miércoles, 27 de febrero de 2013



A menudo, cuando se habla de temas como la cultura libre, software libre, legitimidad a la hora de compartir contenidos sin el permiso expreso del autor y demás, los que se posicionan en contra del “todo gratis” (sin advertir que todo gratis no significa no ganar dinero con ello, ya sea por publicidad o de forma indirecta) arguyen que Internet no es gratis. Que pagamos el acceso. Y que frente a eso no nos rebelamos ni exigimos un Internet gratis.

Antes hay que desmentir ese aserto: los que promulgan la existencia de contenidos gratuitos en la Red (lo quiera o no el autor original) también aspiran a una conexión a Internet más barata, sobre todo en España, donde el coste es superior a otros países de nuestro entorno. Y quién sabe: quizá la conexión a Internet acabe siento totalmente gratuita, como escuchar la radio, porque la sufragaran las empresas que hacen negocio en Internet.

Por otro lado, la crítica “Internet no es gratis” parte de un error categorial: lo que paga el usuario, en realidad, paga la infraestructura de transmisión, pero no subvenciona toda la Red, no mantiene todo lo que circula por Internet. Es decir, pagamos por recibir bits, pero no por lo que valen esos bits. Lo transmitido no es gratis, pero el contenido sí puede serlo.

La cuota mensual que abonamos a nuestro proveedor de servicios de Internet cubre el envío del contenido, pero la creación del contenido está regulado por un modelo económico diferente. Al menos de momento.

Chris Anderson lo explica así en su libro Gratis:

Hablando según el sentido común, este error proviene asimismo de medir el valor de una cosa mediante unidades erróneas. Por su contenido mineral, mi hijo pequeño vale unos 5 dólares a precio normal de mercado, pero no lo pienso vender. Para mí es más valioso por la forma en que esos minerales se han unido, por todos los demás átomos, el estado de energía y el resto de cosas de las que está hecho un niño. Confundir el coste de transmitir megabits con el coste de producirlos, o con lo que valen para el receptor, es una consecuencia de no comprender dónde reside en realidad el valor. Que no se encuentra en la Red. Donde transformamos los bits dándoles un sentido es en los extremos, la producción y el consumo.



The Associated Press publica un documento original de Al-Qaeda donde el grupo ofrece 22 consejos para eludir un posible ataque de drones.

Un documento traducido por The Associated Press nos muestra 22 consejos útiles para eludir o derribar drones en zonas bélicas. Una lista cuyo original fue publicado en un sitio web extremista en árabe en el 2011, y que ha sido reeditado varias veces, aunque se mantenía en la lengua original sin traducción alguna. AP revela ahora la historia detrás del documento, un informe escrito por miembros de Al-Qaeda para eludir posibles ataques de drones.

Al parecer, un periodista de AP encontró una copia del documento fotocopiado en Timbuktu (Mali), después de que los militantes huyeran de la zona el año pasado. Estados Unidos había estado trabajando para establecer una base de aviones no tripulados (drones) en Níger. Según el documento traducido por AP, el escrito lleva la firma del comandante de Al-Qaeda Abdallah bin Muhammad.

Un informe donde se muestra como el grupo se preparaba para hacer frente a la presencia cada vez mayor de este tipo de tecnología. Según Cedric Leighton, coronel de las Fuerzas Aéreas, el informe indica que no se trata de técnicas absurdas, más bien todo lo contrario, la lista demuestra que Al-Qaeda actuaba de manera inteligente.

Aunque la mayoría de "técnicas" y consejos pueden parecer de sentido común, los militares insisten en que son asesoramientos primordiales en zonas de guerra, enclaves donde muchas veces no existen grandes medios a los que agarrarse. Les dejamos con algunos de los 22 consejos para evitar drones según Al-Qaeda:
Es posible saber acerca de la misión de los drones utilizando el software sky grabber con el que infiltrarse en las ondas y frecuencias de los aviones.
Usar dispositivos de frecuencia que puedan desconectar el control de los drones. Se sugiere "Racal" de fabricación rusa.
Difusión de piezas reflectantes de cristal en un coche o en el techo de un edificio.
Colocación de un grupo de francotiradores especializados para cazar drones, especialmente aquellos que puedan distinguir los de vuelo bajo.
Uso de métodos generales de confusión, intentar no utilizar un centro de operaciones permanente.
Llevar a cabo una red que permita reconocer la presencia de drones o advertir de su próxima llegada.
Ocultarse bajo árboles frondosos es la mejor cobertura contra los drones.
Permanecer en lugares sin luz natural.
Mantener en silencio todas las comunicaciones inalámbricas.
Usar refugios subterráneos.
Intentar evitar reunirse en espacios abiertos, si es urgente, utilizar construcciones con múltiples puertas o salidas.
Formación de reuniones falsas a través de muñecos que puedan engañar al enemigo.
Los líderes no deben usar equipos de comunicación alguno, ya que por lo general el enemigo es capaz de identificar por voz a la persona y luego localizar el punto en el que se encuentra.



