sábado, 17 de enero de 2015



La conocida historia de los hermanos Grimm, Hansel y Gretel, perfectamente hubiera tenido cabida en el Japón medieval.

Onibaba
En el conocido- y terrorífico cuento- dos hermanos eran abandonados por sus padres en el bosque, ya que estos últimos, desesperados, habían determinado que eran incapaces de seguir alimentando cuatro bocas en una época tan terrible. Hansel, que escuchó la conversación de sus padres trazó un plan para poder volver a casa dejando caer una serie de piedras.

Funcionó la primera vez, pero no la segunda, ya que, incapaz de conseguir las piedras, utilizó migas de pan que fueron devoradas por los pájaros. Perdidos en el bosque, los hermanos se encuentran con una casa hecha de pan de jengibre y otros dulces, dentro les esperaba una bruja con una única obsesión, comérselos.

Trasladar historia al país nipón, haciendo un ejercicio de localización, cambiando los nombres y paisajes, no sería para nada difícil, ya que las circunstancias de tantas familias de campesinos eran igual de precarias. Seguramente, en lugar de encontrarse con una bruja estilo europeo- que les pregunten a los alemanes cuantas a cuántas quemaron o ahogaron- se encontrarían con una un poco diferente, la onibaba, y ¡ay amigos!, dudo mucho que la parejita hubiera tenido tanta suerte…

Onibaba, recibe su nombre de la unión de dos palabras japonesas oni- demonio- y baba – bruja o vieja en tono despectivo y tiene su origen en una historia verdaderamente escalofriante.

Hace mucho tiempo, una niña nació en el seno de una familia adinerada de Kyoto. Nunca le faltó de nada, excepto el habla, ya que a la nada despreciable edad de cinco años, la niña, todavía no había articulado una sola palabra.

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Los padres, desesperados, consultaron con diferentes doctores, sin hallar explicación o cura. Un día, dieron con un adivino, que tras observar a la niña y aplicar sus misteriosos métodos, llegó a la conclusión que la única salida que tenían era conseguir el hígado de un niño todavía por nacer, es decir, en el feto, dentro de la madre.

La familia contaba con diferentes empleados domésticos, pero fue la niñera la que se iba a encargar de esta dura y difícil tarea. Esta mujer, tenía una hija de edad similar a la niña afectada, y antes de partir, le entregó un amuleto- omamori- que la protegería en el caso de que su madre no volviera o estuviera un largo tiempo fuera de casa. Marchó de allí e intentó sin suerte conseguir un hígado para su protegida. Llevaba dinero, el cual no faltaba en la casa donde trabajaba pero ¿qué madre estaría dispuesta a entregar algo tan preciado?

Casi sin darse cuenta, pasaron semanas, meses, hasta que llegó a la población de Adachigahara y estableció su hogar en una cueva, cercana a un camino muy transitado, lugar que pensó que aumentaría sus posibilidades de triunfar en su empresa.

Pasaron años.

Un día, una embarazada caminaba cerca de la cueva. Desesperada y ansiosa por volver a casa junto a su hija y complacer a sus señores, engañó a la mujer, la hizo entrar dentro mostrando una sonrisa y escondiendo un cuchillo.

Destripó el vientre de la mujer, extrajo el hígado, y no fue hasta ese momento cuando se dio cuenta de que la muchacha llevaba colgado el omamori que le había entregado su desaparecida madre años atrás. No sólo había asesinado a su hija, sino también a su futuro nieto.

Pronto o tarde, se convirtió en un youkai- monstruo- que asaltaría a los transeuntes para comerse su carne.

Existen muchas más historias y leyendas que hablan de la onibaba. La mayoría de ellas, cuentan con pasajes que hablan de la anciana-youkai afilando su largo cuchillo, de como su casa está llena de huesos humanos y de como disfruta colgando a sus víctimas y preparando un caldo apropiado para el consecuente banquete.


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