miércoles, 3 de abril de 2013



Arqueólogos de Bulgaria han desenterrado dos esqueletos de la Edad Media –de hace 800 años– perforados con barras de hierro en sus pechos.

Arqueólogos de Bulgaria han desenterrado dos esqueletos de la Edad Media –de hace 800 años– perforados con barras de hierro en sus pechos.
La acción de clavar una estaca a un vampiro no es una leyenda que aparece en la novela Drácula –que recopiló el autor irlandés Bram Stoker en 1897 sobre los cuentos populares de la Europa del Este– o un mito como se ha plasmado en tantas películas de terror, donde los muertos vivientes perseguían a los vivos, sino que el apuñalamiento en el tórax no es ficción, es una realidad. Arqueólogos de Bulgaria han desenterrado dos esqueletos de la Edad Media –de hace 800 años– perforados con barras de hierro en sus pechos. Los han hallado en una excavación al lado de un monasterio en la ciudad Sozopol, junto al Mar Negro.

"Estos dos esqueletos apuñalados con barras de hierro ilustran una práctica que era común en algunos pueblos de Bulgaria, hasta la primera década del siglo 20", explicó el director e historiador del Museo Nacional de Bulgaria, Bozhidar Dimitrov en un medio búlgaro. En los últimos años, se han encontrado a más de 100 cadáveres apuñalados en Bulgaria. Esta práctica se hacía para evitar que las personas que habían tenido mala reputación a lo largo de su vida se convirtieran en vampiros. Por ello, antes de ser enterradas se les clavaba una vara de hierro o de madera antes de ser enterrados para que no se levantasen de sus tumbas a medianoche, comentó el historiador.

"No sé por qué esta práctica se hizo tan común y popular. Tal vez por el misterio de la palabra vampiro", agregó Dimitrov. Según el director del Museo Nacional de Bulgaria, la mayoría de estos vampiros eran aristócratas y clérigos. Y «lo curioso es que no hay mujeres entre estos hallazgos. No tenían miedo a las brujas». Sin embargo, hace dos años, el antropólogo forense italiano Matteo Borrini descubrió en una fosa común de 1576 en Lazzaretto Nuovo (a tres kilómetros de Venecia) el cadáver de una mujer, considerada como «mujer vampiro». La hallaron con un ladrillo en la boca para evitar que siguiera «mordiendo y chupando sangre». Esta práctica también se realizaba porque se apoyaba en la creencia medieval de que los vampiros estaban detrás de la propagación de la peste. El esqueleto fue desenterrado en una fosa común de la plaga veneciana de 1576 –durante la que murió el pintor Tiziano– y que fue empleado como un sanatorio para enfermos de la plaga.

La sucesión de plagas que asolaron Europa entre los años 1300 y 1700 fomentó la creencia en los vampiros, debido a que la descomposición de los cadáveres no se comprendía bien, explicó Borrini. Los sepultureros veían a los muertos en todos sus estados de descomposición. Esto incluía hinchazón abdominal combinada con «fluidos de purga» secretado por la nariz y la boca, que “podían fácilmente ser confundidos con sangre succionada por un vampiro”, comentó Borrini.

Además, a los muertos se les cubría sus caras con mortajas, que a menudo se descomponían debido a las bacterias en la zona de la boca. Incluso, por ello, pasaron a conocerse como "comedores de mortajas.


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