Sally había recibido un ultimátum de su profesor, o entregaba esa misma noche el trabajo que llevaba días posponiendo o suspendería su asignatura. El ritmo de estudio que había en la Universidad de Adelaida (al sur de Australia) era realmente muy duro pero ese no era el motivo por el que Sally había descuidado sus obligaciones. La verdad es que si el ritmo de trabajo era duro el de las fiestas era frenético, y a pesar de que Sally era una buena estudiante se estaba dejando guiar excesivamente por un grupo de “amigas” que la llevaban de borrachera en borrachera.
Su profesor tenía en especial estima a Sally pues había demostrado sus grandes dotes e inteligencia en el primer ciclo del curso, por este motivo decidió darle una segunda oportunidad para entregar, o mejor dicho repetir completamente, su trabajo de fin de curso. Sally estaba desbordada con esta tarea y llevaba prácticamente dos días sin dormir. Se mantenía despierta a base de café, y tanta cafeína la mantenía medio paranoica y muy susceptible.
Eran las tres de la madrugada y tras hacer el último repaso a un trabajo del que estaba realmente orgullosa salió corriendo por el campus para entregarlo antes de irse a tomar un merecido descanso. Estaba un poco lejos del colegio mayor donde residía, en el edificio Napier. Una construcción de forma rectangular que por alguna extraña razón le provocaba escalofríos al recorrer sus pasillos. El hecho es que Sally era bastante asustadiza y la “sobredosis” de cafeína que llevaba en el cuerpo no le ayudaba a mantener la calma mientras recorría de madrugada el largo corredor de la sexta planta que llevaba al despacho del profesor.
Al llegar a su destino introdujo por debajo de la puerta del despacho su trabajo, con la esperanza de que su profesor lo encontrara a la mañana siguiente y le cambiara su calificación, permitiéndola avanzar a un nuevo curso. El camino de regreso al ascensor la mantenía medio paranoica, estaba muerta de miedo mientras caminaba por unos pasillos en los que no había ni un alma. Cuando de repente…
Justo cuando estaba a pocos metros del ascensor apareció la figura de un hombre que salió de una de las puertas del pasillo de enfrente. El hombre con la cara totalmente desencajada avanzaba con un brazo sobre su pecho y otro extendido hacia ella, sus ojos abiertos como platos y una mueca atroz provocaron en Sally tanto miedo que ésta corrió hacia el ascensor y empezó a aporrear los botones como si con este gesto pudiera acelerar la llegada del elevador. Cuando parecía que el hombre la iba a alcanzar y Sally estaba a punto de salir corriendo en dirección contraria (un camino que bien sabía no la llevaría a ningún lado pues no tenía salida) sonó el timbre del ascensor.
De un salto se introdujo en su interior y marcó la planta baja mientras aporreaba el botón que cerraba las puertas, como si de una película de acción se tratase el ascensor se cerró medio segundo antes de que el hombre pudiera sujetar sus puertas y Sally escuchó como golpeaba débilmente el metal que se había cerrado frente a él.
Sally no había corrido tanto en su vida, a gran velocidad cruzó el campus y cerró con llave la puerta de su cuarto. A pesar de su estado de nerviosismo, el cansancio causado por la inesperada carrera y el hecho de que llevara dos días sin dormir provocaron que se derrumbara en la cama y cayera profundamente dormida.
Al día siguiente Sally despertó de mejor humor, recordaba el suceso de la noche anterior pero no le quiso dar mayor importancia. Miró la hora y tras ducharse se dispuso a regresar nuevamente al despacho de su profesor para tratar con él la posibilidad de aprobar la asignatura, estaba casi segura de que cuando viera su excelente trabajo no dudaría en subirle la nota.
Mientras avanzaba por el campus pudo observar un tumulto de gente que se agolpaba junto al edificio Napier, en el que había sufrido el incidente la noche anterior. Al llegar a la zona vio un par de coches patrulla de la policía, una furgoneta y una ambulancia que parecía empezar a abandonar el lugar.
Uno de los amigos de Sally le explicó lo sucedido:
- Parece que esta noche ha muerto el conserje del edificio, el hombre ha sufrido un ataque al corazón y como no había nadie para ayudarle ha muerto mientras trataba de subir al ascensor. Una señora de la limpieza casi se muere del susto cuando al abrir las puertas de la sexta planta su cadáver se ha desplomado a sus pies. Parece que intentó subirse pero este nunca llegó a tiempo y murió apoyado en sus puertas.
Sally se quedó muda, inmediatamente comprendió que aquel hombre que la había asustado la noche anterior no hacía más que pedirle ayuda. Con su último aliento trataba de llegar a ella para que le ayudara, pero ella en su ataque de pánico le había cerrado las puertas en sus narices acabando de esta forma con su única posibilidad de sobrevivir. Estaba asustada y pensativa cuando sintió una mano sobre su hombro.
- Buenos días Sally – dijo su profesor – Espero que no vengas a entregarme el trabajo a estas horas, te dejé bien claro que anoche se cerraba el plazo.
- Buenos días, disculpe que no le hubiera visto, anoche introduje bajo su puerta el trabajo y precisamente venía ahora pare preguntarle que le había parecido.
- ¿Por la noche? ¿Y no viste nada raro? Al parecer han encontrado al conserje muerto en la misma planta en la que está mi despacho.
- La verdad es que cuando yo fui todo estaba vacío y no vi a nadie – dijo Sally con una fingida sonrisa.
- Bueno parece que esta mañana nadie va a poder entrar en las instalaciones, por lo menos hasta que levanten el cadáver, así que si te parece bien podemos quedar esta tarde a partir de las siete en mi despacho para revisar tu trabajo. Antes, me temo que me será imposible, este triste incidente me ha retrasado mucho en mis obligaciones.
Sally asintió a su profesor y se dirigió a la cafetería del campus para desayunar algo. Andaba atontada, como un zombi, su cabeza no paraba de dar vueltas al suceso de la noche anterior ¿podría haber salvado la vida de aquel hombre si le hubiera ayudado? ¿cómo podía haber mentido tan descaradamente al preguntarle su profesor si había visto algo extraño?
Durante el resto del día se reunió con sus amigas para tratar de despejar la mente y olvidar el suceso. Hasta que llegó la tarde…
Faltaban escasos minutos para la cita que tenía con su profesor y Sally se encontraba frente al edificio, los recuerdos nuevamente se agolparon en su mente, más cuando las puertas del ascensor se abrieron frente a ella. Espero un par de minutos deseando que alguien más tuviera que tomar su mismo camino para subir acompañada, pero el edificio nuevamente estaba vacío. Presionó el botón de la sexta planta y observó como se cerraban las puertas, un movimiento familiar que le hizo revivir suceso de la noche anterior.
Instantes después de comenzar a moverse el ascensor, Sally sintió un escalofrío recorrer su espalda, súbitamente su respiración pareció convertirse en humo, como cuando el aliento es exhalado en una fría noche de invierno. Trató de apoyar su espalda en la pared pero le temblaban tanto las piernas que no podía moverse y entonces lo vio…
Reflejado en el metal de la puerta una silueta de hombre parecía acercarse detrás de ella, temblando comenzó a girar la cabeza y por el rabillo del ojo pudo ver una sombra. Justo en ese momento el ascensor se detuvo súbitamente y las luces se apagaron. Sally sintió tanto miedo que no aguantó la presión y se desmayó.
Minutos después una voz conocida la despertó, era un compañero de la universidad que la encontró tumbada en el suelo del ascensor. La ayudó a salir del edificio y la llevó a enfermería donde le diagnosticaron un fuerte estado de shock. Sally nunca más volvería a ser la misma, se volvió retraída y pensativa, abandonó los estudios pues no soportaba la idea de seguir en el campus. Pero nunca reveló su culpa en lo sucedido.
Dicen que desde entonces ese ascensor tiene un comportamiento extraño, sus botones parecen no responder correctamente y es común que los que suben en él por la noche acaben en la sexta planta aunque no fuera ese su destino. Muchos otros han relatado como sentían descender la temperatura rápidamente o como han visto fugazmente por el rabillo del ojo una sombra que nunca estaba cuando se giraban a ver que sucedía.

sábado, 23 de febrero de 2013



Un virus letal podría afectar al hombre debido a la caza de monos

Expertos afirman que la humanidad podría tener que combatir un nuevo virus, no menos letal que el VIH, debido a la consumición de carne de monos salvajes.

La causa de esta posible amenaza reside en el hecho de que los virus que afectan a los monos se transmiten muy fácilmente al hombre. No en vano, muchos científicos consideran que el VIH afectó a los humanos precisamente por este camino.

El profesor Dominique Baudon, director del Centro Pasteur de Camerún, opina que los cazadores que matan a chimpancés y gorilas, además de hacerlo de manera ilegal -ya que está prohibido según las leyes del país-, corren el peligro de infectarse de enfermedades que afectan a los simios.

Los locales ya reportan casos de gente que ha muerto inmediatamente después de comer carne de monos, y los expertos opinan que la causa más probable de estos decesos son precisamente las infecciones.

