sábado, 20 de septiembre de 2014




La historia del poblado de Myasnoy Bor y el bosque del mismo nombre, es realmente aterradora. Este enigmático lugar se localiza en Rusia, sobre la región de Novgorod, una zona conocida como “Valle de la Muerte” o “Valle de la Matanza“.
Myasnoy Bor
Se trata de un bosque que crece en forma de anillo y que aísla, casi como si la estuviera abrazando, una amplia zona pantanosa de difícil acceso. Dentro de esta área, existen algunas comunidades en forma de pequeñas aldeas, siendo la mayor Myasnoy Bor, fundada durante el período de la Unión Soviética. Muchos de estos pueblos fueron abandonados por sus habitantes después de la caída del comunismo y todo lo que queda son ruinas de miserables chozas de madera. Todavía hay algunas granjas aquí y allá, la mayoría de ellas bastante viejas y en ruinas. Los caminos son oscuros y en malas condiciones, y los residentes evitan andar por ellos cuando llega la noche.

Lo que hace a Myasnoy Bor tan extraño es la cantidad de reportes de fenómenos paranormales en este lugar. Cada historia es más extraña y aterradora que la otra.
Los pobladores dicen que en el pasado la región que hoy pertenece a Myasnoy Bor solía ser una región muy temida. Los vecinos creían que en las entrañas de este bosque habitaban hadas, duendes y criaturas mágicas del folclore ruso. Estas hadas tienen muy poco en común con las entidades silvestres del resto de Europa. En Rusia, casi todas las hadas son caníbales, malignas y seres extremadamente malvados tan temidos como respetados.
Todavía existen leyendas muy antiguas que mencionan a hombres lobo y vampiros que hicieron de este bosque su casa, ya que las copas de los árboles densos confieren una protección natural contra la luz purificadora del sol.
Cuando los bolcheviques tomaron el poder, el área fue destinada a la ocupación y construcción de granjas colectivas. Muchos campesinos se negaron a establecerse allí debido a las viejas supersticiones, pero los soviéticos no estaban interesados ​​en esas tonterías. Algunos fueron coaccionados, otros huyeron, pero al final, algunos terminaron simplemente obedeciendo y comenzaron a vivir allí.
Las granjas se desarrollaron lentamente, pero poco a poco se fueron estableciendo las comunidades. Luego, en 1942 ocurrió el desastre. Aquel fue uno de los años más duros de la Segunda Guerra Mundial, cuando el avance nazi sobre la URSS tenía las cualidades de una apisonadora a toda marcha. Myasnoy Bor fue escenario de cruentas batallas que le valieron el apodo de “Valle de la Matanza”. El Ejército Rojo, formó una línea de defensa en la región, el llamado Segundo Ejército de Choque, que fue distribuido a lo largo de una línea con el objetivo de evitar la invasión de Leningrado.
Río Volkhov
El bosque fue cercado con alambre de púas y trincheras fueron excavadas a lo largo de toda su extensión. La defensa de esta región, los márgenes del Río Volkhov, era esencial para que la ciudad fuera debidamente evacuada. Cada día de retraso en los planes alemanes daba un valioso tiempo a los preparativos para resistir el inevitable asedio de Leningrado. Las características del campo de batalla eran muy similares a las de la Primera Guerra décadas antes, y el resultado del enfrentamiento fue similar a la traumática Guerra de las Trincheras.
Los soviéticos aguantaron como pudieron, pero fueron destrozados. Mucho más preparados y con el apoyo de tanques y una infantería bien equipada, los nazis cruzaron el Río Volkhov. Los cadáveres de miles de soldados rojos fueron abandonados en el campo de batalla, una visión aterradora fue descrita por un oficial alemán en una carta:
“Había montañas de soldados soviéticos muertos, apilados en los rincones pudriéndose horriblemente. Los tanques y los vehículos pasaban por encima de ellos, aplastándoles los huesos congelados que se rompían como ramitas secas. Las orugas de los tanques dejaban una estela roja cada vez que atropellaban hombres y caballos mutilados. Muchos soldados no podían soportar aquello. ¡Era como estar en el mismo infierno! Un matadero sin fin de cadáveres insepultos y semi-congelados. Las armas aún en sus dedos petrificados. Recorrimos kilómetros de trincheras llenas de cadáveres que no eran más que bolsas pútridas de corrupción humana. Nunca olvidaré eso. Aquella visión me dejó un mal sabor de boca a pesar de la victoria”.

