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domingo, 22 de noviembre de 2015



El mismo año en que mis padres contrajeron nupcias, mi padre obsequió a su esposa un hermoso candelabro de Baccarat. Aparentaba pesar una tonelada y abarcaba un enorme tramo de la escalera. Debido a sus dimensiones mi padre buscó durante algún tiempo una casa con altura suficiente para acomodarlo. Terminó decidiéndose por una casa palaciega muy antigua en el campo galés. La mansión contaba con seis pisos y en el centro había un enorme atrio en espiral con el techo de cristal. Las escaleras subían por las paredes de la torre rodeando al enorme candelabro en la cima.
candelabro

Desde que tengo memoria, me recuerdo pasando el día tumbado en el suelo admirando la cascada de cristales que colgaba del techo y observando los prismas centelleantes que atrapaban la luz y la arrojaban en forma de un vibrante arcoíris sobre las paredes. Mi madre solía regalarme una sonrisa. Según ella, era todo un romántico, un soñador. Mi padre me sonreía por simple correspondencia, pero nunca se molestó en verlo desde mi perspectiva. El solo tenía ojos para mi madre, al menos hasta que mi pequeño hermano George vino al mundo.
Pero yo no era un soñador, no, yo luchaba contra el sueño con cada parte de mi ser. Prefería pasar mis noches despierto, observando el baile de aquellos campos de estrellas que parpadeaban sobre la torre en las noches claras. Si la Luna brillaba por encima del gran atrio, aquel Baccarat la transformaba en millones de brillantes y diminutas estrellas. El candelabro siempre se balanceaba con suavidad, incluso sin una corriente de aire en la casa, y ejecutaba un vibrante y nítido baile celestial sobre las paredes al ritmo de una canción que casi podía escuchar. Me hubiera gustado danzar entre ellas.
Cierto día me desperté de una siesta por la tarde con el estruendo del metal retorciéndose. Llegué a la barandilla justo a tiempo para ver como los soportes metálicos del Baccarat se partían en dos. El candelabro empezó su descenso al suelo hasta que su aceleración fue abruptamente frenada por el último apoyo restante – una gruesa cuerda de nylon negro. George se encontraba jugando con un tren justo debajo y yo gritaba. Me miró por un momento y luego lo perdí de vista cuando la cuerda se rompió y el candelabro se precipitó a lo largo de cinco pisos hasta la planta baja donde mi madre se había arrojado para proteger a su hijo.
Mi padre solo lloró por ellos a solas. Una semana después de sus muertes mi padre restauró el Baccarat y lo volvió a colgar. Había sido de mi madre y él la amaba profundamente. Quizá le gustaba mirarlo y pensar en ella. Pero me gusta creer que lo volvió a colgar para mí, pues sabía lo mucho que me gustaba.
Pero el candelabro ya no era el mismo. La cadencia suave que había mantenido durante todos esos años había sido reemplazada por una quietud tan absoluta como la muerte. Los arcoíris se habían apagado, estaba casi incoloro y las estrellas danzantes que iluminaban las paredes durante la noche estaban ausentes haciendo de aquel atrio en espiral un sitio tan oscuro como el ónix.
Todavía paso mis días y noches observando el candelabro con la esperanza de que su magia regrese algún día. Hay días en los que casi puedo volver a ver sus colores vibrantes y la luz estelar moteando las paredes. La mayoría de las veces no veo nada en absoluto.
Pero nada en este mundo es mejor que la pesadilla que se asoma ocasionalmente a través del velo, cruel y totalmente inesperada. A veces puedo sentir el frio, el hambre y el dolor en mi pecho. A veces las noches oscuras y los días grises adquieren sentido. A veces puedo ver ese candelabro por lo que realmente es. Y es que, a veces, recuerdo que no fue el Baccarat lo que mi padre colgó en aquel lugar, sino a él mismo.

domingo, 11 de octubre de 2015



Lucy me mató.
Mi apartamento prácticamente había sido sellado herméticamente. Me refugié en este lugar cuando empezaron los disturbios y el pánico. Mi edificio es un lugar poco pretencioso de tres pisos construido solo con ladrillos y mortero ubicado en una zona industrial. Seguro piensas que no es el mejor sitio para ir a vivir, pero cuando el mundo está llegando a su fin, no existe un mejor lugar. En las grandes ciudades, como Londres y Nueva York, miles mueren víctimas de los incendios sin nadie que los auxilie.
floracion

Todo empezó con una noticia sobre un evento aislado en una zona del oriente de Europa. Se trataba de una pandemia desencadenada por una nueva cepa de influenza, parecía algo bastante estúpido como las veces anteriores. Pero comencé a prepararme. Gasté cada uno de mis cheques en agua, suministros y un equipo para filtrar el aire. Seis meses después el presidente de mi país declaraba una emergencia biológica extrema, pidiendo disculpas a los ciudadanos y solicitando oraciones. El gobierno se vino abajo poco después, y para entonces las tormentas de esporas ya soplaban por toda Norteamérica.
Se referían al mal como “ETO”, un organismo de origen extraterrestre que supuestamente aterrizó en alguna región montañosa en las proximidades de Turquía. Se trataba de una forma de vida a base de sílice, algo entre un gusano y un hongo. Completamente hostil con cualquier forma de vida con la que entraba en contacto; mamíferos, insectos, aves. Antes de que los noticieros y el Internet se fueran, se decía que había mutado para adaptarse y poder atacar a las plantas.
Escuché que si las esporas entran en contacto con la piel es posible removerlas. Se aferran a cualquier cosa sobre la que se posan y echan raíces… raíces muy profundas. Hasta dos pulgadas de profundidad. Se trata de la primera etapa de la infección. En el transcurso de una semana, la cabeza brota y se convierte en un organismo en floración, liberando más esporas. Es la segunda etapa. Recuero haber visto las noticias durante las primeras tormentas de esporas en China. En las imágenes era posible apreciar un cielo completamente negro y a cuadrillas enteras de soldados incinerando cadáveres humanos junto con el ganado.
Si una espora es inhalada, rápidamente se aferra dentro de los pulmones, provocando un dolor que vuelve loco a cualquiera. Te conviertes en un vector andante, exhalando pequeñas nubes del parásito cada vez que respiras o toses. Finalmente, durante la tercera etapa, buscas un lugar tranquilo y te sientas a esperar la muerte. En este momento los gusanos brotan de tu boca y nariz convirtiéndote en una maceta humana o, en el caso de Lucy, una maceta felina. Puedo ver sus pequeñas costillas contrayéndose y expandiéndose, aunque hace dos días que murió. Las raíces envolvieron sus pulmones, abriéndolos y cerrándolos. Puedo ver unas diminutas partículas negras pulverizándose por toda mi habitación.
Había sellado el apartamento desde hacía dos semanas, cuando escuché a mi vecino del piso de arriba padecer una tos que se fue haciendo cada vez más débil hasta que simplemente se detuvo. Me mantuve al pendiente de nuevas noticias hasta que la energía se fue. Comprobé dos veces cada uno de los sellos en mis ventanas y el sistema de filtración de aire. Pude ver aquellos terribles tallos negros crecer en la boca de un vagabundo que había quedado tirado sobre el callejón trasero. Cuando escuché a Lucy rascando la puerta para entrar no la veía desde hacía un mes. Ni siquiera tenía comida para gatos en el suministro. No sé por qué lo hice, no sé por qué la dejé entrar.
Supe que estaba muerto la primera vez que estornudó.
Siento un cosquilleo extraño en la parte posterior de la garganta. Me provoca un ataque de tos que se extienden durante un minuto. Cuando finalmente me repongo puedo sentirlos… una serie de pliegues empujando mi labio inferior. Me veo en el espejo y noto un largo mechón que desaparece en lo profundo de mi garganta. Con mucha cautela lo atrapo entre mis dientes posteriores y casi al instante experimento un dolor agonizante debajo de mis pulmones, un dolor que exprime por completo el aire. La vista se me nubla y veo destellos antes de que el dolor se relaje un poco y me permita continuar. Estoy tan enojado, pero tan enojado, que abro mi boca y me enredo el mechón en las manos para tirar con todas mis fuerzas. Pude extraer casi medio metro del mechón de mi boca junto con una masa roja y sangrienta. El dolor en mi pulmón derecho es…
tentaculos
Cuando finalmente recupero la conciencia puedo ver toda la sangre que he tosido, salpicada de esporas negras y pequeños hilos serpenteantes. Ahora tengo dos tentáculos más bajo mi labio inferior. Me tomó casi una hora arrastrarme hasta donde dejé mi bloc de notas. Se me hace tan difícil respirar ahora.
Pronto no tendré que preocuparme de hacerlo más.

