Conocido principalmente en Argentina, Brasil y Paraguay, el Pombero es un duende del bosque que se encarga de proteger la fauna y flora de aquellos que matan más animales de los que van a comer o talando árboles que no van a utilizar…
El Pombero es un ser originario de la
mitología guaraní (algunos autores difieren en esto), muy popular en
Paraguay, en ciertas partes del sur de Brasil, y en zonas argentinas
como Misiones, Corrientes o Entre Ríos.
Este ser gusta de acosar y violar
mujeres, asesinar a quienes deterioran innecesariamente la naturaleza, y
castigan a quienes osan pronunciar su nombre en voz alta o les faltan
el respeto imitando su silbido, que según cuentan es escalofriante y de
hasta 30 segundos.
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Su nombre
Su nombre
En guaraní, el nombre que se le da es
“Cuarahú-Yara”, lo cual significa “Dueño del Sol”. Sin embargo, esto es
sólo aparente, pues aquel es el nombre de un viejo rojizo con un solo
ojo en la frente, dientes de perro,
brazos largos y enormes manos. Este ser, según indica el especialista
Félix Coluccio, no es una modalidad del Pombero sino un ente
diferenciado. Así, los verdaderos orígenes de su nombre habría que
buscarlos en el sur de Brasil, donde se llama “pombeiro” al que espía, y
en los aborígenes de las pampas argentinas, que llaman “bombero” al
explorador que marcha en la línea de avanzada cuando se están efectuando
tareas de reconocimiento. De allí, se cree que el nombre puede ser una
fusión de ambos, o una deformación de uno u otro.
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Versión tradicional del Pombero
Versión tradicional del Pombero
Las primeras referencias al Pombero lo muestran como un ser alto, flaco, fornido, feo, y muy peludo. Sin embargo, esta versión carece de importancia en la actualidad, no solo porque prácticamente no existe información
sobre la misma, sino porque, de una forma que podríamos llamar “casi
oficial”, el Pombero es popularmente conocido como una especie de
duende. Esta es la versión tradicional, tanto en el folclore actual como
en el de hace décadas atrás.
En la versión (la tradicional) que nos ocupa, el Pombero es una especie de hombrecillo pequeño,
feo, fuerte, moreno, muy peludo, de brazos largos y manos enormes,
codos y rodillas sin articulaciones (por lo cual hace movimientos toscos
y grotescos), piernas cortas con pies invertidos que desorientan a
quien lo intenta rastrear, un enorme miembro viril para abusar
carnalmente de las mujeres, una barba larga —en ciertas versiones, tan
grande que le cubre el miembro—, un sombrero de paja y una bolsa al
hombro, aunque lo de la bolsa es dudoso, pues proviene de su confusión
con el Kari-Vosá, otro ser mitológico.
Sean cuales sean los detalles de su
aspecto, el Pombero ronda por los bosques, suele refugiarse en casas u
otras construcciones abandonadas para descansar, y nunca deja de viajar,
al menos entre las zonas en que se lo ha visto.
Sus habilidades
son diversas: puede hacerse invisible y delatar su presencia a través
de algo tan sutil como un escalofrío en quien supuestamente es tocado;
puede deslizarse en espacios muy estrechos, correr velozmente en cuatro
patas, imitar el canto de muchas aves (sobre todo nocturnas), el silbido
de una persona y el sonido de víboras u otros animales.
La misión principal del Pombero es la de cuidar a la Naturaleza,
vigilando el monte y velando por las vidas de los animales salvajes. Por
ello y si bien permite la cacería, se enfurece cuando ve que un cazador
mata más de lo que consumirá, cuando un pescador solo busca
entretenerse, cuando un leñador corta madera que no empleará y, en suma,
cuando cualquiera produce injustificadamente un daño a la flora o
fauna. Su vigilancia es casi imposible de burlar, ya que supuestamente
puede metamorfosearse y, por ejemplo, estar observando todo en forma de
lechuza…
A la hora de castigar, el Pombero puede ser realmente implacable
y cruel. Por ejemplo, en algunas partes de Argentina creen que, si
encuentra a un niño cazando pájaros, lo tomará a la fuerza y lo
abandonará lejos de casa, muerto o atontado, dependiendo del caso.
Concretamente en el Chaco (Argentina), se cree que el Pombero puede
chuparles la sangre a los niños, dejándolos secos y colgados de algún
árbol…
Tal y como los duendes tradicionales, el
Pombero puede ser travieso y fastidioso: libera vacas y otros animales
de sus corrales, dispersa gallinas u otros grupos de animales domésticos
o salvajes, roba tabaco, desparrama maíz, consume miel si la encuentra a
su alcance, se coge los huevos de las gallinas, y tumba a los jinetes
de sus caballos, entre otras cosas.
