sábado, 27 de octubre de 2012




Son espiritus femeninos o hadas que con sus gemidos anuncian la muerte de quien la escucha o de alguno de sus parientes, forman parte del folklore irlandés desde el siglo VIII, Etimológicamente “Bean Sidhe” proviene del gaélico y quiere decir “Hada del Espíritu” o “Hada de la Colina”; no obstante, con el tiempo su uso a lo largo del Reino Unido derivó en el anglicismo “Banshee”. En algunos relatos se aparecen como mujeres de gran belleza, en otros son horribles y malvadas brujas. Eso se debe a que la función de este espíritu cambia según el relato donde se las encuentre. Sin embargo de una forma u otra su cualidad es anunciar la muerte de un miembro de la familia o clan al cual se apegan. ¡Y como lloran!, largan lamentos y aullidos toda la noche para anunciar que la muerte anda cerca de la familia.

Se dice que se puede presentar vestida de diferente manera: de gris, con una capa con capucha o con un sudario mortuorio. Aunque su descripción varía de zona en zona, en algo coinciden todas las representaciones y es en la mortuoria palidez de su rostro y en el estremecedor enrojecimiento de sus ojos, causado por siglos y siglos de llanto. No es pues de extrañar que todos aquellos que aseguran haberlas visto o escuchado han dicho que es una experiencia espeluznante, y que trasmiten angustia, tristeza y un gran tormento.

Originariamente la leyenda afirmaba que solo cinco familias tenían el privilegio de contar con los servicios premonitorios de las banshees; esas familias eran todas de pura sangre celta, sin una sola gota de sangre normanda que pudiera contaminar sus venas. Las familias eran estas: los O’Neills, los O’Brien, los O’Connor, Los O’Gradys y los Kavanaghs. Más tarde la leyenda fue abriéndose más y en la Edad Media ya no eran sólo esas cinco familias sino en general todas las estirpes irlandesas de alta alcurnia las que podían contar con una banshee que les anunciase cuando la muerte estaba próxima a alguno de sus miembros.

Con el paso del tiempo y los cruces entre familias se siguió abriendo aún más la leyenda hasta llegar al siglo XII en que se pensaba que las banshees protegían también a las familias resultantes del cruce de ilustres familias irlandesas con colonos e inmigrantes ingleses. Según ciertos estudiosos del folclore, las banshees anunciarían la muerte de cualquier nativo irlandés, viva o no en su tierra natal.

La Banshee más célebre de la antigüedad se llamaba Aibhill y estaba al servicio de la familia real de los O’Brien. La leyenda dice que el anciano rey Brian Boru fue hacia la batalla de Clontarf (año 1014) sabiendo que moriría, ya que Aibhill se le había manifestado durante la noche anterior lavando ropa de soldados como los de su ejército mientras lloraba y gemía a la par que el agua se llenaba de sangre…

Pero lo más interesante de todo es que esta leyenda tiene otra cara que es asombrosamente compatible con la primera. Según esa otra cara la banshee Aibhill se le apareció (en 1014, antes de la batalla de Clontarf) al líder militar Dunland O’Hartigan, quien era nada más y nada menos que el principal lugarteniente del rey Brian Boru… Aibhill le ofreció doscientos años de vida, plenitud y felicidad si él no tomaba parte en la batalla por tan solo un día, no obstante O’Hartigan se dejó llevar por su fervor guerrero y no aceptó, ante lo cual Aibhill le predijo que el ejército irlandés ganaría pero que su hijo y el mismísimo rey Brian Boru caerían muertos sobre el campo de batalla. Y así fue, los irlandeses salieron victoriosos pero, durante aquel fatídico atardecer el rey murió, los soldados relataron haber oído durante un tiempo considerable el desgarrador y escalofriante aullido de la leal banshee Aibhill que se lamentaba por el rey, el hijo de Dunland y todos los valientes soldados irlandeses que vertieron su sangre aquel día…


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