La chica de los ojos oscuros, una chica
especial, con una esencia divina, pero con una terrible maldición. Sueña
por las noches con monstruos sin ojos, le producen un pánico atroz, se
despierta sudorosa, con el corazón desbocado, sin apenas poder respirar y
temblando como un conejillo asustado.
Ha sido una mala noche, una noche de
pesadillas, como otras veces. Está en el vestuario del gimnasio
duchándose después de clase de gimnasia, una ducha conjunta donde con
sus amigas habla de las odiosas fórmulas de interés simple, capitales
equivalentes y vencimiento común, que tienen que estudiar para el examen
de tesorería de mañana. Mientras se seca, se mira en el espejo, mira
sus ojos, son oscuros, unos ojos preciosos, pero ella los prefería de
color esmeralda. Es la última en vestirse, ha estado pensativa,
recordando la última pesadilla, parecía tan real.
Está sola en el vestuario, agarra su
mochila para irse. Y entonces lo ve, delante de ella, es un monstruo sin
ojos, como el de sus pesadillas, pero ella está despierta ahora. Un
terrible grito ensordecedor suena en lo más hondo de su ser, pero sus
cuerdas vocales no emiten sonido alguno. Está sumida por el terror, la
pesadilla es real.
Corre con el pecho a punto de explotar.
El monstruo la sigue, da pequeños pasos, pero es tan rápido como ella.
No importa lo rápido que corra, él siempre está justo detrás. Siente su
aliento en la nuca, un aliento helador, pero que al mismo tiempo quema
como si fuera fuego del mismísimo infierno. Emite pequeños gruñidos,
como un perro salido del averno. Le lanza la mochila, pero el monstruo
la esquiva sin inmutarse. Mira hacia atrás aterrada, tropieza y cae.
Llora en el suelo mientras el monstruo se acerca inexorablemente. No
tiene ojos, pero parece ver, se fija en los ojos de ella. Entonces lo
entiende, quiere sus ojos. De entre todas las chicas, quiere los suyos,
el monstruo siempre quiere los más bonitos, no se conforma con otros.
Se detiene ante ella, alarga su mano,
pero entonces la retira, como si se hubiera quemado. Otra vez la alarga y
ahora chilla dolorido. Los ojos de la chica empiezan a brillar como una
estrella en el firmamento. El monstruo empieza a arder, en pocos
segundos está envuelto en llamas y finalmente queda reducido a cenizas.
La chica de los ojos oscuros, a través
de los cuales se puede ver su alma brillante. El monstruo se había
enamorado de sus ojos, pero la luz que salió a través de ellos desde su
alma, consumió la oscuridad del monstruo.
La chica se levanta, ya no llora, ya nunca más tendrá pesadillas. Y ya nunca más deseará tener ojos de color esmeralda.
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