Particularmente conocida es la lascivia
del Pombero. Éste, aprovechándose de su invisibilidad, suele despertar a
las mujeres con caricias malintencionadas, sobre todo si duermen fuera,
como sucede a menudo en verano. Ciertas mujeres han sido violadas por
el Pombero, y cuando tienen un hijo de él, suele ser algo parecido al
padre, desgraciadamente… En este tipo de afán el Pombero, cuando se ha
prendado de la belleza de determinadas jóvenes, ha llegado a raptarlas
(dicen algunos que, para esto, puede hipnotizar), las ha violado en el
bosque, y ahí las ha dejado abandonadas, generalmente embarazadas, con
la ropa rasgada y el cuerpo
cubierto de tierra y mal olor (el Pombero apesta). Sin embargo, gusta de
violar salvajemente, a manera de castigo, a las esposas infieles y a
las jóvenes que han crecido sin bautizarse. Hasta aquí parecería que las
elegidas del Pombero están perdidas, pero muchos creen que, si éstas le
ofrecen miel o tabaco de buena manera, el Pombero habrá de dejarles
intacto “el honor”.
Ahora, y pese a ser violador, el Pombero
también tiene su lado sensible con las mujeres. En efecto, en
Corrientes (Argentina) creen que éste se suele enamorar de las
embarazadas que están gestando niñas, y que las protege cuando duermen o
andan solas en la oscuridad, delatando a veces su presencia en algo tan suave como un piar de pollito.
Por otra parte, uno puede ganar la amistad
o simpatía del Pombero si le hace regalos. Hay que dejarle tabaco, miel
o licor, en algún banco o silla o en un lugar visible atrás de la casa,
pronunciando una corta oración o ruego. Cuentan que, si se llega a
obtener su amistad, éste cuidará la casa, el rancho, los animales y las
pertenencias del favorecido, además de que le guiará donde están las
presas más grandes para cazar, los peces más gordos y jugosos, y los
frutos más frescos y exquisitos… Sin embargo, ganar la amistad del
Pombero no es tarea sencilla, pues las ofrendas deben hacérsele por
treinta noches seguidas sin interrupción; aunque también, si se desea un
favor concreto —sobre todo en lo que es encontrar cosas perdidas y
tener éxito con los cultivos y los animales de granja—, se puede pedir
primero el favor, decirle lo que se le habrá de dar por treinta noches
seguidas, esperar a que el favor esté cumplido y entonces proceder a
cumplirle lo ofrecido. Y es mejor que así sea, porque el Pombero se
enfurece cuando hace un favor y no es retribuido…
Como contraparte a lo anterior, hay
quienes se han ganado la enemistad del Pombero. Si esto es así, la
persona enemistada oirá ruidos extraños en casa,
verá objetos que se mueven, puertas que se abren, cosas que se caen sin
explicación, o incluso pasos y voces sin fuente aparente… Esa persona
mejor no debería salir de cacería, pues el Pombero intentará
confundirle en la espesura del bosque, de la cual quizá no vuelva vivo…
Otra cosa a tener en cuenta, es que
alguien puede irritar al Pombero sin llegar a ser su enemigo, pero sí
experimentando desagradables consecuencias y, de reincidir, seguramente
tendrá la enemistad del Pombero. Cosas que lo irritan, además de dañar
innecesariamente la flora y fauna, son el pronunciar su nombre en voz
alta, el imitarlo (esto hará que conteste con estremecedores sonidos) y
el no hacerle jamás ningún regalo. Según creen, posibles consecuencias
de irritarlo son episodios de temblor, mudez o confusión, estados todos
que el Pombero puede inducir con solo dar un roce de sus manos peludas.
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Aún creen en el Pombero
Aún creen en el Pombero
Todavía en la actualidad, pero sobre
todo en el campo, muchos afirman tener experiencias que delatan la
presencia del Pombero: ramas que se mueven sin motivo, ruidos de
animales que no se ven, asnos sin cabeza o cosas de ese tipo, sonidos de
ciertas especies de ave al atardecer, animales de granja que se
dispersan sin motivo aparente, etc…
Jorge Alberto Martínez, argentino que
investigó sobre la vigencia de la creencia en el Pombero, cuenta al
respecto lo siguiente: “Lo cierto es que además, dicho mito, sigue
en este año 2000, existiendo y no sólo entre la gente sin estudios, sino
incluso entre estudiantes universitarios a los que he analizado. Hace
menos de un mes, a uno de ellos le referí la historia del Pombero como
un mito, y se ofendió, diciéndome que él mismo lo había visto y que así
como embaraza a las mujeres, con los hombres puede ser un juerguista
insoportable o un aliado valioso, tanto en las cosechas como en sus
propias relaciones con las mujeres. La sensación que me transmitió del
Pombero fue tan vívida, que por poco me lo creí. Creo que un error que a
veces podemos cometer es pensar en los mitos como en algo que pasó, no
como algo viviente, que hoy en día sigue sustentándose a partir de
experiencias como las que acabo de relatar (…). Si bien mi conocimiento
del Pombero comenzó hace casi 20 años a través de una empleada doméstica
paraguaya, cuando me fui internando en la cultura de ese país por otros
fines, descubrí que tiene una presencia casi tan importante como el
Espíritu Santo dentro de la mitología católica.”
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