jueves, 3 de septiembre de 2015



Hace algunos años mi ciudad se vio afectada severamente por la crisis económica. Muchas tiendas y restaurantes se vieron obligados a cerrar, y muchos escaparates de reciente construcción quedaron vacíos – algunos durante años. Ninguno de los comercios que sobrevivían abrían hasta muy tarde (imagino que no salían las cuentas a la hora de tener que pagar a los empleados), por lo que durante la noche era posible caminar por la “zona comercial” y no ver ni una sola alma en todo el trayecto.
restaurente

Algunas personas consideraban esto deprimente – todo ese potencial, toda esa inversión perdida. Pero a mí me gustaba sentir que me encontraba en un pueblo fantasma durante la noche. Caminando por la calle principal, rodeado de ventanas oscuras y tiendas vacías, es imposible no imaginar que eres la única persona que queda en el mundo. Era pacifico. Las cosas se pusieron peores y más negocios cerraron, pero yo seguía disfrutando ir a dar mis paseos particulares a media noche por la ciudad.
Durante toda esta crisis, hubo un restaurante que parecía ser la excepción y permanecía abierto. Era un lugar bastante amplio, incluso demasiado para aquella pequeña ciudad, situado en un lugar poco usual que daba a la carretera más cercana. Era fácil conducir o caminar por el lugar sin ni siquiera darse cuenta que estaba allí, que es lo que mucha gente hacía. La mayoría de las noches se encontraba vacío.
Pero de alguna forma se mantenía abierto, sirviendo la misma (buena, pero no tan grandiosa) comida italiana, hasta que un día simplemente cerró sin previo aviso. Ningún cartel de “Gracias por su preferencia” colgado en el frente, muchos menos anuncios de despedida, absolutamente nada. Cerraron sus puertas un domingo por la tarde y jamás volvieron a abrir.
Generalmente, cuando un restaurante como este cierra puedes ver que todas sus mesas, sillas y utensilios desaparecen misteriosamente en cuestión de días. Imaginó que los venden para pagar las deudas, ¿no? Pero eso no ocurrió en este lugar. Pasaron semanas desde el cierre y todo estaba justamente como lo dejaron aquel domingo por la noche, incluso el anuncio laminado de “Especialidades del día” en el tablón de anuncios de la entrada. Era un poco extraño y, finalmente, un amigo y yo decidimos que era hora de echar un vistazo más detallado.
Por supuesto fuimos en la noche, ya que ese es el momento en que las ideas tontas suelen ocurrírsenos. Nadie lo expresó en voz alta, pero la suposición tácita era que trataríamos de encontrar un camino para entrar – una puerta abierta, una ventana entreabierta, algo por el estilo. Solo para ver.
“Escuché que se declararon en bancarrota”, dijo mi amigo, mientras caminábamos con algo de nerviosismo al restaurante.
“Bueno sí. Era lo más obvio”, respondí. Es decir, ¿generalmente por qué cierran los negocios, no?
“Sin embargo, eso hace que te preguntes por qué lo hicieron hasta ahora. Debieron haber estado luchando durante años”.
Para ser honestos, esa era la razón primordial por la que quería echar un vistazo al restaurante. Sé que suena ridículo, pero secretamente esperaba que pudiéramos encontrar un alijo de drogas escondido en la cocina. Quizá el lugar solo servía de fachada, y por eso se permitieron seguir en funcionamiento durante tanto tiempo.
Caminamos hasta el restaurante con una atmosfera de tensión y nerviosismo. Por supuesto, no había nadie en los alrededores. Probablemente pudimos haber lanzado un ladrillo sobre las ventanas sin llamar la atención.
“Aquí vamos”, murmuré, más para aliviar mi sensación de nerviosismo que cualquier otra cosa. Me aproximé a la puerta de entrada con paneles de vidrio y miré el interior.
Solo entonces me di cuenta de lo extraño que era que el personal hubiera dejado el interior del restaurante de aquella forma, tan perfectamente intacto. Cada mesa estaba cuidadosamente servida para clientes que jamás irían: cuchillos, tenedores, servilletas, incluso flores artificiales en pequeños floreros. Alguien había apilado cuidadosamente las tasas del café express en la parte superior de la cafetera, e incluso podía verse una lista escrita a mano de las reservaciones sobre la caja registradora. Estaba demasiado oscuro y no pude leer nada de lo que había escrito, pero hubiera apostado a que eran las reservaciones del lunes, justo para un día después que el restaurante cerró.
Era extraño. Deberían haber sabido con anticipación que iban a quebrar, ¿no?
“Extraño”, murmuró mi amigo. Creo que la atmósfera del lugar empezaba a afectarlo a él también.
Nos movimos a una de las ventanas del restaurante. Desde allí pudimos ver la parte derecha de la cocina, que estaba separada del comedor tan solo por un muro bajo. Todas las ollas y sartenes de acero inoxidable colgaban de ganchos en la pared del fondo.
Junto a estos había una hilera de cuchillos atados con una de esas bandas magnéticas.
“Todo sigue allí…”, murmuró mi compañero. Asentí lacónicamente. En ese momento creo que ambos habíamos abandonado la idea de entrar. Legalidades aparte, el simple hecho de pensar en estar ahí dentro era algo espeluznante.
Mi amigo tomó su teléfono y usó una aplicación de linterna para incrementar la débil luz que llegaba al interior.
Mientras observamos acompañados por el haz que se movía a través de las mesas, el pelo en la parte posterior de mis hombros se erizó. Estaba convencido de que en un momento u otro descubriríamos un par de manos descansando sobre los manteles; su último cliente, sepultado para siempre en el restaurante cerrado.
“No llega hasta la cocina”, dijo. “Intenta con el tuyo”.
Asentí con la cabeza, aunque realmente no quería, y atravesé la ventana con el flash de la cámara de mi teléfono. El mío era mucho más potente, suficiente como para iluminar la parte de la cocina.
“Apunta a la caja registradora, quizá olvidaron algo de dinero”.
Hice lo que se me instruyó, pero una idea de preocupación había comenzado a rondar mi mente. Había visto algo cruzando en la luz de mi teléfono, algo que a una parte de mí le estaba exigiendo más atención.
“Maldición”, dijo mi compañero cuando el rayo de luz llegó hasta la caja registradora y reveló que no había nada para nosotros. “Vuelve a la cocina”.
Pero esta vez lo ignoré, me quedé pasmado como una estatua. Hasta ese momento me di cuenta de aquello que me estaba molestando tanto. Eran las flores. La única vez que mi familia comió en ese restaurante, todos comentamos lo hermosas que estaban las orquídeas que pusieron en la mesa. Eran reales.
Moví la luz lentamente a la mesa más cercana a nosotros. Efectivamente, era una flor blanca muy real, muy viva en un jarrón lleno de agua fresca casi hasta el tope.
Abrí la boca – pare decir algo, no recuerdo qué – pero antes de que pudiera exclamarlo escuché como mi amigo dejaba escapar un jadeo ahogado. Me tomó de la muñeca y me obligó a apuntar el teléfono de regreso a la cocina.
Ahí estaba una figura con ropa blanca de pie contra el muro bajo, de espaldas a nosotros. El pelo negro oscuro emergía desde un gorro de cocinero a cuadros y llegaba hasta sus hombros.
“El pelo largo”, dijo mi papá cunado fuimos a comer allí. “Poco común para un chef”.
Justo antes de empezar a correr pude ver la forma en que el cuello del cocinero se contraía como si estuviera a punto de voltear y mirarnos. Hasta el día de hoy ocasionalmente tengo pesadillas sobre lo que podríamos haber visto si no nos hubiéramos retirado cuando lo hicimos.
Hay una especie de conclusión en esta historia, aunque no es demasiado emocionante. Con el paso de las semanas, mi amigo y yo nos convencimos de que todo había sido resultado de nuestra imaginación. Ninguno mencionó la forma obvia en que pudimos haber comprobado dicha hipótesis: regresando al restaurante para ver si todavía estaban las flores frescas en cada mesa. Creo que ambos teníamos miedo de lo que pudiéramos encontrar.
Eventualmente alguien más compró el restaurante. Una amiga consiguió trabajo como camarera. Nos pusimos a hablar un día, y me contó una interesante historia.
Aparentemente, la razón por la que el restaurante cerró tan estrepitosamente la primera vez fue que el propietario original – que también era chef – se suicidó en la cocina. El personal no tenía idea de lo mal que estaban las cosas hasta que llegaron a trabajar al día siguiente y lo encontraron allí. Entonces cerraron el lugar – que de todos modos iría a la quiera en pocos días – pero el dueño no tenía familia con la cual contactarse para que tomaran posesión del negocio o se llevaran los últimos activos. Por lo que no había forma de que el arrendador del lugar se lo alquilara a otra persona, por ley tuvo que cerrarlo tres meses, sin tocar nada.
Bueno, casi intacto. Pues alguien se había quedado allí para cambiar las flores y reponer el agua en los floreros. Supongo que había invertido tanto trabajo en el lugar que simplemente no podía dejar que se fuera.
Le pregunté a mi amiga si estaba cómoda trabajando allí. Puso una mirada extraña y me dijo que estaba bien. Aunque sentí un “pero”.
“Bueno, para ser honesta, a veces suceden cosas espeluznantes”, me dijo. “El edificio, quiero decir. No me gusta ser la última que se queda en la noche”.
Yo no dije nada. A la ciudad ahora le va mejor. Ya no hay tantas tiendas vacías. Todo el mundo finalmente está convencido de que los años malos se quedaron atrás.
Siempre que dicen eso, todo lo que puedo hacer es pensar en aquellos que no lo superaron. Quizá hay muchos de esos por ahí, aferrándose a sus sueños hasta el final, con la esperanza de servir a un último cliente.