Aunque la consumición de carne de monos es tradicional en esta región desde hace siglos, si no milenios, anteriormente el riesgo de epidemias no existía, ya que la gente vivía en localidades prácticamente cerradas, con muy pocas comunicaciones entre ellas.

Ahora la situación es distinta, explica Baudon, ya que todo el mundo está interconectado. Por ejemplo, según la estadística, cada año unas 11.000 toneladas de carne de animales salvajes son importadas ilegalmente a Reino Unido, incluida carne de mono que luego se vende a precios que alcanzan varios centenares de libras esterlinas por kilo.

martes, 12 de febrero de 2013



Mucho se ha hablado sobre la carrera espacial, que fue la época cuando los Estados Unidos de América y la Unión Soviética competían por la conquista del espacio. Se ha hablado del satélite Sputnik, del cosmonauta Yuri Gagarin, del primer hombre en la luna… Sin embargo, considero que los sucesos de los que nadie habla son los más interesantes. Tal es el caso de Josef Petrenkov.
Era el año 1968, las grandes potencias mundiales estaban en su apogeo tanto económica como tecnológicamente. Los avances de la ciencia habían permitido al hombre realizar hazañas que en otras épocas sólo en sus sueños y fantasías se podían realizar. En ese entonces Estados Unidos se preparaba para llevar al primer hombre a la luna. A pesar del grado de confidencialidad que se manejaba en el desarrollo de la misión, éste no fue suficiente para evitar que la inteligencia secreta de los soviéticos se enteraran de sus planes. Los soviéticos, naturalmente, querían estar un paso adelante de los norteamericanos, y en absoluto secreto pusieron en marcha una de las misiones más ambiciosas hasta la época, la cual consistía en lanzar un vehículo espacial tripulado por dos cosmonautas que orbitaría la luna por cuarenta y ocho horas. El objetivo de la misión era tomar mediciones del satélite natural permitiéndoles llevar a cabo un alunizaje meses antes de la gran potencia del oeste. Así entonces, en el mes de octubre de 1968, despegó desde un aeródromo en Kazajstán un cohete Soyuz. Sus tripulantes eran los cosmonautas Ivan Pavelovich y Josef Petrenkov. La misión marchó de acuerdo a lo planeado durante las primeras cuatro fases, pero es debido a lo ocurrido durante la quinta fase —orbitar alrededor de la luna por dos días terrestres— que los soviéticos negaron la existencia de la misión. Aunque las probabilidades de fracaso en este tipo de expediciones son muy altas, nadie imaginaba que lo que estaba a punto de ocurrir sería tan extraño, al grado de que la unión soviética no planearía una misión cerca de la luna hasta después de cuarenta años.
En la base de control se estaba dando seguimiento a la misión. Se acababa de efectuar con éxito la intersección de la órbita lunar y se hacían los preparativos para orbitar la luna y encender los aparatos de medición. Dos horas después de haber iniciado la quinta fase se perdió la comunicación con el vehículo espacial por doce minutos. Cuando se logró restablecer la comunicación ya no se escuchaba la voz del cosmonauta Ivan Pavelovich en el intercomunicador. Los operarios en Tierra intentaron averiguar el estado de Pavelovich y ordenaron a Josef Petrenkov que explicara la situación. Aun con la insistencia de los operarios Petrenkov no respondió de manera concreta; sólo habló durante dos o tres minutos divagando entre oraciones extrañas e ideas sin terminar. Parecía no prestar atención a lo que preguntaban en Tierra y se limitó a hablar ininterrumpidamente hasta que se perdió la comunicación con el vehículo espacial de manera permanente.
Estas fueron las últimas palabras de Josef Petrenkov:
«Estoy a punto de comenzar con la novena vuelta de la órbita de la luna. Todas las acciones que realicé durante mi vida apuntan hacia este momento. Ni en mis sueños más espectaculares me imaginaba en una situación tan maravillosa como ésta. Todos los años de entrenamiento y de estudio sin lugar a duda han sido fructuosos: al fin podré ver con mis propios ojos el lado oscuro de la luna. Es difícil describir la alegría de ver algo que nunca nadie ha visto antes, y que serán pocas en realidad las personas que podrán estar en esta situación durante mi generación y las generaciones futuras. Se podría decir que mi compañero de misión, Ivan, tuvo también el honor de ver semejante maravilla cósmica, aunque dudo que fuera la misma experiencia para él. Traté de convencerlo pero no sólo se negó a intentarlo, sino que también trató de quitarme la oportunidad. Le dije que sería la epítome de nuestras vidas si por un momento abandonáramos la nave para flotar libremente en el universo; le dije que no era lo mismo observar las maravillas del cosmos a través de una ventanilla de seis centímetros de diámetro que observar dichas maravillas con nuestros ojos allá afuera. Pero él se negó. Empezó a decir que no teníamos los trajes necesarios para practicar lo que se denomina “caminata espacial” y que si abríamos la escotilla la nave se despresurizaría y moriríamos instantáneamente. Yo por supuesto sabía todo aquello, mas no me importó; lo último que quería y quiero hacer es flotar en la obscura y vacía ingravidez del infinito.
Le dije que él no tenía que salir de la nave, pero que yo saldría, y nada en el mundo me haría cambiar de parecer. Cuando traté de abrir la escotilla intentó detenerme por la fuerza y me gritaba histéricamente que ambos moriríamos. En realidad no quería hacer lo que hice… Ahora considero que fue lo correcto. Estrangulé a Ivan Pavelovich. Y es momento de realizar lo que más deseo y lo único que se interpone entre mí y el cosmos es una mísera escotilla. Después de ver la majestuosa y a la vez misteriosa luminiscencia de la luna y las estrellas, estoy convencido que flotando en los sin fines del universo estaré más cerca de la inmortalidad de lo que cualquier ser humano estará jamás. Siento que de esta manera podré dejar atrás mi cuerpo como un simple recuerdo de que alguna vez fui un ser antropomórfico. Puedo sentir mi mente expandirse, como si lo comprendiera absolutamente todo, y puedo sentir cada objeto, cada molécula, cada átomo que conforma la nave, la luna, la Tierra y el universo. Quiero que el vacío y yo seamos uno».
Tras la última palabra pronunciada por Patrenkov se perdió la comunicación con el vehículo. Se sabe que la escotilla fue abierta unos segundos después.
Pero lo que es aún más misterioso, es el hecho de que varios minutos luego de que la escotilla fuera abierta, la nave cambió de curso. Esto es particularmente extraño porque las órdenes de curso fueron introducidas a la nave desde adentro, algo imposible, pues los tripulantes no hubieran podido sobrevivir a la despresurización. Según radares en Tierra se pudo averiguar el nuevo curso de la nave, el cual era las Pléyades. Por muchos años se intentó restablecer comunicación sin éxito. Se dice que ocasionalmente son recibidas transmisiones de radio provenientes del vehículo, donde se escucha la voz de un hombre, diciendo lo siguiente:
«Puedo escucharlos, murmurando atrás de las estrellas».



