martes, 16 de abril de 2013





La niña caminaba con su osito de peluche por un pasillo en su casa, de noche. Siguió por el pasillo hasta llegar a la habitación de su madre, que dormía tranquilamente. La pequeña primero vio en la mesita a lado de la cama una foto de ella junto con su perro, y luego vio a su madre.

-¿Mamá?- dijo la niña.
-¿Que sucede?- le responde la madre al despertar.
-Mamá, el conejo de pascuas se está comiendo mi caramelo.- respondió la niña.
-Corazón, por favor, déjame dormir. Vuelve a tu habitación.- dijo la madre, muy cansada.
-Pero mamá, está abajo comiéndose mi caramelo.- contestó la niña, aterrada.
-Tuviste un sueño. El conejo de pascuas le da caramelos a los niños, no se los quita. Ve a dormir a tu cama.- dijo la madre, acostándose de nuevo.

La pequeña, triste por la respuesta de su madre, se dispuso a volver a su cama a dormir. Bajó las escaleras y vio un ser horripilante, negro y lleno de sangre en toda la cara, devorando un gran trozo de carne. La niña, con los ojos llorosos, veía como el ser comía y se llenaba los dientes de sangre.

-Mamá me dijo que volviera a la cama.- dijo la niña.
El monstruo, repentinamente, se dio vuelta, y le contestó a la aterrada niñita:
-Buena idea, nena. Ve que todavía no es tu turno. Voy a esperar un poco y entonces seguiré contigo.

La niña miró al piso y vio los trozos de carne, destrozados en el piso dentro de un charco de sangre. Siguió viendo y al lado suyo había una chapa de metal con forma de hueso, que decía "Caramelo". La pequeña, tras verlo, cerró los ojos y una lágrima recorrió su cara.


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