Cuentan que en algún tiempo un viejo taxista se pasaba la noche vagando por las calles de la ciudad con un semblante tan triste que resultaba contagioso. Vivía en ese estado debido a su infertilidad. Aunque ya rebasaba los cincuenta años, todavía no realizaba su sueño de convertirse en padre. Su deprimente rutina de vida, o de supervivencia, era salir muy temprano, llevar a las personas felices a sus destinos y volver a casa para dormir.
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Una noche, el hombre despertó por la madrugada y súbitamente saltó de la cama. No teniendo otra opción cercana, tomó un vaso pequeño de cristal para defenderse. Parpadeó algunas veces para asegurarse de que aquella silueta que observaba entre las sombras era real.
– ¿Quién eres? – preguntó el viejo taxista evidentemente aterrado.
– Ustedes me conocen por muchos nombres.
– Es mejor que te vayas de mi casa ahora o esto resultará muy mal.
– ¿Y qué hará un viejo como tú? No he venido a traerte más desgracia. Yo sé que lo deseas.
– ¿De qué hablas?
– Un hijo. Se todas las cosas que anhelas en la vida. Pero ese es tu mayor deseo. Controla todo tu ser. Por eso quiero proponerte un trato.
– Ya estoy entendiendo lo que pretendes. Y no, no voy a caer en tu trampa.
– ¿Caer en mi trampa? Ni siquiera me conoces, pero yo sé todo de ti. Te he observado desde hace mucho tiempo. Sé que la vida carece de sentido para ti sin un hijo a tu lado. Sé que piensas en quitarte la vida todos los días. Yo podría irme ahora y ese comportamiento depresivo y autodestructivo haría el trabajo de llevar tu alma hasta mí.
– ¿Entonces, qué quieres?
– Bueno… un espíritu solo puede ser otorgado por aquel que está allá arriba. Pero yo tengo la habilidad de proveer un cuerpo. Yo te doy una hija. Y cuidas de ella como un capullo para mí.
El taxista no lo pensó mucho y casi inmediatamente respondió:
¿Qué tengo que hacer?
Y siguiendo las instrucciones de aquel personaje, el viejo transportista realizó algunas modificaciones al taxi. Eran las tres de la madrugada cuando aquel vehículo recorría las solitarias calles de la ciudad. Se detuvo en una esquina al observar a una prostituta que, dándose cuenta de las intenciones del taxista, se acercó. La mujer le ofreció su servicio y él aceptó. Al entrar al vehículo las puertas se aseguraron. Entonces la mujer notó una estructura de metal que separaba al conductor de la parte trasera del vehículo, los parabrisas y las ventanas estaban blindados y eran a prueba de impactos. Era prácticamente imposible escapar de aquella prisión sobre ruedas. La mujer fue llevada a la fuerza al interior de la casa del taxista. Tras ser atada, aquel hombre extraño de las sombras hizo presencia de nuevo. El ritual fue muy simple.
Con la mujer atada a la cama, una serie de velas negras fueron dispuestas en torno a la habitación. Valiéndose de un cuchillo de cocina, el taxista hizo un corte horizontal y otro vertical trazando algo parecido a una cruz entre los senos de la pobre mujer. La mujer estaba desnuda, cubierta de sangre y lloraba de forma desesperada. Las órdenes del hombre hacia el taxista fueron sencillas:
– Ahora es tuya. Viólala.
Y así lo hizo aquel viejo taxista. Ultrajó a la prostituta durante tres largas horas, hasta que la mujer se desmayó.
Durante nueve meses, el taxista la mantuvo cautiva. En ese lapso no llegó a ver la luz del sol y se mantuvo inmovilizada en la cama. Solo veía al taxista tres veces: cuando la alimentaba, cuando la limpiaba y cuando la violaba (pese a que esto no era parte del ritual). La niña nació fuerte y saludable. No se sabe lo que pasó con su madre; ya no era necesaria a partir de su nacimiento, quizá la abandonaron en la calle o quizá la mataron. Lo que importaba para aquel viejo taxista era la felicidad descomunal que le producía poder llamar “hija” a otro ser, y saber que un día ella lo llamaría “padre”. El hombre jamás apareció para cobrar su parte del trato, no físicamente.
horror monstruo
La niña creció y cuando cumplió seis años empezó a sentir hambre. No era hambre de leche, no era hambre de golosinas, no era hambre de comida. Su hambre era de sangre y carne humana. Y por eso, todas las noches, aquel viejo taxista sale por ahí, en busca de comida para su hija. Por lo tanto, cuando te encuentres en la calle, perdido en la noche… ten cuidado del taxi que tomas.

domingo, 31 de mayo de 2015



La tradición de los Nueve Desconocidos se remonta a la época del emperador Ashoka, que gobernó la India desde el año 273 a.C. Fue el nieto de Chandragunta, el primer unificador de la India. Tan lleno de ambición como su antepasado, su tarea sería completar su legado. Así emprendió la conquista de Kalinga, que se extendía desde la actual Calcuta hasta Madras. Los “kalinganeses” resistirían la invasión y perderían a cien mil hombres en batalla. El espectáculo de tanta gente masacrada trastornó a Ashoka.
Los Nueve Desconocidos
A partir de aquí vio para siempre la guerra como un horror. Renunció a proseguir la integración de los países no sometidos, afirmando que la verdadera conquista consistía era capturar la estima de los hombres por la ley del deber y de la piedad, pues la Sacra Majestad desea que todos los seres animados disfruten de seguridad, libertad, paz y la felicidad. Convertido al budismo, y debido a sus formas, Ashoka extendió esta religión a través de las Indias y de su imperio, que abarcaba hasta Malasia, Ceilán e Indonesia. Luego el budismo llegó a Nepal, Tibet, China y Mongolia. Sin embargo, Ashoka respetaba todas las sectas religiosas. Aconsejaba a los hombres a ser vegetarianos, abolió el alcohol y el sacrificio de animales. H. G. Wells, en su resumen de la historia universal, escribe: “Entre las decenas de miles de nombres de monarcas que se amontonan en los pilares de la historia, el de Asoka brilla casi solo, como una estrella”.