Los nazis estaban seguros de que Leningrado sería su próxima conquista y la victoria que pondría a la URSS al borde del desastre. Pero la historia les estaba preparando una sorpresa en forma de una feroz resistencia que cambió el curso de la guerra en el frente oriental.
En 1943, los alemanes todavía se encontraban luchando en las calles devastadas de Leningrado hasta que finalmente se vieron obligados a retirarse bajo una nieve de invierno gruesa y abrumadora. Entonces llegó el turno de los rusos que caerían sobre los nazis como verdaderos lobos hambrientos. No faltó la violencia y el horror en este contraataque.
Los rumores de soldados alemanes que terminaron por convertirse en comida para las tropas rusas famélicas se multiplicaron. El Wermecht sufrió fuertes bajas mientras trataba de reagruparse. Entre los muertos se encontraban los aliados de los nazis, los miembros de la “División Azul”, españoles que se ofrecieron voluntariamente para luchar contra los comunistas.
guerra invierno
En estas batallas no había prisioneros, así como los alemanes no perdonaban a nadie cuando hacían la avanzada un año antes, los rusos fusilaban a los soldados capturados, abandonaban a los heridos en la nieve sin abrigos o dejaban que los campesinos armados con bayonetas acabaran con ellos. La guerra se había convertido literalmente en el infierno.
El saldo de estas sucesivas batallas fue un elevado número de víctimas fatales a lo largo de dos años (hasta el día de hoy, nadie sabe a ciencia cierta cuántos murieron de cada lado). La gran mayoría de los muertos simplemente se quedaron en el camino. El suelo era duro y estaba congelado y nadie tenía tiempo ni ganas para enterrar a los muertos. Los soldados de ambos ejércitos fueron cayendo unos sobre otros.
En los años siguientes, el escenario de la guerra cambió y la URSS pasó de defensor a atacante. Los tiroteos y las matanzas en Myasnoy Bor se silenciaron. Pero cuando la nieve se seca en verano, los restos de los muertos salen a la luz como un recordatorio de la tragedia.
Nadie sabe a ciencia cierta por qué razón las autoridades soviéticas evitaron dar un descanso honorable a estos hombres. Es posible que el gobierno no haya querido reconocer el abrumador número de víctimas que perecieron en la defensa de la Madre Patria. El hecho es que décadas después del fin de la guerra, el bosque aún parecía un enorme cementerio a cielo abierto en el que los huesos de los muertos aun portaban el uniforme. Los aldeanos de la región ni siquiera podían hablar de los siniestros bosques o de su contenido macabro.
Durante estos años, Myasnoy Bor comenzó a crear una reputación. El lugar era considerado extraño, parecía atraer todo tipo de acontecimientos inexplicables, muchos de los cuales involucraban apariciones de fantasmas que se veían con claridad, ya fuera de día o de noche. Los eventos fueron tan frecuentes que el Instituto para el Análisis de Eventos Paranormales, activo durante el régimen comunista, realizó expediciones en la zona para realizar un seguimiento de los incidentes inusuales. Los agentes entrevistaron a testigos, filmaron la zona y recogieron pruebas reunidas en decenas de expedientes que describen casos de actividad paranormal.
fantasmas guerra Myasnoy Bor
El principal interés de los investigadores soviéticos fue estudiar los incidentes relacionados con los espejismos temporales. Tales incidentes son visiones de acontecimientos ocurridos mucho antes, mismas que eran reproducidas continuamente por los “fantasmas” o apariciones. Los testigos hablaron de soldados caminando por el bosque, rusos y alemanes vestidos con sus uniformes, disparando y gritando el uno al otro. En algunos casos, los testigos mencionaron que incluso hablaron con los hombres quienes se mostraron confundidos y perdidos cuando se les informó del fin de la guerra o en qué año estaban.
En teoría, los espejismos temporales son fenómenos donde el pasado y el presente coexisten temporalmente durante algunos instantes. Sus estudiosos creen que este tipo de anomalías temporales surgen cuando una región experimenta un trauma emocional colectivo e intenso. Es como si el tejido del tiempo se viera afectado de alguna manera por la interacción de las personas que simultáneamente vivieron una experiencia significativa, en este caso el miedo, la destrucción y finalmente, la muerte.
La cantidad de espejismos temporales en Myasnoy Bor es notable. Por ahora, este es el mayor número de incidentes registrados en Rusia y quizás en el mundo. Hay cientos de testimonios de personas que oyen explosiones, disparos y gritos, y otros que afirman categóricamente ver a los soldados en acción.
Desde el fin de la URSS, el pasado de Myasnoy Bor ha venido siendo rescatado. Las historias de la región y de los soldados que formaron el Segundo Ejército de Choque se hicieron famosas. Civiles, incluyendo a muchos descendientes de aquellos que lucharon en la guerra, comenzaron a organizarse con el fin de cavar, recolectar y proporcionar una sepultura digna a aquellos hombres que perecieron en el “Valle de la Matanza”.
Además de huesos, en Myasnoy Bor se pueden encontrar restos de uniformes, armas, equipos y otros artículos usados ​​por los soldados. Museos y arqueólogos rusos envían voluntarios para que los ayuden en la identificación de los objetos rescatados. Más importante aún ha sido el trabajo de dar un rostro a los hombres que lucharon e identificar a algunos de ellos. Desde que los trabajos se iniciaron en 1992, los restos de más de 23,000 soldados rusos y casi 12,000 alemanes fueron debidamente recuperados. La identidad de muchos llegó a ser conocida.
soldados alemanes
Es interesante, sin embargo, que los presuntos espejismos temporales nunca cesaron. Marina Vasilieva, un participante de un grupo de voluntarios que se reunía semanalmente para explorar el bosque, dijo:
“La primera cosa que notamos cuando estamos en el bosque es el silencio inusual, yo diría incluso que siniestro. En el bosque rara vez escuchamos el sonido de la naturaleza, de los pájaros. Parece que simplemente no existen. Los pantanos y ciénagas abundan en todas partes. Es un lugar oscuro. A veces, en los bancos, vemos huesos no enterrados de soldados. Todo ello presiona a la psique. Una vez, cuando estábamos regresando en un grupo, después de las excavaciones, escuchamos algo así como el sonido de la explosión, luego gritos y disparos”.
Anton Kunisky, otro voluntario informó un evento similar, cuando su grupo estaba terminando una excavación:
“Nos sentimos atraídos por el sonido de un alboroto de varios hombres que hablaban en voz alta y celebraban. Llegamos a pensar que eran aldeanos borrachos e íbamos dispuestos a reprender a estas personas por faltar el respeto a los muertos. Pero cuando seguimos el ruido no pudimos encontrar a nadie. Entonces oímos gritos de alerta y fuimos testigos de dos soldados con uniformes soviéticos saludándonos y pidiendo que nos acercáramos. Ambos estaban en el borde de un barranco y parecían perfectamente “vivos”. Caminamos con mucho cuidado y los llamamos, pero parecían haber desaparecido. Uno de nuestros compañeros apuntó a una zona extensa cubierta de barro donde vimos algunos escombros de lo que parecía haber sido algún día un campamento. Investigando el área con más cuidado se encontró una fosa común y los restos de más de 10 hombres. No tengo ninguna duda que aquellos hombres que vimos, por supuesto, eran los fantasmas de esos dos tipos enterrados en la fosa común y que cuando los rescatamos, y los sepultamos de forma honorable, finalmente pudieron descansar”.
Los habitantes de Myasnoy Bor creen que los muertos encontraran la paz sólo cuando los restos del último soldado sean encontrados y debidamente enterrados. Hasta entonces, muchos soldados enterrados allí permanecen en guerra… para siempre.