El código del diablo

Existen muchos manuscritos medievales que ha día de hoy, y tras numerosos estudios, continúan siendo un verdadero enigma para muchos. Sus contenidos, sus ilustraciones y su historia son sinónimo de misterio. Hablamos hoy del más grande de todos ellos, el conocido como Codex Gigas, “libro grande en latín”, también conocido como “código o biblia del diablo”.

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Características del manuscrito:

Lo de “libro grande” es un título de lo más acertado, ya que el Codex está considerado como el manuscrito más grande conservado de la época. Sus dimensiones son impresionantes; 92 x 50,5 x 22cm. Contiene 624 páginas iluminadas con tintas roja, azul, amarilla, verde y pan de oro. Entre los textos variados se incluyen un buen número de ilustraciones recreadas con tremenda maestría. Su peso, nada menos que 75 kg.
Se encuentra en un estado de conservación excelente y conserva la unidad estelística con la que fue creado. De su interior faltan algunas páginas, que en algún momento de la historia fueron arrancadas, ignorando el contenido que pudieran tener.
El enorme tamaño está en consonancia con el de las Biblias que se manufacturaban en Europa en los siglos XI y XII, con su tamaño, los papas reformistas pretendían poner de manifiesto la importancia de los sagrados textos.
A menudo, estas valiosas Biblias o manuscritos eran regaladas a las iglesias o monasterios por sus poderosos mecenas como medio para indicar su condición, o bien eran regalos de obispos que querían defender su poder y hacer hincapié en la importancia de la fe en tiempos difíciles. Su enorme tamaño los reducía a uso de atril, posiblemente para uso en el refectorio monacal para las lecturas a la hora de comer o en el prebisterio de la iglesia para los servicios del día. No están considerados como libros litúrgicos, pero si que podrían ser complementarios.
El Codex Gigas se podría considerar como el último gran manuscrito de estas características, ya que en las fechas en las que fue creado comenzaban a aparecer en París las Biblias de pequeño formato y un solo volumen, que acabarían por resultar bastante más prácticas que estos gigantescos pliegos.
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Origen del Codex Gigas:

El manuscrito llamó la atención de todo aquel que conocía su existencia desde el primer día en que fue expuesto. La ilustración del Diablo entronizado en una de sus páginas fue lo que le valió el famoso apodo de Biblia del Diablo.
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En la época medieval el manuscrito figuraba entre las maravillas del mundo y se le atribuía un enorme valor material. La autoría del pliego se le otorga al monje Herman el Recluso del monasterio de Podlažice, aunque este es un dato bastante confuso y en realidad no se sabe a ciencia cierta quien escribió e ilustró sus pergaminos.
Una nota en el interior de la portada, de finales del siglo XIII, apunta a que ciertamente, el manuscrito fue creado en el monasterio benedictino de Podlažice. Más tarde, éste monasterio que pasaba por dificultades económicas, empeñaría el manuscrito al monasterio cisterniense de Sedlec. Más tarde, sería comprado de nuevo por los benedictinos, pero esta vez en el monasterio de Břevnov, financiando la compra el arzobispo de Praga, por encontrarla ajustada a derecho a apropiada para el tesoro de su orden. En todos los casos, el manuscrito siempre se encontró en sus orígenes dentro de la provincia de Bohemia, en la República Checa.
Allí estuvo hasta que en 1594, Rodolfo II, gran amante de cualquier obra enigmática, transfirió la obra a su colección personal en el castillo de Praga. Medio siglo más tarde, tras la Guerra de los Treinta Años, el castillo fue expoliado por el ejército sueco y el libro, junto a muchos otros tesoros, pasaron a formar parte de la colección de la Reina Cristina de Suecia. Desde entonces se encuentra en ese país, primero en la biblioteca real y más tarde, desde 1877, en la biblioteca nacional de Suecia, en Estocolmo.
Durante el paso de los siglos, y muestra de la atracción que ejercía el manuscrito, muchos incluyeron en él sus firmas, como los típicos “Yo estuve aquí”, de los baños públicos. Se encuentran inscripciones de los siglos 16 y 17, en incluso se pueden encontrar los nombres de Josef Pečirka y Beda Dudik, dos estudiosos checos pioneros en el estudio científico del manuscrito.
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Contenidos del Codex Gigas:

Su contenido, sin duda, es lo que hace de este manuscrito un volumen especial, único y enigmático, alejándolo de las biblias típicas manuscritas de la época.
El Codex incluye, entre otros muchos temas:
El Antiguo y Nuevo Testamento.
Traducciones latinas de Flavio Josefo, Antiquitates Iudaicae y  De Bello y ss Iudaico, trabajos sobre la historia de los Judios.
Las etimologías enciclopédicas de Sevilla, en veinte libros, de Isidoro.
Ocho libros médicos. Los primeros cinco de origen griego o bizantino, que bajo el título de Ars medicinae fueron lectura obligatoria para estudiantes de medicina en el sur de Italia a partir del siglo XII. Al final estos libros se convirtieron en textos de medicina en toda la Europa medieval.
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Los otros tres tratados médicos se dedican a la medicina práctica y fueron escritos por Constantino el Africano, que fue monje benedictino sobre la mitad del siglo XI en Monte Cassino, suponiéndose traducciones de éste de otra serie de escritos médicos árabes.
Tras el final del Nuevo Testamento se encuentran sus famosas ilustraciones, una de la Jerusalén celestial y, enfrente, la del famoso diablo.
En páginas siguientes se encuentra una confesión de los pecados y una serie de conjuros escritos en gran formato.
La Crónica de Bohemia, escrita por Cosmas de Praga.
La Regla de San Benito.
Calendarios.
Listas de nombres, presumiblemente de los miembros o benefactores de la comunidad monástica local.
Santoral y Esquelas.
Todo esto, mezclado con textos cortos de antiguas historias, curas medicinales y encantamientos mágicos. Un peculiar puzle que recogió en su día los textos más importantes en varias materias, junto con fechas y nombres, para convertir el manuscrito en un ejemplar único.
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La leyenda de la Biblia del Diablo:

A parte de la ilustración antes mencionada de Satanás en una de sus páginas, la verdadera leyenda que siempre ha acompañado al manuscrito cuenta que el supuesto monje Benedictino al que se le atribuye la obra, fue condenado a ser emparedado vivo por un grave crimen y, para que la pena le fuera condonada, el monje propuso crear una obra monumental y única que todos alabarían y que llenaría de honores al monasterio y, si eso fuera poco, la ciclópea obra sería escrita por él en tan solo una noche.
Los monjes permitieron al atrevido escriba llevar a cabo su imposible tarea que, a la mañana siguiente, presentó su gigantesco libro acabado y reluciente.
Nadie podía creer que tan magna tarea hubiese podido ser realizada en tan corto periodo de tiempo y no se tardó en rumorear que el joven monje, para cumplir su promesa, había solicitado la ayuda del mismísimo Satanás, y que fue éste y no el escriba el que escribió todos y cada uno de los caracteres del manuscrito.
Mito y leyendas, lo cierto es que el Codex Gigas ha conservado su poder de atracción hasta día de hoy. De un precio incalculable, ha sido codiciado por muchos y los intentos de robo se han repetido a lo largo de la historia. Temor y obsesión, quien sabe si con algún mensaje oculto o sobrenatural que todavía permanece allí, esperando a que algún avezado lector se atreva a descifrar las auténticas palabras del Diablo.
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sábado, 9 de febrero de 2013