Se dice que, consciente de los horrores de la guerra, el emperador Ashoka quiso prohibir para siempre a los hombres que utilizaran la inteligencia de una manera perjudicial. Bajo su reinado, la ciencia de la naturaleza pasó a ser secreta, tanto la pasada como la futura.
Las investigaciones, iban desde la estructura de la materia a las técnicas de psicología colectiva, escondiéndose, de ahí en adelante y durante veintidós siglos, tras la cara mística de un pueblo cuyo mundo se movía entre las preocupaciones del éxtasis y lo sobrenatural. Ashoka fundó la sociedad secreta más poderosa del universo: la de los Nueve Desconocidos. Nueve hombres, Nueve libros, todo el conocimiento del universo. Poseer uno de los libros automáticamente convertía a su dueño en uno de los nueve seres más poderosos en el mundo. Todos los secretos residen en los Nueve Libros que Ashoka se esmeró en ocultar. Sin embargo, como el portador de un libro tendría un profundo respeto por el otro portador, nunca se trataban de robar unos a otros. Así fueron pasados de generación en generación, a excepción del portador del libro que tenía el secreto de la inmortalidad, que según la leyenda sigue siendo el mismo desde el comienzo de la sociedad secreta.
Se dice que los grandes responsables del destino actual de la India, y sabios como Bose y Ram creen en la existencia de los Nueve Desconocidos, de los cuales reciben sus consejos y mensajes. Con un poco de imaginación, es posible darse una idea de la importancia de los secretos que pueden guardar esto nueve hombres que han beneficiados directamente a los experimentos, el trabajo y la documentación acumulada a lo largo de más de veinte siglos.
¿Cuáles son los objetivos que estos hombres tienen en mente?
No dejar que los medios de destrucción caigan en manos profanas. Continuar la investigación en beneficio para la humanidad. Estos hombres se renuevan por cooptación, con el fin de defender los secretos técnicos de un pasado muy lejano.
los nueve
Son raras las manifestaciones externas de los Nueve Desconocidos. Una de ellas está relacionada con el prodigioso destino de uno de los hombres más misteriosos de Occidente: el Papa Silvestre II, conocido bajo el nombre de Gerbert d’ Aurillac. Nacido en Auvernia, en el año 920, fallecido en en 1003, Gerbert fue un monje benedictino, profesor de la Universidad de Reims, arzobispo de Rávena y Papa por deseo del emperador Otto III. Había pasado algún tiempo en España, después de un viaje misterioso que lo había llevado hasta las Indias, aprendió diversos conocimientos que causaron asombro en su séquito. También poseía, en su palacio, una cabeza de bronce que respondía SÍ o NO a las preguntas que le hacía sobre la política y la situación general de la cristiandad.
En opinión de Silvestre II (volumen CXXXIX de Patrología Latina, de Migne), este proceso era muy simple y correspondía con el cálculo hecho con dos números. Se trataba de un autómata similar a las máquinas binarias modernas. Esta cabeza “mágica” fue destruida a su muerte, y los conocimientos traídos por él cuidadosamente escondidos. La biblioteca del Vaticano, sin duda, ofrece algunas sorpresas a los investigadores autorizados. El número de octubre 1954 de Computers and Automation, una revista sobre computo dice: “Tenemos que imaginar a un hombre de extraordinario conocimiento, con una destreza y una habilidad mecánica fuera de lo común”. Esta cabeza parlante habría sido hecha sobre un determinado conjunto de estrellas que se produce exactamente en el momento en que todos los planetas están a punto de iniciar su curso. No se trataba del pasado, ni del presente, mucho menos del futuro ya que este invento aparentemente superaba la importancia de su rival: el perverso “espejo sobre la pared” de la Reina, el precursor de nuestros modernos cerebros automáticos. Algunos dijeron, por supuesto, que Gerbert sólo fue capaz de construir una máquina así, por que hizo un pacto con el diablo y le juró fidelidad eterna”.
¿Otros europeos habrían estado en contacto con la sociedad de los Nueve Desconocido?
Fue preciso esperar hasta el siglo XIX cuando reapareció este misterio, a través de los libros del escritor francés Jacolliot.
Jacolliot fue cónsul de Francia en Calcuta durante la época de Napoleón III. Escribió una obra de gran expectación, comparable, si no superior, a la de Julio Verne. Dejó, además, varias obras dedicadas a los grandes secretos de la humanidad. Esta extraordinaria obra fue robada en su mayor parte por los ocultistas, profetas y taumaturgos. Completamente olvidado en Francia, y celebre en Rusia. Jacolliot es formal: la Sociedad de los Nueve Desconocidos es una realidad. Y lo más extraño es que cita a este respecto, técnicas absolutamente inimaginables en 1860, como por ejemplo, la liberación de la energía, la esterilización por radiación y la guerra psicológica.
Talbot Mundy
Yersin, uno de los más cercanos colaboradores de Pasteur y Roux, habría sido informado de secretos biológicos durante un viaje a Madras en 1890, y de acuerdo con las instrucciones que se le administraron, preparó el suero contra la peste y el cólera.
La primera divulgación de la historia de los Nueve Desconocidos tuvo lugar en 1927, con la publicación del libro de Talbot Mundy, que perteneció, durante veinticinco años, a la policía de las Indias. Este libro está a medio camino entre novela e investigación.
Los Nueve Desconocidos utilizarían una lengua sintética. Cada uno de ellos estaría en posesión de un libro constantemente renovado y que contiene el informe detallado de una ciencia. El primero de estos libros estaría dedicado a las técnicas de propaganda y guerra psicológica. “De todas las ciencias, dice Mundy, la más peligrosa sería la del control del pensamiento de las personas, pues permitiría gobernar al mundo entero. ”
Cabe señalar que los Semántica General de Korjybski, apenas data de 1937, y que fue necesario aguardar la experiencia de la última guerra mundial para que se empezaran a cristalizar en Occidente las técnicas de la psicología del lenguaje, es decir, la propaganda.
El primer colegio de semántica americano solo fue creado hasta 1950. En Francia, sólo se sabe de La violación de las multitudes por la propaganda política, de Serge Tchokhotine, cuya influencia en los círculos intelectuales y políticos fue importante, a pesar de que sólo toco ligeramente el tema.
nueve
El segundo estaría consagrado a la psicología. Hablaría especialmente de la manera de matar a un hombre con sólo tocarlo, causando la muerte al invertir su impulso nervioso. Se dice que el judo se deriva de ciertas partes de este documento.
El tercero examinaría más a fondo la microbiología y en especial los coloides protectores.
El cuarto trataría la transmutación de los metales y la alquimia. Cuenta la leyenda que en tiempos de hambruna, los templos y las organizaciones religiosas de protección reciben de fuente secreta de grandes cantidades de oro muy fino.
El quinto incluiría el estudio de todos los medios de comunicación, terrestres y extraterrestres.
El sexto contendría los secretos de la gravitación.
El séptimo sería la más basta cosmogonía concebida por nuestra humanidad.
El octavo trataría de la energía eléctrica, el electromagnetismo y del magnetismo.
El noveno estaría dedicado a la sociología, indicaría las leyes de la evolución de las sociedades y permitiría la predicción de su caída.
La leyenda de los Nueve Desconocido está ligada al misterio de las aguas del Ganges. Multitud de peregrinos, que padecen las enfermedades más terribles y diversas, allí se bañaban sin perjuicio para gozar de buena salud. Dicen que las aguas sagradas purifican todo. Pretenderían atribuir esta extraña propiedad del río a la formación de bacteriófagos. Pero, ¿por qué motivo no se formarían también en el Brahmaputra, el Amazonas o en el Sena? La hipótesis de una esterilización por medio de radiaciones aparece en la obra de Jacolliot, cien años antes de que supiéramos que el fenómeno era posible. Estas radiaciones, según Jacolliot, provendrían de un templo secreto excavado bajo el lecho del Ganges.
Técnicas conocidas en la actualidad por nuestra ciencia para la proliferación y la oxidación de los microorganismos.
mundo
Lejos de agitaciones religiosas, sociales y políticas, resolutos y perfectamente ocultos, los Nueve Desconocidos encarnarían la imagen de la ciencia calma, la ciencia con conciencia. Señores de los destinos de la humanidad, pero absteniéndose de utilizar su propio poder, esta sociedad secreta es el mejor homenaje posible a la libertad en plena elevación. Vigilantes a la sombra su gloria oculta, estos nueve hombres ven construirse y destruirse a las civilizaciones, menos indiferentes que tolerantes, dispuestos a ayudar, pero siempre bajo la imposición de ese silencio en el que se fundamenta la grandeza humana. ¿Mito o realidad?
Hay quienes arriesgan una teoría, una de las más interesantes es la siguiente:
“Los Vedas tienen varios pasajes que supuestamente demuestran la injerencia de un pueblo extraterrestre que convivió con los indígenas hace mucho tiempo. Fueron vistos como dioses por tener una tecnología muy avanzada. Este pueblo le proporcionó a los indios conocimiento. Sin embargo, sin la debida preparación, los seres humanos comenzaron a utilizarlo de forma incorrecta, como el caso de la Vimanas, eliminando a miles de personas en el campo de batalla con un solo ataque. Los extraterrestres (o intraterrestres) cansados de esta destrucción, regresaron a sus hogares. La masacre continuó hasta el día en que Ashoka decidió poner fin. El conocimiento fue dividido entre los miembros de la sociedad y estos fueron escondidos por siempre y sólo lo utilizan cuando es necesario”.




