miércoles, 26 de diciembre de 2012



A lo largo de la historia de la humanidad, uno de los miedos más extendidos en las diferentes civilizaciones ha sido el morir enterrado vivo. Hoy día esto parece una banalidad ya que la ciencia nos permite conocer exactamente si nuestro cuerpo está clínicamente muerto, pero hasta hace dos días esto no era tan preciso.
Muchas fueron las personas que hasta adentrado el siglo XX fueron enterradas, dándolas por muertas, cuando todavía seguían con vida. De hecho, tal era el pánico a ser enterrado vivo que se idearon diferentes artilugios para poder avisar mediante campanas o tapas de vidrio que se había cometido un gravísimo error.
¿Qué ocurre cuando no hablamos de errores sino de acciones premeditadas?
Toda leyenda urbana, como te comentaba en el anterior post, tiene un punto de verdad, y es ahí donde radica su fuerza.
Son muchas las leyendas e historias que circulan en Japón sobre el hitobashira (pilares humanos), gente que fue enterrada viva a conciencia durante la construcción de importantes edificios, como sacrificio (Ikenie) a los dioses, en busca de su protección. Te hablo de puentes o castillos.

Dice la leyenda que:  Durante la construcción del castillo de Matsue, los obreros se encontraron con un gran problema. El muro central de la torre se derrumbaba cada dos por tres y era imposible estabilizar el edificio. Los constructores estaban convencidos de que sacrificar a una persona estabilizaría la construcción por lo que se dispusieron a encontrar a la persona correcta. Eligieron a una doncella, hermosa y con dotes para el baile y la sellaron entre los muros centrales. A partir de entonces el castillo se levantó sin ningún incidente.
Castillo de Matsue
¿Un castillo encantado?
Por supuesto esto no podía terminar así y el castillo quedó encantado automáticamente después de la muerte de la doncella. Hay quien afirma que ha visto danzar a una doncella fantasmal en las inmediaciones del castillo…
Es posible que el origen de esta leyenda empezara con la aparición de diferentes huesos humanos en diferentes construcciones, posiblemente obreros fallecidos por algún desprendimiento, pero, quién sabe, no me extrañaría que algún constructor supersticioso llevara a cabo este ritual.


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