Era una noche tranquila cuando la joven pareja se fue a dormir, pero entrada la madrugada un fuerte viento desató un alboroto, las ventanas vibraban, y las paredes eran azotadas por cualquier cosa que estuviera cerca. Después de salir a revisar y poner todo en un lugar donde causara el menor ruido posible, intentaron dormir otra vez, pero era algo complicado, cuando apenas estaban pegando los ojos, algún fuerte ruido les crispaba los nervios, pasaron así los minutos, con los ojos abiertos, esperando que el siguiente estruendo no los tomara tan desprevenidos.
De repente el ruido de un cristal roto, los asustó más de lo que esperaban, se levantaron con prisa para revisar pero las luces no encendían, no acostumbraban tener una lámpara a mano así que tuvieron que caminar a oscuras hasta la cocina. Tropezaban cada paso, a pesar de que era un camino que recorrían todos los días.
Al llegar el hombre tomó el encendedor y lo accionó. Durante un fugaz segundo, frente a su cara, como si fuese el reflejo en un espejo, un rostro con la boca abierta y vacios ojos negros le miraron fijamente acercándose lentamente como si quisiera fundirse con él, le pareció un momento eterno, en el que soltó el encendedor y apretó fuerte la mano de su esposa.
Estaba seguro de lo que vio, pero no podía decir nada para que su esposa no se asustara, debía hacer algo… pero, ¿qué?, “eso” estaba ahí, observando, pero tampoco podía quedarse quieto esperando. Cuando la cabeza estaba a punto de estallarle de tanto pensar, la electricidad volvió, la luz de los aparatos de cocina dieron suficiente iluminación para ponerlo tranquilo, pues estaban completamente solos.
Pero después de eso no hubo tranquilidad, ¿Qué era?, ¿Porque estaba ahí?… y lo más aterrador de todo… ¿volverá?…o ya ¿Estará en la casa de alguien mas?




Seorimícuaro

Leyenda seorimícuaro

Cuenta la leyenda que había un pueblito llamado seorimícuaro en Irlanda del Norte, la población de seorimícuaro era realmente pequeña, se dice que eran cerca de 57 habitantes, entre ellos ancianos de más de 80 años los cuales eran los más sabios de la comunidad.
Sí bien es sabido que las personas de Irlanda les encanta beber cerveza, en el año de 1930 un hombre de pelo rizado, de color castaño, de estatura alta, carismático y con su sombrero típico de la zona se encontraba bebiendo en un tipo bar de la zona de seorimícuaro, este personaje debo aclarar que no era nativo de dicha comunidad, el venia de Dublín en Irlanda para ser más exactos, unas horas antes había discutido fuertemente con su mujer porque este le había sido infiel, este hombre le había suplicado que lo perdonara, sin embargo la mujer con raíces de brujería, ya que sus antepasados habían practicado la brujería de generación en generación , lo maldijo y le dijo que esa noche iba a pagar por esa infidelidad y le deseo la muerte con una sinceridad que reflejaban sus ojos, cubiertos por el llanto y una mirada penetrante que aparentaba entre tristeza, decepción y un evidente enojo.
Finalmente el hombre desconcertado entro a su auto, lleno el tanque en una gasolinera y se fue sin rumbo fijo, esperando que el destino lo guiara, sin imaginarse lo que iba a experimentar horas más tarde…  Pues bien,  situándonos nuevamente en el bar de seorimícuaro donde comenzó el relato, pedía cerveza tras cerveza, evidentemente perdió la cuenta de todo lo que había tomado, ya estaba ebrio el hombre.
Minutos más tarde entro una joven con una vestimenta un poco peculiar y diferente a la que vestían en el pueblo de seorimícuaro. La chica llevaba un corsé evidentemente ajustado, sombrero, botas y un pantalón muy ajustado, sin embargo su vestimenta parecía de otra época a la que estaban viviendo, la mujer era preciosa, tenía ojos azules con una mirada muy fuerte, tez blanca, un cuerpo delgado y muy bien torneado, era preciosa, casi como si de un Ángel se tratara.
La mujer al ver al hombre ya muy ebrio, se le acerco y se sentó al lado, el hombre aunque ebrio, le dijo a la mujer que si le podía invitarle algo, a lo que asintió la mujer, estuvieron platicando mientras tomaron cerca de 3 rondas más en el bar de seorimícuaro, hasta que finalmente ya el hombre no podía más, incluso le costaba ya bastante hablar, la mujer se ofreció a llevarlo a su casa, debido a que el hombre no era de la civilización de seorimícuaro, el hombre no podía hacer mucho, ella lo ayudo a salir del bar, lo subió al coche, la mujer tomo sus llaves, encendió y se fueron por un extraño camino, oscuro, pasaron por el bosque, el hombre medio se despertó y se dio cuenta de que algo iba mal, era un lugar muy alejado de cualquier casa o choza, con lo que le pidió que  detuviera el auto, la mujer volteo con una cara desfigurada y muy vieja y le dijo que sus minutos estaban contados, el hombre forcejeo con lo que terminaron estrellándose contra un árbol, horas más tarde cuando ya había amanecido en seorimícuaro, encontraron el cuerpo de aquel hombre sin vida y despedazado, le habían sacado los ojos y no los encontraron por ningún lado, al parecer se los habían llevado como trofeo.
El hombre por la identificación que llevaba, la autoridades lograron contactar a la novia para que identificara el cuerpo o lo que quedaba de él, asombrosamente, la novia con la que había discutido horas antes llevaba consigo heridas en la cabeza y algunos arañazos en las manos como si hubiera tenido un accidente automovilístico.
Nunca se supo que paso en ese lugar en seorimícuaro, con aquel hombre que estuvo bebiendo mucho en aquel bar, ni tampoco se supo que sucedió con aquella hermosa chica con rostro angelical y esa vestimenta tan peculiar y antigua.