Simplemente no lo dejará. Escucha ese crujido. Que chico tan tonto”. Imagínate despertar a las 2:45, recibir una llamada de un número desconocido y que empiece a cantar tan pronto como respondes. Bueno, no era precisamente una canción, sino una mezcla entre canto y plática. No estaba de humor para escuchar las incoherencias de esta mujer a las tres de la mañana. Colgué y apagué el teléfono.
titere
La mañana siguiente fue cuando lo vi por primera vez. Estaba caminando hacía mi automóvil, bastante apresurado por llegar al trabajo, pero había un hombre observando mi auto. Para ser honestos el hombre no tenía la apariencia de una “persona”. Quiero decir, obviamente era una persona, pero había algo realmente mal con él. Imagina nuestra “humanidad” en una escala del 0 al 100, este sujeto probablemente se encontraba en el 97. Quizá superaba los 70 años. Era muy encorvado, lo que lo hacía bastante bajo de estatura (y eso que solo mido 1.65 m). También tenía un gesto constante en el rostro, pero otra vez, no como el de una persona normal, sino como el de una caricatura con el ceño fruncido y la boca arqueada.
Como sea, abordé al sujeto y le pregunté qué estaba haciendo.
Realmente. Me Gusta. Tu auto”. Su voz se escuchaba forzada. Como si no fuera “él” el que estaba hablando, sino más bien alguien dentro de él.
Gracias. ¿Te gustan los Mustang?
Sí. Yo… tenía 21 cuando este salió”.
Oh ¿entonces naciste en el 47?
Sí. Buenos. Buenos. Tiempos. Que tengas… un buen día”.
Extendió su mano con un movimiento muy errático. Sus uñas estaban bastante largas y las mangas de su camisa muy sucias, pero no quise ser grosero, y le extendí un fuerte apretón de mano. Se volteó y bajó por mi entrada, todavía moviéndose de forma errática, como un personaje de videojuegos con “retraso”. Entonces me di cuenta que el hombre simplemente era lento.
Eres un idiota”. Murmuré a mí mismo. Si lo volvía a ver, pasaría algún tiempo hablando con él sobre los autos.
Y entonces me fui a trabajar.
Laboro como cargador en un negocio de envíos. Mientras conducía a la bodega, recibí una llamada. Ni siquiera vi el número, simplemente respondí, puse el altavoz y deje el teléfono en asiendo del pasajero.
¿Hola?
¡Rompiendo huesos para entrar! Romper, Romper, Romper, Romper Teehee”.
Maldita sea, era la misma mujer que llamó en la madrugada.
Hey pero quién demonios…
Colgó. Tomé el teléfono justo a tiempo para ver el número.
“&&&”
No estoy jugando, literalmente el número eran tres “ampersands”. Decidí que llamaría a la compañía telefónica después del trabajo.
El trabajo fue relativamente normal. Mi mejor amigo, George, entró a trabajar conmigo ahí. Después que mis padres murieron y me heredaron la casa, George solía pasar un tiempo con sus padres y otro tiempo en mi casa. Como sea, George me estaba contando una historia sobre cómo el lugar donde trabaja su madre fue asaltado (es la directora de una funeraria, la más grande de la zona). Algunos cuerpos fueron robados y ella tuvo que lidiar con la policía y los familiares de los fallecidos.
Mientras tomaba mi descanso ese día, veía las noticias en el salón para los empleados. Estaba a punto de cambiar de canal, cuando vi la imagen de mi vecindario en la pantalla. Un periodista estaba de pie a tan solo cuatro casas de la mía.
Hace solo dos horas, la familia que habita en la casa atrás de mí llamó al 911”.
Cambiaron al audio de la llamada al 911:
911 ¿Cuál es su emergencia?
Hola, estoy muy seguro de que hay un cadáver en la calle”-
¿Una persona muerte en su calle?
No lo sé, pero no se ha movido de allí en 30 minutos”.
Cambiaron de nuevo hacia el reportero. “Pero nadie murió en esta calle el día de hoy, de hecho, el cuerpo que fue encontrado en este barrio suburbano era el de Roger Hannah, un hombre que murió hace ocho días”.
Entonces pusieron una fotografía de Roger en la pantalla. Mierda. Era el sujeto que me encontré en la mañana.
La familia del Sr. Hannah está muy molesta de que alguien desenterrara y le faltara el respeto a un cuerpo de esta forma. Con suerte, el ladrón de tumbas será llevado a la justicia. Soy Nikki Cara para News Channel 9”.
tieteres
Quería decirles a todos en el trabajo que había hablado con este hombre en la mañana, pero sabía que parecería bastante loco y sospechoso. Le dije a mi jefe que tenía que ir a casa pues me sentía mal (lo que no era una mentira, ya que la noticia me revolvió el estómago). Así que salí al medio día.
A estas alturas debo explicar que todo esto ocurrió hace dos semanas. Mis padres murieron hace un mes. Mi papá dirigía un bufete de abogados y mi madre era abogada, por lo que cuando se fueron tenía suficiente dinero para pagar la casa, gas y otros gastos durante unos 6 años. Mis padres murieron en un accidente de esquí. Estaban esquiando juntos cuando una pequeña avalancha en la montaña donde estaban los sepultó.
Como sea, en ese momento todavía estaba lidiando con el trauma de la muerte de mis padres, así que pensé que me estaba volviendo loco después de ver lo que apareció en las noticias. Cuando llegué a casa, la policía se había ido y la conmoción se había aplacado. Realmente necesitaba a alguien con quien hablar, así que tomé el teléfono y llamé a mi primo Jack.
Apenas tomé el teléfono, comenzó a sonar.
“&&&”
Maldita sea.
¡Hey! Qué demonios…
Hace mucho frío… Dom no puede sentir mis piernas. ¡NO PUEDO SENTIR NADA!
¡Jesucristo!, era la voz de mi madre. Me quebré pero intenté responder.
Quien esté haciendo esto… Por… Por favor, deje de hacerlo”.
¡BEBÉ AYÚDANOS! ¿POR QUÉ NO PUEDO SENTIR NADA?
Ni siquiera pude responder. Caí al suelo llorando. Intenté conversar, pero un nudo en la garganta me lo impedía y con el llanto era mucho más difícil. Fue entonces que la voz del teléfono cambió.
No te preocupes, los dos se van a calentar aquí. ¡Parte los huesos! Rompe, Rompe”.
Grité algo que ni yo mismo pude entender y entonces terminó la llamada. Me tiré en el piso del baño en posición fetal durante lo que pareció una eternidad. Finalmente me compuse y llamé a Jack. Le conté todo lo que había pasado ese día, e insisto en que tomaría un vuelo esa noche. Me di cuenta que él creía que estaba totalmente loco.
Dom, por favor, no vayas a hacer nada estúpido”.
Le tomaría ocho horas viajar desde Nueva York a Arizona, así que tenía tiempo para prepararme. Pero primero necesitaba una ducha. Me levanté del suelo e hice a un lado la cortina azul del baño. Grité más fuerte de lo que nunca había gritado antes. Allí, en la tina, estaban mis padres. Su piel estaba azul, vestían su equipo de esquí, tenían la boca entre abierta, con el agua caliente golpeándolos y haciendo tanto vapor que parecía un sauna.
Mis lágrimas comenzaron a fluir nuevamente, salí del cuarto de baño y cerré la puerta. Me puse de espaldas y no pude controlarme. Después de unos cinco minutos allí sentado, abrí la puerta de nuevo. Adivina. La tina estaba vacía. En este punto me sentía desesperado y sin emociones. Tomé una buena ducha y luego fui hasta mi habitación para dormir.
Cariño… despierta”.