martes, 2 de septiembre de 2014



Han pasado varios años y al parecer todos han olvidado aquel suceso que les narraré, pero yo jamás jugaría con una mujer. Se dice que en la ciudad de México, hubo una mujer de increíble belleza y dotada de un alma tan pura que todos los hombres querían cortejarla. A ella no parecía interesarle nadie de la ciudad pero se dice que cierto día, caminando por la calle conoció a un joven totalmente desconocido, un joven apuesto y de provincia que venia a trabajar a la ciudad.

Ella no tardó en enamorarse de aquel hombre pues siempre la procuraba y era sumamente caballeroso con ella. Pasó un tiempo y decidieron casarse, ella estaba feliz, sentía que era la joven mas afortunada del mundo, pero el no parecía creer lo mismo.
Cuentan que el día de la boda llegó, ella lucia espectacularmente hermosa con su vestido y aquella felicidad que le iluminaba la cara. Ansiosa llegó a la iglesia, toda la gente importante se encontraba en la ceremonia excepto el novio.
Todos creían que tal vez un contratiempo de 10 tal vez 15 minutos lo demoró pero pasaron varias horas y él nunca se presentó.
Todos trataron de consolar a la joven que sumergida en su dolor no dejaba de llorar preguntándose por que no había llegado el a la boda.
La llevaron a su casa después de calmarla y la recostaron en su cuarto pero ella seguía deshecha, no aceptaba haber perdido al amor de su vida, se levantó frente a un espejo y al verse con aquel hermoso vestido pero con el alma destrozada tomó un cuchillo y comenzó a herirse en el vientre y en el pecho jurando ante un crucifijo que regresaría de la muerte para vengarse de aquel hombre y de todo aquel que hiciera el mismo daño.
La noticia de su muerte se hizo saber por toda la comunidad y según se cuenta, el joven fue visto días después de la boda con otra joven y relatando en las cantinas que el había obtenido lo que cualquier hombre del lugar hubiera querido y que tubo el lujo de despreciarlo.
Noches después fue encontrado en la puerta de la iglesia muerto a cuchilladas pero se dice que el espíritu de la joven cumplió su juramento ya que el difunto tenía un anillo en el dedo, el mismo anillo con el cual ella había sido enterrada.
Según la leyenda, cada vez que un hombre deja plantada a una mujer frente al altar, ella vuelve a cobrar su venganza haciendo pagar el dolor que les causan a las mujeres.