leyendas de terror chica del lago
En Estados Unidos uno de los eventos más importantes para los jóvenes es la noche de graduación, no en si por la fiesta escolar, si no por lo que continúa de ella, pues las parejas acostumbran reunirse después del baile en un lugar, más cómodo. Es la ocasión que muchos chicos esperan para seducir a su pareja.
Fue así aquella noche, que varias parejas empezaron a salir a escondidas del recinto escolar, para dirigirse a un lago cercano, por supuesto cada quien tenía muy bien pensado y apartado su lugar, para estar cómodos sin tanta gente alrededor. El lago se prestaba para sus intensiones, pues era una zona apartada y oscura.
Cierta pareja había encontrado un lugar muy cerca del lago, donde la Luna se reflejaba en el agua mostrando un ambiente más romántico, compartían momentos muy íntimos, cuando escucharon ruidos cercanos. La chica de inmediato quiso marcharse, pero eso no estaba en los planes de su pareja que insistió el quedarse, al cabo de un rato discutiendo el asunto ella comenzó a gritarle al joven, que no tuvo tiempo de responder, pues la chica fue atrapada por algo que salió rápidamente del lago sin dejarse ver entre la oscuridad. Su asustado acompañante se echó correr y correr sin importarle dejarla atrás.
Ya que los compañeros dieron testimonio de que la última vez que los vieron se encontraban cerca del lago, concluyeron que se habían ahogado, aunque no pudieron jamás encontrar sus cuerpos.
Pero al siguiente año, en el baile de graduación de esa misma escuela, una jovencita con un bonito vestido blanco, pide aventón a los automovilistas a quienes les dice: - ¿Me lleva a casa por favor?, vivo cerca, a dos calles, esperaba a mi novio pero este no regresó -. Si el conductor accede, se monta en la parte trasera del vehículo, y cuando el conductor voltea para preguntarle hacia donde, ¡No hay nadie!, la muchacha ha desaparecido, dejando un rastro de humedad en el asiento del auto.
Y desde entonces cada año, la chica del lago aparece en la carretera esperando por su novio, o cualquier otra persona que quiera llevarla a casa.