Un poco aturdido me doy vuelta en la cama, el reloj marca las 5:00, faltan solo tres horas para que Jack llegué. Me retuerzo en la cama intentando encontrar la posición más cómoda, entonces siento una mano sobre mi pierna, dando golpecitos como si intentara calmarme. Me volteé y grité (en serio, no tengo idea de porqué mis vecinos no me escucharon). De pie, en el borde de mi cama, estaban mis padres con la misma apariencia que tenían cuando los vi en el baño.
Vamos… es hora… levántate”. Dijo mi padre.
Despierta. Bebé”. Mi madre continuó.
Esto carece totalmente de sentido, en el teléfono su voz sonaba normal, pero ahora sonaba como el sujeto de antes.
No sé por qué, pero me enojé bastante en ese punto. Salté de la cama y tomé el abrigo de invierno de mi padre.
“NOOOOOOOOOO” Gritó. Era un sonido terrible. Como un cerdo cuando está exaltado.
Pero era demasiado tarde. Le arranqué el abrigo. Ahí estaba su caja torácica expuesta junto con una lesión que había sufrido en el accidente. Sí, era su cadáver. No sé por qué pero me enfoqué en la herida abierta, dos círculos rojos flotaban dentro de lo que alguna vez fueron las entrañas de mi padre. Pero después nada, los círculos desparecieron y regresaron inmediatamente.
Retrocedí poco a poco. Sentí que el corazón me dejaba de latir. Esos círculos eran unos malditos ojos y estaba parpadeando. ¡HABÍA ALGUIEN DENTRO DEL CADÁVER DE MI PADRE!
titiritero negro
Tan pronto como me di cuenta de esto, los dos salieron corriendo de la habitación. Nuevamente, moviéndose erráticamente. Cuando llegaron afuera comenzaron a separarse de mí. Hicieron lo que llamé una “carrera sónica”. Puedo jurar que los escuché reír mientras giraban rápidamente y se ocultaban tras una casa. Fui hasta ese lugar, pero me di cuenta que los había perdido.
Volví a mi calle rezando para que alguien estuviera afuera. Pero no, el barrio estaba prácticamente vacío. ¿Por qué en situaciones como esta la mala suerte te sigue a todas partes?
Bueno, volví a mi choche y conduje hasta el cementerio. Cuando llegué a las tumbas de mis padres, por su puesto, estaban vacías. Llamé al 911, para evitar sospechas todo lo que dije fue que había venido a visitar las tumbas y los cuerpos simplemente habían desparecido.
Cuando los agentes llegaron me enfrasqué en una profunda conversación con un oficial que había sido uno de los mejores amigos de papá durante años.
Hey Walt, he estado recibiendo unas llamadas extrañas, ¿podrías echar un vistazo?
¿Tienes el número?
No precisamente”.
Le mostré el registro de llamadas. Una mirada curiosa apareció en su cara, su habitual comportamiento agradable cambió inmediatamente.
¿Hace cuánto tiempo que te están llamando?
Desde ayer en la noche, ¿por qué?
La familia de Roger Hannah ha estado recibiendo llamadas desde este mismo número, si es que se puede llamar así. Creó que puede estar relacionado con los asaltantes de las tumbas, voy a echar un vistazo esta noche”.
Fue entonces que tomó mi hombro y me dijo: “siempre estoy aquí para ti amigo”.
No sé exactamente porqué, pero siempre he sido reacio a mostrar emociones en público. Pero la mezcla de lo que había sucedido ese día y tener que encontrarme con mis padres muertos otra vez, simplemente me rompió. Walt se mantuvo a mi lado mientras lloraba.
Mientras conducía a casa recibí una llamada. Dudé en responder, pero luego vi que era Jack.
Hey Jack, ¿qué pasa?
Oye, estoy en Ohio justo ahora, mi vuelo se retrasó debido a la tormenta, debería estar allí en cuatro horas. ¿Estás bien?”.
Me sentí agotado ante la pregunta.
Hablaremos de ello cuanto estés aquí”.
De la nada, llamada fue bombardeada con estática, lo que no tenía ningún sentido pues los dos estábamos en un área con muy buena recepción celular.
Está bien amigo. H…ey… Annie… mátenme al tanto”.
Espera, no puedo escuchar nada de lo que dices”.
Pero la llamada finalizó ahí.
Cuando puse el teléfono en el asiento del pasajero, sentí que un aire frío me golpeó en la nuca.
Aún no”. Escuché decir a una voz femenina. Casi vuelco en el auto cuando miré detrás de mí. Una mujer estaba sentada en el asiento trasero, su rostro parecía el de una marioneta, todo en ella parecía falso. Sostenía una caja negra entre los brazos.
Recuperé el control de auto, miré de nuevo hacia atrás, pero la mujer se había ido, sin embargo, la caja negra estaba allí.
Tan pronto llegué a casa puse la caja negra sobre la mesa y la abrí. Dentro había un trozo de papel doblado. Lo abrí cuidadosamente.
ANNIE FARHOOD”. escrito con una letra horrible.
Definitivamente atrapó mi curiosidad. Ni siquiera me molesté en llamar a Walt. Saqué mi teléfono y busqué el nombre en Google. El primer resultado fue un obituario, pero el segundo era un artículo.
MUJER EN NUEVA ORLEANS ES ENCONTRADA ASESINADA EN SU CASA. SE CREE QUE EL SOSPECHOSO ES LA MISMA PERSONA QUE ROBÓ EL CADÁVER DE SU PADRE HACE UNOS DÍAS”.
Doy una leída rápida al artículo. Fue en mayo de 2013. Al parecer, el padre de Annie murió de una ataque cardiaco una semana antes de su asesinato. Solo un día después de ser sepultado, su cuerpo fue desenterrado y robado. Ese mismo día, Annie recibió una serie de llamadas de una persona desconocida, burlándose de que su papá “venía a visitarla”. Una hora antes de su muerte envío un mensaje a su mejor amiga que decía: “No es culpa de mi padre, él no está moviendo las cuerdas, pero voy a cortarlas”. La encontraron un día después en su bañera. Su pecho había sido destrozado “como si un animal salvaje la hubiera atacado”.
demonio titiritero
Me sentí incomodo mientras leía el artículo. Me desplacé a la parte inferior del articulo hacía los comentarios. Estuve a punto de arrojar el teléfono. El primer comentario de 2013 decía “No cortes sus cuerdas Dom. No luches contra los titiriteros”.
Poco a poco solté el teléfono y miré delante de mí, justo frente a la puerta de cristal. Allí, estaba de pie una figura oscura; tenía la piel como la de un lobo, pero con el rostro de un humano. Grandes ojos rojos, una sonrisa siniestra, pero sin nariz ni orejas. Me veía directamente a los ojos, y estaba tan concentrado en su mirada que apenas y noté que entre sus garras sostenía los cadáveres de mis padres. Lentamente me levanté de la mesa, pero en cuento me puse de pie, la figura desapareció.
Eso fue todo, puede sonar terrible, pero había mejores cosas por las que recordar a mis padres que por sus cadáveres. No quiero morir solo para recuperarlos. Tan pronto como hice esa decisión, mi teléfono sonó.
“&&&”
¿Diga?
Ya no eres divertido”. La voz era diferente al resto. Era mucho más profunda y fuerte.
Adiós”. Intenté sonar confiado.
Me senté en la sala a ver televisión hasta que Jack llegó pasada la media noche. Le expliqué lo que había pasado y le mostré el artículo de Annie. ¿Saben qué? realmente me creyó. Los tres días que estuvo aquí hicimos una investigación sobre el tema.
En todas las épocas, hasta el 1300 en Francia, han existido leyendas de criaturas que controlan el cuerpo de una persona muerta. No es un fantasma ni nada por el estilo, no posee el cuerpo, sino que realmente “viste” el cadáver. Se alimenta del dolor y la depresión, por lo que la criatura lo hace principalmente con los cuerpos recién fallecidos, para alimentarse del dolor de la familia.
Han pasado dos semanas desde que todo esto sucedió. Los cuerpos siguen siendo robados en la zona, por lo que he iniciado una campaña colocando volantes y explicando sobre los “titiriteros” a las familias que han tratado con el monstruo.
Así que la próxima vez que veas a un familiar muerto, no asumas que es su espíritu. Acércate a él y, si es tangible, vas a tener que aceptar que no lograrás que su cuerpo regrese si quieres vivir. Tan pronto como lo aceptes, el titiritero no será capaz de enredar sus cuerdas sobre ti.

sábado, 23 de mayo de 2015



Cuando mi hija cumplió tres años empecé a tener sueños extraños. Me encontraba caminando por la casa en la oscuridad buscando algo que no puedo recordar. Me hacía camino hasta su habitación y ahí, en la oscuridad, inclinada sobre su cama se encontraba una figura alta y oscura vestido con lo que parecía una gabardina y un sombrero de ala ancha. Podía verle mirándola fijamente mientras esbozaba una sonrisa maniática. Sus ojos, si es que tenía, estaban cubiertos por enormes gafas en las que podía verme reflejado.
hombre de los suenos (3)

