmente con animales, siendo un ejemplo magnífico el del soviético Brukorenko, quien en 1920 crea el “autojetor” (una máquina con funciones de corazón y pulmones) y, con éste, mantiene viva la cabeza de un perro… Para nosotros, ese y otros hechos lamentables son más buenos que malos porque sacrifican el bienestar de unos cuantos animales en aras al bienestar de muchos humanos, pero Steiner plantea que son “magia negra ahrimánica inconsciente”, semejante a los ritos satánicos en que se sacrifican animales; y, al igual que esos ritos, tales experimentos científicos endurecerían espiritualmente a la Tierra…
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Ahrimán, el maestro de la masificación
Steiner postula que estamos en la “Época del Alma Consciente”, y que nuestro fin en esta época es desarrollar un pensamiento libre, individual, independiente y espiritualmente consciente. Para eso debemos adquirir y profundizar tres verdades: 1) en nuestra existencia física, no tenemos sino la mera imagen de la vida anímica que teníamos antes de nacer y tendremos después de morir, 2) el cuerpo humano no es una pura realidad material, es una forma de origen espiritual, y 3) el comportamiento real de la materia no es el de una máquina sino que más bien se parece a un arco-iris dinámico (los seguidores de Steiner ven en la Física Cuántica una esperanza de llegar a esta concepción a través de la ciencia).
Aclarado lo anterior, tenemos que Ahrimán busca alejar al hombre de su propósito, cegándolo ante las tres verdades enunciadas con su hueste de ángeles que rechazaron la influencia espiritual de Cristo en la época espiritual por él llamada “Época Egipcio-Caldea”. Y es que, según sus visiones, en la actualidad existen ángeles crísticos que vierten en nuestras almas numerosas imágenes sobre las realidades espirituales, y estas imágenes nos ayudan a tomar conciencia de las tres verdades enunciadas; pero, si no nos mostramos receptivos, se sumergen en nuestro cuerpo etérico y se transforman en instintos inconscientes que sirven a los propósitos de Ahrimán.
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Crítica a la Antroposofía de Steiner
Steiner no presenta las características típicas de un médium o de un desequilibrado, e incluso pretende ser científico y sistemático. Sin embargo, muchas de sus concepciones son tan fantásticas como los planteamientos de la Teosofía, y otras son sencillamente delirantes, por ejemplo: a) los lápices de color negro o marrón, no deben ser usados por los niños porque “no son puros”, b) las vacunas “bestializan” a los niños, c) los negros tienen predominancia de “vida instintiva” y ésta se manifiesta en el “cerebro posterior”, los asiáticos tienen predominancia de “vida emocional” y ésta se manifiesta en el “cerebro intermedio”, y los blancos tienen predominancia de “vida pensante” y ésta se manifiesta en el “cerebro delantero”, d) los planetas también se pueden reencarnar, y eso ya ha sucedido con la Tierra. Aplicando las palabras de Shakespeare a la Antroposofía de Steiner, diríase de ella que “hay mucho método en semejante locura”…
Ya a un nivel más técnico de nuestras objeciones, vemos como, al igual que Hegel, Steiner desarrolla una historia del mundo en la que éste está sujeto a una evolución; sin embargo, en lugar de desarrollar esa historia mediante la deducción lógica, Steiner simplemente describe hechos que se suceden unos a otros, tal y como haría un naturalista describiendo el crecimiento de una planta en sus diferentes estadios, con la diferencia de que tras las descripciones del naturalista hay teorías empíricamente demostradas, mientras que tras las descripciones de Steiner ni siquiera vemos un sustento argumentativo.