¿Existen las cacerías humanas? ¿Quién no ha escuchado alguna vez la leyenda urbanas de que existen ricos que por diversión juegan con la vida de mendigos o prostitutas sometíendolos a un macabro juego del gato y el ratón?…
Pedro había trabajado como albañil desde los dieciséis años; ahora, con más de cuarenta, su cuerpo se había endurecido por el duro trabajo que llevaba casi treinta años desempeñando. Sus manos parecían de piedra y eran tan callosas que uno diría que se habían fundido con el cemento que había cargado durante años, miles de sacos que había trasladado sin la menor queja. Y es que Pedro era un trabajador incansable, un noble hombre que doblaba turnos y no dudaba en tener dos trabajos para sacar adelante a su familia.
Pero ni la excelente forma física que aún mantenía ni su inquebrantable espíritu de trabajo le servían de nada con la crisis actual. La burbuja inmobiliaria y la crisis del ladrillo habían reducido al mínimo los trabajos de albañilería y, las pocas veces que surgía una nueva obra, preferían contratar a algún chico más joven, por lo que el pobre Pedro llevaba más de un año sin empleo ni paro (prestación por desempleo), y más de cuatro años sufriendo con la mayor dureza la crisis en la que estaba inmersa el país.
Los pocos ahorros que tenía se habían esfumado tratando de mantener a su familia durante ese periodo y en la asfixiante hipoteca que había adquirido años atrás. En la época de bonanza todo el mundo compraba casa y, cuando su mujer quedó embarazada por segunda vez, no dudó en arriesgarse a comprar un pequeño piso donde criar a sus hijos. Unas “cómodas” letras que pagaría a veinte años y que en su momento, y gracias a su esfuerzo de siempre por el que se ofrecía a hacer horas extras o trabajar sin contrato para ganar un poco más de dinero, podía pagar sin problemas.
La situación era cada vez más dramática y hacia varios meses que no podía pagar la hipoteca, por lo que el banco le había enviado una orden de desahucio, aunque sus hijos necesitaban ropa nueva y cada vez le resultaba más difícil traer comida a casa. Gracias a la ayuda familiar (y en especial de los padres de su esposa) habían podido sobrevivir todo ese tiempo viviendo en la más absoluta pobreza. Pero si había algo admirable en Pedro era su espíritu de lucha, ni un sólo día desde que perdió su empleo había cesado en su búsqueda de trabajo: acudía a obras ofreciendo sus servicios, limpiaba los cristales de los coches que se detenían en los semáforos, recolectaba latas o cualquier otra chatarra que la gente tirara a la basura y por la que le pudieran pagar algo, etc.
Una noche, mientras buscaba en un contenedor de basura en un barrio adinerado de la ciudad, se detuvo junto a él una impresionante limusina con los cristales tintados. Pedro se giró por instinto al notar que alguien le observaba desde su interior, un instante después el cristal de una de las ventanillas traseras comenzó a bajar.
— Amigo, venga aquí un momento.
— Buenas noches señor – dijo Pedro cabizbajo pensando que probablemente le daría algo de limosna.
— He observado que está usted pasando problemas económicos y creo que puedo proponerle un negocio que le ayudaría a salir de su miseria.
— ¿A qué tipo de “negocio” se refiere usted? Antes de que diga nada quiero que sepa que soy casado y padre de familia – Pedro había empezado a enfurecerse pensando que le haría algún tipo de demanda sexual.
— Verá, represento a un grupo de personas muy poderosas que están un poco asqueadas de su acomodada vida, por lo que están buscando nuevos retos. Estas personas obviamente quieren guardar su anonimato y preservar la naturaleza del trato hasta confirmar que alguien esté lo suficientemente interesado como participar en su “juego”. Le puedo asegurar que, si decide participar, recibirá una importante suma de dinero.
— Habla usted de un “juego” y una gran suma de dinero, espero por su bien que no me esté pidiendo lo que creo que me está pidiendo.
— Tranquilo, no es nada sexual si es a lo que usted se refiere, no me está permitido hablar del tema en la calle. Si desea, usted puede subir a la limusina y le explico en qué consiste el “juego”. Si por el contrario no está interesado, aquí tiene usted un poco de dinero por el tiempo que le he hecho perder – El hombre de la limusina le ofreció un billete de 200 euros.
— ¿Me dice usted que me da este dinero así sin más? ¿Quiera o no quiera el trabajo?.
— Así es, caballero, aunque francamente sería una pena que no aceptara porque esto es una miseria en comparación con lo que estamos dispuestos a ofrecerle si decide participar.
En estos momentos la curiosidad de Pedro y la promesa de ganar una fuerte suma de dinero que podría salvarle a él y a su familia, pudo contra el buen criterio que siempre había tenido y, tras pensarlo unos segundos, subió a la limusina. El interior era tan lujoso como parecía desde fuera.
— ¿Desea usted tomar algo? – le dijo el hombre que presentaba un aspecto impoluto y un traje que parecía costar tanto como toda la ropa que había en el armario de Pedro.
— No, muchas gracias, no bebo – Pedro no se fiaba del hombre por lo que decidió no probar nada de lo que le ofrecía.
— Veo que es usted un hombre ocupado, así que iré directamente al grano. Como le dije antes, mis clientes son personas a las que les gusta la aventura y los retos. Muchos de ellos han practicado deportes extremos o han hecho safaris a África para cazar grandes animales. Y es ahí donde entra usted, con el tiempo mis clientes han perdido el interés por la caza, sus presas habituales son predecibles y tontas por lo que su deporte favorito les ha llegado a aburrir.
— ¿Me está usted insinuando que me debo dejar cazar? ¿Qué tipo de locura es esta?.
— No, por supuesto que no, eso sería un asesinato o al menos un intento de homicidio. Mis clientes emplean pistolas de paintball, usted únicamente debe evitar que le impacten con sus disparos de pintura y conseguir llegar a un punto concreto del mapa antes de que le consigan “cazar”. Si acepta, añadiré 5.000 euros más al dinero que le he entregado. Y si es usted capaz de escapar, la suma de dinero ascenderá.
— ¿Y cuánto dinero se supone que ganaría si consigo escapar?.
— La suma ascendería a 20.000 euros, creo que no está nada mal por una noche de trabajo, ¿no?.
— Todo esto me parece un poco raro – Dijo Pedro visiblemente asustado.
— Mire, caballero, no nos vamos a engañar, para mis clientes 20.000 euros es una suma insignificante de dinero, lo que se gastan en una noche de fiesta. Si desconfía del trato puede usted bajarse ahora mismo del coche, irse con sus 200 euros y arrepentirse toda la vida por no aceptar este trato que le cambiaría la vida.
Pedro quedó pensativo por unos segundos.
— Ok, trato hecho, pero deberán pagarme 10.000 por participar y 25.000 si gano – dijo Pedro- Con ese dinero podré saldar mi hipoteca y comprarle un pequeño regalo a mi mujer e hijos.
— Veo que no me he equivocado con usted, es todo un luchador. Permítame hacer una llamada a mis clientes y empecemos con el juego.
— ¿Cómo? ahora mismo, debo avisar a mi mujer que llegaré tarde.
— Me temo, amigo, que no dispongo de ese tiempo; y como le comenté antes, mis clientes quieren que la naturaleza de su juego sea secreta. Imagínese que se presentara la Prensa, la imagen de estas personas tan poderosas podría verse dañada. Le prometo que una vez finalice el juego le permitiré llamar a su esposa para que no se preocupe, además seguro que cuando llegue con el dinero le perdona por no dormir en casa hoy. Lo que sí me veo obligado es a hacerle firmar este contrato en el que usted se compromete a no revelar a nadie, y eso incluye a su esposa, de dónde ha obtenido el dinero.
El hombre le entregó un papel en el que Pedro eximía de toda responsabilidad a los “jugadores” por el daño físico que pudiera sufrir mientras participaba en el juego (como torceduras, caídas o golpes). Así mismo se comprometía a no revelar el origen del dinero ni la identidad de los participantes, bajo multa de varios miles de euros. Todo parecía haber sido escrito por uno de esos abogado pedantes que saben dar buen uso de la letra pequeña. Pero Pedro estaba tan desesperado por su situación económica que no vio otra posible salida, debía aceptar aunque todo esto le olía un poco mal.
Tras realizar la llamada, el hombre indicó al chófer de la limusina unas coordenadas y pocos minutos después el vehículo abandonó la ciudad y se dirigió hacia una zona rural. Una hora después se detuvieron junto a una cabaña en mitad del monte. Allí habían al menos una docena de vehículos todo terreno de gama alta y un grupo de personas con las típicas máscaras de paintball que Pedro rápidamente reconoció como los cazadores que participarían en la caza. La mayoría tenían un cuerpo gordo y rechoncho que los trajes de camuflaje que llevaban no podían disimular. Para sus adentros, Pedro pensó que eso sería trabajo fácil, probablemente esos ricachones no habían practicado deporte en su vida y, diez minutos después de empezar la “caza”, ya estarían con la lengua fuera.
El hombre que había reclutado a Pedro comenzó a hablar en voz alta:
— ¡¡¡Amigos, préstenme atención!!! Les presento a Pedro, nuestro participante de hoy. Les aviso que es todo un luchador. Pedro es padre de familia y tiene muchas ganas de llevarse el premio así que atraparle no será una tarea fácil. – dijo con voz de presentador de concursos de la televisión – Como siempre, daremos una ventaja de diez minutos al “corredor”. Pasado ese tiempo podrán dirigirse al armero y seleccionar el arma que quieran. Pedro tendrá que descender la montaña y cruzar el valle hasta llegar a la autopista que bordea la ciudad. Ustedes cuentan con la ventaja de conocer el terreno y ser consumados cazadores y rastreadores, pero no se relajen porque Pedro está en una excelente forma física.
Los cazadores comenzaron a situarse y el anfitrión de la velada dirigió a Pedro hacia un mirador que había junto a la cabaza, desde el cual se podía ver a lo lejos la ciudad.