Miraba hacía mí, parecía ver a través de mí, y entonces levantaba una mano apuntándome. Era en este momento que me despertaba sobresaltado. Empecé a odiar ir a dormir pues me preocupaba que pudiera tener el sueño. Mi esposa comenzó a notar mi falta de sueño así como mi temperamento que estallaba ante la menor provocación. Empecé a pegarle a mi hija y a decirle cosas malas a mi esposa e hijo recién nacido. Finalmente mi esposa decidió que iría a casa de sus padres para alejarse de mí y de mis problemas de ira. Intenté que se quedara pero entonces mi estado de ánimo empeoró. Mientras todo esto pasaba mi hija solo me vía de la forma más tranquila, incluso cuando le gritaba por alguna cosa sin importancia. Me ponía nervioso.
Una noche, mientras caminaba por el pasillo, la escuché hablando en su habitación. Me aproximé a la puerta y acerqué la cabeza.
“Ojala papá no estuviera tan enojado todo el tiempo”, dijo ella. Empuje la puerta abierta para asomarme y ella me miró. La habitación estaba vacía, solo estaban sus muñecas y sus juguetes.
“¿Con quién hablabas cariño?”, le pregunté.
“Con el Hombre de los deseos”, me respondió, alejando su mirada de mí hacia la ventana.
“¿Quién es el hombre de los deseos?”
Se volvió hacía mí y con una mirada muy sería en su pequeño rostro me dijo: “Vive en la Luna, con todos sus hijos detrás de él”.
Estaba un poco sorprendido, pero los niños suelen decir cosas raras todo el tiempo, así que lo dejé pasar. Sentado en su cama le hice otra pregunta. “Entonces, ¿qué hace este Hombre de los deseos?”.
“Te concede dedeos. Pero realmente tienes que quererlos. Él dijo que me concedería un deseo”.
“¿Y deseaste que ya no estuviera enojado?”
“Mm-hmm…”, murmuró.
Le sonrío. Era muy dulce que hubiera pensado en mí. “¿Cómo es este Hombre de los deseos?”, le pregunté.
“Es alto y oscuro, y un poco aterrador. Siempre lleva un sombrero grande y tiene unos ojos realmente enormes”. Ella sonreía, emocionada por su nuevo amigo. “¡Puedes verte a ti mismo en ellos!”.
hombre de los suenos (2)
Mi estómago se revolvió. Había descrito exactamente aquella cosa en mi sueño. Se le había concedido el deseo. Ya no estaba enojado. Estaba asustado. La besé en la frente y le dije que se metiera a la cama. Antes de dejar la habitación, aseguré la ventana y bajé las persianas. Esa noche dormí sin sueños y desperté bastante repuesto por la mañana. Tenía un buen estado de ánimo ese día y mi esposa lo notó. Toda la semana siguiente dormí como un tronco, sin sueños, sin figuras horripilantes acechando a mi hija durante la noche. Mi estado de ánimo mejoraba de manera constante, de la misma forma que la relación con mi esposa e hijos. Pero en mi mente aún guardaba la imagen de aquella figura alta y oscura de lentes grandes y sonrisa maniática.
Cierta noche, unas semanas después, iba hacía mi habitación cuando escuché a mi hija hablando nuevamente.


“Yo también quiero, pero no quiero abandonar a mi familia”.
Escuchaba tras la puerta, con el corazón en la garganta.
“Sí”, dijo hablando sola. “Sí, pero… sé lo que hiciste. Lo sé, y papá ahora está feliz, y mamá está feliz. Yo estoy feliz, pero no quiero irme”.
Abrí la puerta. La habitación estaba vacía, como antes. “¿Quién está intentando hacer que te vayas cariño?”, pregunté. Ella me miró, y luego miró por la ventana.
“Nadie”, murmuro, mirando hacía otra parte. “Estaba jugando”.
“Está bien”, le dije, sin convencerme totalmente de que estaba haciendo estas cosas solo como un juego. “Es tiempo de ir a la cama. Duerme un poco”. Me acerqué a la ventana y comprobé que estuviera cerrada. Cuando empecé a cerrar las persianas miré hacia nuestro patio. Allí, en las sombras y atrás de nuestra cerca trasera estaba una figura alta en un largo abrigo oscuro y un sombrero de ala ancha. Corría hacía la puerta trasera y encendí el interruptor que estaba tras el porche. No había nadie allí.
Busqué en el patio, rodeé las casas varias veces y luego volví a entrar, cerrando la puerta atrás de mí. Cerré esa puerta y todas las ventanas de la casa, baje las persianas y encendí todas las luces. Mi esposa quería saber qué estaba haciendo, pero me limité a decirle que confiara e mí y que se fuera a dormir. Volví a la habitación de mi hija y la encontré sentada en la cama, mirándome.
hombre de los suenos (1)
“¿Quién quiere que te vayas cariño?”, le pregunté de nuevo.
“El Hombre de los deseos”, me respondió. “Dice que tengo que ir con él a vivir en la Luna con sus hijos. Dice que tengo que hacerlo porque pedí un deseo y me lo concedió”.
Me senté, aturdido. “Quiere llevarte lejos. ¿Cuándo volverá por ti?”
“Esta noche, cuando tú y mamá estén durmiendo”.
“Entonces no dormiré”, le dije. “No podrá lograrlo”.
Toda la noche luché contra el sueño. Nunca he sido un bebedor de café, pero preparé del café de mi esposa y bebí taza tras taza mientras veía películas en Netflix y revisaba a mi hija cada pocos minutos. Sin embargo, al final terminé por rendirme. Me desperté sentado en el sofá, con la taza de café vacía en el piso junto a mis pies. Salí corriendo a la habitación de mi hija. Al momento que abrí la puerta allí estaba él, de pie junto a su cama. Él me miró, esos ojos enormes, eran sus ojos y no gafas como creí al principio, fijó su mirada en mí. Hizo aquella sonrisa y se arremolinó en la gabardina como si fuera soplado con el viento. Detrás de él pude ver manchas oscuras en la habitación. Manchas oscuras con ojos brillantes, observándome. Sus hijos, atrás de él. Volvió la mirada hacía mi niña mientras yo estaba allí, incapaz de moverme.
Una voz susurró en mi mente. Hablaba sin decir palabras, pero el mensaje era claro. Había llegado su momento. Había cumplido su deseo, y ahora ella le pertenecía. Me miró nuevamente con esos ojos enormes. Él también quería que yo hiciera un deseo. Quería que deseara su liberación, sabiendo lo que aquello significaría para mí. Sonrió como un loco y sus susurros se esparcieron por mi mente como el fuego. Pide un deseo, salva a tu hija, ven conmigo.
hombre de los suenos (1)
Mi voz se quebró, apenas un susurro. Ella me lo había dicho, tienes que quererlo de verdad. “Deseo que te vayas y nos dejes en paz”. La sonrisa se desvaneció convirtiéndose en un gruñido y me miró, luego se metió en un remolino en la oscuridad, se metió en las sombras y despareció de nuestras vidas.
Los años siguientes han sido buenos. Mi esposa y yo estamos felices, mis hijos están creciendo. Mi hija se olvidó del Hombre de los deseos después de aquella noche. Le pregunté sobre él al día siguiente, pero ella no sabía de lo que estaba hablando. La vida me había cambiado y yo estaba feliz de dejar todo en el pasado. Mi niña acababa de celebrar su sexto cumpleaños y no podía estar más feliz. Hasta esa noche, hace apenas unos días, cuando caminaba por la casa a oscuras y escuché a mi hijo, hablando solo en su dormitorio.
“Yo deseo…”

domingo, 26 de abril de 2015



Existe una leyenda sobre una casa abandonada conocida como la “Casa de los Niños”. Dicen que el hombre que habitó aquella casa torturó y asesinó a varios niños en su interior. Pero un día, los espíritus de los niños que asesinó se volvieron contra él y lo mataron. Sin embargo, tuvieron que pagar por la venganza, y acabaron quedándose prisioneros de aquel sitio por la eternidad. Dicen que también es posible escuchar las risas durante la noche.
casa de los ninos (1)

