Aprovechando
que todos en mi familia se fueron de viaje me quede en casa para
descansar, metí a mis dos perros en la habitación para no estar solo. De
la nada empezaron a gruñir, mirando fijamente hasta la puerta de mi
cuarto, fui a ver qué pasaba, pero antes de llegar vi que la chapa se
movía como si alguien intentara abrir desde afuera, mis animalitos se
pusieron inquietos, ladraban nerviosos, y encogían las orejas, un poco
asustado también, regrese a mi cama, y alcancé a ver como una pequeña
cabeza se escondía en una esquina cerca de mi ventana.
Con mis
perros en brazos fui hasta la puerta, pero de nuevo no alcance a llegar
porque un golpe como el de una patada, sonó en la puerta, me dejé caer
recargado en la pared y vi un par de piernas a través de la cama. En ese
momento se fue la luz, esperé hasta que volviera, entonces pudimos
salir porque no había más golpes en la puerta. Las sillas estaban
regadas y otras sobra el comedor, las acomodé para calmarme y acompañado de mis perros, buscamos por todo el lugar, no pudimos encontrar nada.
Fui al baño a lavarme la cara para que el susto se pasara, mis perros
salieron corriendo, cuando fui tras ellos pasé por el comedor y las
sillas estaban de nuevo regadas, los animalitos estaban en el cuarto de
mis padres, detrás de un niño de pies sucios, que estaba muy pálido, al
darse cuenta que lo veía, sonrió, y salió corriendo justo al lado mío,
dejándome un fuerte escalofrió, que me quitó las fuerzas y caí
desmayado.
Al despertar vi a lo lejos en el comedor un par de
personas sentadas que discutían sobre algo, un hombre se levantó de la
mesa, y golpeo a la mujer con fuerza, esta gritó mientras corría hasta
donde yo me encontraba, quise correr pero en un instante estaban frente a
mí, ella me pidió ayuda y el hombre me miró con extrañeza, me golpeó el
rostro y me estrellé en el suelo, cuando volteé ya no estaban, solo
pude ver ese par de piernas blancas del nuevo, que pertenecían al niño
que reía. Corría por todo el lugar como jugando a las escondidas,
entraba y salía de entre los muebles.
No tuve más que
esconderme con mis perros debajo de la cama hasta que aquello terminara,
jamás supe quien era, ni si ha vuelto a casa, porque decidí desde ese
momento jamás quedarme solo.
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