— Aunque desde aquí no lo podrás ver, justo antes de llegar a la ciudad hay una autopista que la rodea. Está bastante lejos, e incluso para una persona en forma como usted, cruzar todo el bosque le llevará casi toda la noche. Le aconsejo que no subestime a esa panda de gordinflones, algunos han ganado importantes trofeos de caza y conocen la zona, por lo que es muy improbable que se pierdan mientras le buscan. Le aconsejo que no pierda el tiempo y corra tan rápido como pueda, cuanta mas guerra les de a mis clientes, más posibilidades tiene de llevarse el premio ¡¡¡Corra, corra!!!
Pedro sin dudar comenzó a correr montaña abajo, era mucho más difícil de lo que pensaba, ya que todo estaba oscuro y lleno de piedras, así que cualquier movimiento en falso le podría provocar una torcedura de tobillo que sin duda le impediría ganar su premio. Escuchó gritos de júbilo a su espalda y algo que aún no había percibido antes… ladridos de perro, decenas de ladridos que como por arte de magia comenzaron a retumbar por todo el bosque mientras corría para alcanzar su objetivo. Sin duda era algo que no le habían contado al explicarle las “normas” del juego, y por un momento se estremeció pensando que uno de los perros se pudiera escapar y atacarle, aunque el miedo era un sentimiento que debía evitar si quería concentrarse en la huída.
Minutos después escuchó una detonación, se imaginó que sería el “pistoletazo de salida” de los cazadores, pero las detonaciones continuaron y los ladridos de los perros cada vez eran más fuertes. Sin duda eso no sonaba como una pistola de paintball, el estómago de Pedro parecía encogerse con cada disparo, estaba tan nervioso que por un instante tuvo que detenerse para fijarse por dónde iba, pues estaba corriendo en un estado de pánico y sin darse cuenta había comenzado a correr en zigzag. Recordó que una vez en televisión había visto un documental en el que explicaban cómo guiarse de noche con las estrellas, pero el bosque era tan frondoso que rara vez podía ver el cielo, y mucho menos distinguir una estrella en especial dentro de ese inmenso mar de luces.
Los ladridos de los perros eran lo que más nervioso le ponía, cada vez sonaban más cerca y sin duda estaban guiando a los cazadores en línea recta hacía él. Su ventaja de diez minutos era insuficiente si se hacía uso de sabuesos y probablemente por ese motivo no le habían advertido antes. Por un momento los ladridos se hicieron insoportables, y fue entonces cuando, al girarse, vio por un breve instante una sombra oscura que se abalanzó contra él.
El impacto de un perro de unos cuarenta kilos de peso fue suficiente para que ambos rodaran por el suelo. Era un imponente perro de color negro, con patas y hocico de color bronce, que trataba de morderle. Instintivamente Pedro interpuso su brazo entre los dientes del can y su cuello, y el animal comenzó a morderle en el antebrazo tratando de desgarrar su carne. Pedro era muy fuerte pero le resultaba imposible soltarse de las mandíbulas del perro que parecía dispuesto a sujetar su presa hasta que llegara su amo. Desesperado y con un dolor terrible en el brazo, agarró un piedra con la mano libre y le estampó en la cabeza al animal varios golpes hasta que finalmente le soltó. El perro quedó aturdido en el suelo y Pedro, que a pesar de todo no deseaba ningún mal al animal, se levantó dejándolo malherido pero sin rematarlo, y trató de seguir corriendo. Pero cuando se incorporaba vio una silueta humana a menos de quince metros, e instintivamente se escondió detrás de un árbol, pero no lo hizo suficientemente rápido y una explosión sonó a su espalda.
Sintió una fuerte punzada en su oreja y de repente su camisa empezó a mojarse, Pedro llevó su mano hacia la humedad y se dio cuenta de que era sangre. Instintivamente llevó su mano a la oreja y se dio cuenta de que estaba destrozada por el disparo, tenía tanta adrenalina en el cuerpo tras luchar con el perro, que prácticamente no había sentido el dolor de que su oreja fuera arrancada de cuajo por los perdigones que disparó el cazador con su escopeta.
Pero pese a no sentir dolor, lo que sí sintió fue un miedo terrible, pues los cazadores estaban usando munición de verdad y parecían fuertemente armados. Lo que antes era un carrera por conseguir su premio, se había tornado en una carrera por su propia vida, y lo peor de todo, uno de los cazadores estaba a pocos metros del árbol en el que se escondía. Pedro estaba bloqueado por el miedo, no sabía si salir corriendo o tratar de dialogar con él. Un segundo disparo que destrozó la corteza del árbol donde estaba parapetado le sacó de su shock, y sintió como algunas astillas se clavaban en su pierna tras la explosión. Entonces un sentimiento de furia le invadió, y sin pensárselo dos veces se abalanzó contra el cazador, quien en ese momento estaba recargando su arma y sin duda había subestimado el espíritu de lucha de Pedro, quien de un certero puñetazo le tumbó, a pesar de la máscara de paintball que llevaba. Comenzó a golpearlo por todo el cuerpo y en la lucha, mientras rodaban por el suelo, la escopeta de dos cañones que portaba el cazador se golpeó contra unas rocas, con tan mal fortuna para Pedro que el gatillo se soltó, quedando inutilizada.
Tras unos breves segundos de más forcejeo, el rico gordinflón quedó inconsciente en el suelo, y Pedro se levantó y se acercó a por la escopeta, para llevarse la sorpresa de que ésta se había roto. Aún así aprovechó para buscar en los bolsillos del ricachón, ya que necesitaba algún teléfono o forma de comunicarse. Pero todo parecía estar meticulosamente preparado y el hombre no portaba mas que: munición, una brújula y un cuchillo. Pedro tomó la brújula y el cuchillo y empezó a desvestirse. Sin duda los perros podían rastrearle por el olor de sus ropas así que se quedó desnudo y posteriormente se puso el pantalón de camuflaje del hombre al que había dejado inconsciente. Dejando todas sus ropas junto al “cazador cazado”. Comenzó nuevamente a correr, aunque esta vez ya no lo hacía sin rumbo, pues siguiendo las indicaciones de la brújula podía evitar zigzaguear y correr en círculos.
Cuando había recorrido apenas unos metros, escuchó nuevamente a los perros, pero esta vez se trataba de toda una jauría que, siguiendo el olor de sus ropas puestas en el cazador, se abalanzó sobre el hombre que aún se encontraba inconsciente. Los gritos de dolor del ricachón cruzaron todo el bosque cuando seis perros comenzaron a despedazarlo vivo confundiéndolo con “la presa”. Pero entonces un par de detonaciones más hizo el silencio: una pareja de cazadores había llegado al lugar, aunque demasiado tarde ya que su compañero de aventuras yacía muerto, con el cuello destrozado por el mordisco de un perro y con la mitad de las tripas fuera del cuerpo.
Pedro continuó corriendo sin parar, los perros ya no ladraban, era como si el trágico incidente hubiera finalizado la búsqueda, pero desde luego no estaba dispuesto a regresar para reclamar su premio.
Veinte minutos después y cuando ya comenzaba a amanecer, Pedro observó entre los árboles unas luces que cruzaban a toda velocidad. No dudó ni por un instante y corrió hacia la carretera que simbolizaba su salvación, aunque al llegar allí se quedó petrificado.
— Buenos días, Pedro – dijo el hombre que le había “contratado” mientras le apuntaba con una pistola – nunca nadie había llegado hasta aquí, es impresionante tu fortaleza y tu capacidad de adaptarte. Nadie diría que es la primera vez que participas, aunque claro, es imposible que hubieses “jugado” antes. Como te estarás imaginando, nadie puede “escapar”. Imagínate que nuestro secretito se divulgase, eso sería el fin de mi negocio.
Pedro estaba agotado y no tenía casi fuerzas para correr, pero aún así se giró y trató de internarse nuevamente en el bosque. Dos detonaciones sonaron a su espalda, ambos disparos impactaron en su cuerpo y Pedro cayó al suelo con el pulmón perforado, escupiendo sangre y casi incapaz de respirar. Lo último que escuchó fueron unos pasos que se acercaban, un tercer disparo en la cabeza acabó con su vida.
— ¡¡¡Julián!!! – gritó el promotor del evento llamando al chófer – Ayúdame a meter a éste en el maletero.
— Uff, éste casi se nos escapa, si no llega a ser por el GPS que lleva cada brújula, podría estar contando todo en una comisaría ahora mismo. – dijo el chófer mientras sujetaba de las axilas el cadáver de Pedro.
— Sí, pero no hay mal que por bien no venga, cuando se corra la voz entre los ricachones de que el ministro ha muerto en una cacería, empezarán a hacer cola para participar. Son tan idiotas que nos pagarán el doble sin rechistar por sentir el “plus de adrenalina”.
NOTA: El relato de arriba no es la leyenda como tal sino una dramatización y ejemplificación de la creencia más o menos difundida en varios países, de que entre los ricos existe un deporte oculto, sádico e ilegal: la cacería de personas. Así, se piensa que hay ciertos clubes secretos de gente adinerada, y que muchas desapariciones de personas, particularmente de los menos protegidos por la ley como son los mendigos y las prostitutas, se explicarían con estas cacerías humanas, aunque siempre dándoles vanas esperanzas de que pueden sobrevivir, o engañándoles con la idea de que participarán en algo diferente, un juego no mortal, tal y como podría ser el escapar de cazadores que, en lugar de armas reales tienen pistolas de paintball. Por último, podemos decir que existe una variante nada macabra de esta leyenda, la cual dice que, en Las Vegas, uno de los pocos lugares de USA en que se acepta la prostitución (aunque encubierta como servicios de striptease), hay un deporte en que los participantes cazan a mujeres desnudas, solo que con municiones tipo paintball, a fin de que no les pase nada a las chicas, y de que se pueda constatar (por las manchas en el cuerpo de la presa) si ésta fue abatida por el cazador, quien podrá tener sexo con la presa si consigue abatirla…