En la escuela varios niños hablaban de la casa diciendo lo horrible que era, sobre los gritos que se escuchaban durante la noche y los niños que se asomaban por la ventana. Uno de los niños, Ian, no creía en nada de lo que se decía, después de todo, los fantasma no existen. Para él, los muchachos estaban exagerando y aquella no era más que una casa vieja. También les dijo que la historia debía haber sido inventada por alguien solo para asustar a las personas.
Los niños comenzaron a mirarlo con desprecio, repitiéndole lo mismo, que habían escuchado risas y veían cosas. Para concluir de una buena vez el tema, Ian dijo que pasaría una noche entera en la casa y lo filmaría todo con su cámara.
Al llegar a casa, le dijo a su madre que pasaría la noche en la casa de un amigo. La madre le dio permiso e Ian se dirigió a su habitación, empacó su mochila, colocó su cámara adentro y después se dirigió a la temida “Casa de los Niños”. Cuando estaba cerca del lugar pudo sentir un escalofrió recorriéndole el cuerpo y un miedo muy profundo. Miró hacia la casa y el miedo se hizo aún mayor. Pero Ian simplemente sacudió la cabeza para apartar ese sentimiento y entró a la casa.
casa de los ninos (4)
El interior era muy oscuro, por lo que encendió la cámara y puso el modo nocturno para ver analizar el espacio a detalle. Estaba muy vacía y no había más que un refrigerador en la cocina y una televisión sobre una silla. El baño solo tenía un inodoro y nada más, no había tina ni regadera ni una pila. En su lugar estaba un agujero que daba a la cocina. Cuando terminó de subir las escaleras para echar un vistazo al segundo piso, notó que en ese lugar había menos muebles que abajo, solo podía verse una cama adentro de una habitación. Las otras habitaciones tenían las puertas cerradas por lo que no podía verse nada.

Después de recorrer toda la casa, Ian se sintió bastante cansado y fue a la habitación, sacó un edredón de la mochila, lo tendió sobre la cama y se durmió. Despertó en el medio de la noche con los sonidos de unos pasos que venían desde el pasillo, intentó calmarse pensando que no eran más que ratas, después de todo la casa era muy vieja. Tomó su cámara y fue rápido hasta el pasillo para ver qué pasaba, pero en el camino los pasos se hicieron más rápidos y cambiaron de dirección, como si estuvieran huyendo. Cuando llegó a la puerta de la habitación dirigió la vista al sitio de dónde venían los pasos pero no había nada allí.
casa de los ninos (2)
Miró en la dirección opuesta y pudo ver a un niño de espaldas, era más joven que él. Ian pretendía preguntarle que hacía allí, pero antes de que pudiera expresar algo el niño habló. “Estoy buscando a alguien que juegue conmigo”. Después, se voltea y dice: “¿Quieres jugar conmigo?”. Fue entonces que Ian pudo ver sus ojos completamente negros y una sonrisa estampada en su boca.
El niño que solo había ido a pasar la noche en la casa corrió lo más rápido que pudo, en el escape regresó a ver, pero el pequeño había desaparecido, sin embargo su risa continuaba haciendo eco en todos los rincones de aquella construcción. Ian terminó cayendo por las escaleras, perdiendo las esperanzas con cada escalón que recorría. Finalmente lo único que quedó fue miedo y desesperación. En el suelo, quedó tirado mientras escuchaba aquella risa y lloraba de miedo.
La visión de la puerta abierta le dio las fuerzas para levantarse y correr. Mientras huía, niños de la misma edad aparecían y le murmuraban palabras que no conocía. No le era posible comprender. Cuando estaba por alcanzar la puerta, después de ver la calle y su casa, comenzó a pensar en su familia y en sus amigos, prometiéndose a sí mismo que no se volvería a acercarse aquella casa nuevamente. Entonces, todo desaparece y un dolor inmenso interrumpe sus pensamientos. La puerta había sido cerrada en su cara.
Una vez más se quedó allí, llorando y siendo aterrorizado por aquellas risas. Unas manos surgieron de la oscuridad y lo sujetaron, pero no hizo nada, pues sabía que ellos harían que aquel dolor se detuviera.
casa de los ninos (3)
Al día siguiente su familia inicio su búsqueda, pero no encontraron nada más que su cámara (que estaba rota) y su mochila. Qué pena, si realmente quisieran encontrarlo esperarían la llegada de la noche, después de todo, la noche es de los niños y él estaría allí por siempre.

sábado, 4 de abril de 2015



La mujer del velorio o del funeral es una leyenda urbana muy popular en Brasil, sobre todo en las escuelas, debido a los cementerios, los símbolos por excelencia de las historias de terror.
mujer del funeral
La leyenda cuenta que una chica estudiante de psicologí estaba al final del curso y se le asignó la responsabilidad de investigar el comportamiento de las personas en los velorios y funerales. En primer lugar, estudió las teorías sobre este comportamiento. Pero entonces la estudiante decidió pasar a la práctica, visitando de forma discreta velatorios y funerales de desconocidos.

El primer funeral al que asistió  fue al de un señor de edad, quien fuera en vida un famoso maestro. Esta ceremonia estuvo llena de lujos y discursos. Sin embargo, uno en particular llamó la atención de la chica, el de una anciana de pelo blanco, vestida de negro con manta y un velo negro en la cabeza.
La primera vez que la estudiante miró a esta mujer tuvo la impresión de que esta anciana no tenía piernas y estaba flotando. Pero después de volver a mirar, a esta extraña figura, vio sus piernas totalmente normales y llegó a la conclusión de que podría haber sido una ilusión óptica.
El segundo funeral que visitó era el un niño de clase baja, en un barrio muy popular. La estudiante fue a observar el comportamiento de la gente, cuando nuevamente volvió a ver a la extraña mujer del primer funeral. Decidida e intrigada, la académica decidió mirar más de cerca a la mujer, pero la anciana miró en su dirección y la estudiante tuvo la impresión de haber visto dos destellos en lugar de ojos. Nuevamente creyó que su cerebro le había jugado una mala pasada.
El tercer funeral que visitó fue el de un millonario hombre de negocios, un amigo de su familia. Debido a que era un velorio de gente importante, sólo llegaron a entrar aquellos conocidos. La estudiante entró, pero dentro del velatorio, le esperaba una sorpresa, la misma mujer de negro se encontraba presente
Así que la estudiante también decidió ir al funeral de este hombre rico y la extraña dama llegó. Después del entierro,  la chica decidió seguir a la misteriosa dama, que pasó algún tiempo caminando por el cementerio hasta que se detuvo en una tumba de color marrón.
fantasma
Entonces, la estudiante se dio cuenta de que la imagen de la mujer de la tumba era la misma que la vieja y extraña mujer de negro, y sin darse cuenta gritó: - ¡Dios me salve! En tanto, la anciana  miró hacia atrás y dijo: – ¡Dios te salve, hija! Aun aterrada la estudiante alcanzó a decir: – ¿Cómo es posible? ! La foto de la mujer enterrada en esta tumba es el rostro de la dama! Finalmente, enigmática mujer explicó: – Bueno, eso tiene sentido, porque esa mujer enterrada en esta tumba marrón, solía ser yo… Sorprendida y aterrada la estudiante le dijo: - Esto no es posible… debe ser una broma, o una alucinación… ¿Y por qué visitas tantos velatorios y funerales? ¿Cuál es la explicación a todo esto?, entonces la anciana de forma muy tranquila dijo:
– Yo nací hace algún tiempo… Mi vida era perezosa y aburrida… Yo era hija única y nunca me casé, sin hijos y sin trabajo… Me la pasaba vegetando en casa… No hacia nada por simple pereza… Cuando mis padres murieron, viví relativamente bien con la prensión que me dejaron. Pero cuando morí, lo primero que vi fue la película de mi vida: un enorme vacío … En primer lugar, un ángel trató de llevarme al cielo, pero no me aceptaron porque no había hecho algo útil para la humanidad … Entonces, el ángel trató de llevarme al infierno, pero el diablo no me aceptó porque yo no era lo suficientemente mala … Después de esto, el ángel me llevó al purgatorio, pero el portero no me dejo entrar, diciendo que yo no tenia ningún pecado que purgar. No sabiendo que hacer, el ángel me llevo con su jefe quien dijo que lo mejor que podía hacer era darme una tarea útil como ayudante de la muerte.
Así que la estudiante, aun más intrigada, le preguntó: – ¿Y de que forma colaboras con la muerte?
De esta manera, le dijo:
Una ayudante de la muerte tiene una misión similar a la del ángel, cuando alguien muere, ella coloca la película de la vida del difunto, para ver y guiar a su alma a lugares como: el cielo, el purgatorio y el infierno.
Después de escuchar todo esto, la estudiante se desmayó. En el hospital les contó la historia a las enfermeras, dijo que ella estaba viendo la película de su vida ante sus ojos y luego murió.